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Adiós Carmena y hola cambalache

Por Fernando González
lunes 17 de junio de 2019, 09:06h

“Ya tenemos alcalde”, escuché acodado en la barra del bar donde desayuno cada mañana. “Ya tenemos cambalache”, pensé yo. Ya tenemos, otra vez, un pacto de perdedores gobernando la ciudad de Madrid. Hace cuatro años un acuerdo de vencidos encabezado por Manuela Carmena, que unía a podemitas y socialistas, le merendó la cena a Esperanza Aguirre. Cerrado el paréntesis de izquierdas, el Partido Popular vuelve a ocupar el Palacio de Correos, aunque esta vez hay perdido la mitad de los votos que tenía tradicionalmente.

Muy lejos de las mayorías absolutas que consolidaron su poderío municipal en Madrid, en los días que corren necesita el sustento fundamental de un partido veleta y felón y la participación determinante de la extrema derecha, la misma que se ocultaba bajo las faldas amplias de los populares madrileños. Todo sea por reconquistar un espacio que siempre considero suyo.

El PP de Pablo Casado, desbaratado en las pasadas elecciones generales, regionales y locales, diezmado y desvalido, derrotado y desnortado, se nos presenta ahora como la fuerza incólume y dominante que siempre fue. Olvidan que sus oponentes más cercanos, Ciudadanos y VOX, reconvertidos en aliados necesarios para mantenerse en el machito, pretenden arrebatarle la hacienda que todavía conservan.

Ya solo nos queda despedirnos de Manuela Carmena. Saludarla con respeto, agradecerla su dedicación y desearla lo mejor: salud y suerte. Seguramente, desde los tiempos de Enrique Tierno en los albores de la transición, alcalde alguno de Madrid había concertado tanta simpatía popular y tanta indulgencia política. Como le sucedió al Viejo Profesor, Carmena ha padecido el rencor de las gentes más retrogradas de Madrid.

El sectarismo ideológico y el radicalismo de una parte de sus concejales, impuestos a Carmena por Podemos, le han acarreado muchas críticas, entre ellas las mías. Sin embargo, su prestigio personal, su honradez manifiesta y su independencia intelectual, se han impuesto muchas veces a las ocurrencias insufribles de la formación que ha sustentado su mandato.

A Carmena le ha faltado recorrido y muchos de sus proyectos se han quedado a medias. Se lleva, sin embargo, un sobresaliente en la gestión financiera y económica de las cuentas municipales. Carmena ha luchado contra la contaminación del aire, reprimiendo y reordenando el tráfico rodado, cerrando la circulación en los distritos de Madrid Central. La alcaldesa saliente aprobó la demolición del estadio Vicente Calderón y la remodelación integral de todo el barrio.

Con el Real Madrid acordó la cesión al municipio de la Esquina del Bernabéu y afrontó la renovación integral de lugares emblemáticos como la Gran Vía. Se quedan en expediente, por los pelos y por desgracia, los futuribles más ambiciosos de desarrollo urbanísticos de la capital: el plan Madrid Norte y la expansión de Madrid por el oeste. ¡Qué pena! Por otra parte, recordaremos a Manuela Carmena por su cercanía activa a los sectores más desfavorecidos de la ciudad.

Manuela Carmena se marcha y nos queda el cambalache. Bueno será en este punto reproducir un párrafo de la letra del tango que lleva ese nombre: Si uno vive en la impostura, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón.

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