Cuando uno se imagina un avanzado centro de investigación de enfermedades, no es difícil que la mente nos traiga imágenes de grandes complejos situados, principalmente, en países extranjeros. Sin embargo, uno de los laboratorios más avanzados en la investigación de enfermedades propias de países en desarrollo se sitúa en España, concretamente en el municipio madrileño de Tres Cantos.
En el parque tecnológico de esta localidad del norte de la región se levanta el centro de investigación Diseases of the Developing World, es decir, de enfermedades en países en desarrollo. En él, la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) investiga desde principios de la década de los 2000 posibles curas a enfermedades como la malaria, que solo en 2017 mató a 437.000 personas, según la OMS.
Las instalaciones se abrieron hace 26 años, para la investigación contra el SIDA
Las instalaciones se abrieron hace 26 años con un objetivo principal: profundizar en el conocimiento y el tratamiento del SIDA, una enfermedad que presentaba una incidencia especialmente alta en aquellos años. Desde entonces, su equipamiento se ha ido actualizando, nutriendo de la última tecnología y enfocándose a las invetigaciones punteras de cada momento. En torno al año 2002, el trabajo del centro investigador empezó a orientarse a enfermedades como la tuberculosis o la lehismaniasis y, en especial, la malaria.
Ese es el cometido de las aproximadamente 150 personas que conforman el equipo y que trabajan en las distintas áreas y laboratorios de biología y química del recinto. Lo primero que llama la atención al adentrarse en la planta de biología es la ausencia de esquinas en el techo. Tampoco el suelo vinílico cuenta con aristas en sus juntas. Todo es curvo, redondeado, una morfología que evita que se acumule cualquier resto de suciedad que pueda contaminar el ambiente. Detalles puestos al servicio de las necesidades de seguridad e higiene de un centro de estas características.
Las medidas de seguridad, explican los resposables del centro, también dependen del tipo de laboratorio. En la planta de biología, se refieren como laboratorios 'tipo 3' a aquellos que albergan organismos que pueden afectar a individuos sanos, aunque existe algún medicamento contra ellos. Para los que 'habitan' los laboratorios 'tipo 4' no hay, por el momento, cura alguna. En este caso, cobra especial importancia el circuito de cámaras que transmite a unas pantallas en el exterior de los laboratorios una señal en directo de lo que ocurre dentro, reduciendo al mínimo el riesgo de exposición a estos organismos.
También resulta crucial la autonomía energética del edificio, dotado con baterías y un grupo electrógeno que entran en acción en caso de fallo de la corriente eléctrica. Así, se asegura la conservación de los organismos más delicados y contagiosos que almacena el centro
Unos dos millones de compuestos se enfrentan a un organismo, para comprobar cuál es efectivo.
En estos laboratorios, los investigadores enfrentan los organismos infecciosos a alrededor de dos millones de compuestos distintos. Se trata de un ensayo-error, de comprobar si alguno de estos millones de compuestos resulta efectivo contra el organismo a abatir. Si se detecta un compuesto efectivo, el paso a seguir es comprobar que resulta inocuo para el ser humano, un proceso arduo y complicado en la mayoría de los casos.
La experimentación con animales, un proceso esencial
Una de las fases clave en este tipo de investigaciones es la experimentación de los medicamentos en seres vivos. Para poder determinar si estos medicamentos serían efectivos en seres humanos, la experimentación con animales es esencial. Por ello, el centro cuenta con una zona denominada como animalario.
En esta parte del centro se realizan experimentos con ratones o mosquitos, en el caso de la investigación de la malaria. Se trata de una zona aislada del exterior, con laboratorios que albergan un equipamiento provisional para cada uno de sus usos, esterilizado después de cada experimento. Además, cada uno de estos laboratorios tiene una habitación previa para el vestuario de los investigadores.

Esta zona es una de las más seguras del centro, ya que en ella se encuentran ratones inmunodeficientes a los que se inserta el patógeno humano para ver su evolución y los efectos del medicamento que se está desarrollando.
La clave es la coordinación de las distintas áreas y zonas de trabajo para lograr un objetivo tan complicado como beneficioso para la humanidad: la erradicación de algunas de las enfermedades más perjudiciales para el ser humano.