La primavera en Madrid ha venido cargada de arte. Las calles de la capital han cobrado un destello de color con las 80 meninas realizadas por el artista venezolano Antonio Azzato en una iniciativa promovida por Acotex y el Ayuntamiento de Madrid. Estas esculturas de 1,80 de altura -son meninas crecidas- y 30 kilos de fibra de vidrio, han sido decoradas por otros tantos artistas no ligados en general a las artes plásticas como Carlos Baute, Alejandro Sanz o Enrique Ponce.
Hay que agradecer iniciativas como esta pues Madrid está necesitado de este tipo de arte urbano que no suele prodigarse. Algunos recordarán aun la colocación en 1981 de las seis monumentales esculturas de Henry Moore que se instalaron con motivo de la exposición antológica que se organizó, o la exposición Botero en Madrid que en 1994 llenó el centro de esculturas realizadas por este artista de las que nos quedaron dos: Mujer con espejo, regalo del artista a Madrid, y La mano, que Telefónica compró para regalársela a la ciudad. Lo mismo que recordarán la exposición que en 2009 trajo a las calles madrileñas, de la mano del CaixaForum, siete esculturas en de Rodin o la CowParade, celebrada un año antes, que permitió que 105 vacas de fibra de vidrio tomaran la ciudad.
Al igual que ahora las meninas, aquellas graciosas reses fueron decoradas por otros tantos artistas desde el modisto Antonio Alvarado o el grafitero Suso33 al escultor Víctor Ochoa. Y como ellas, las meninas serán subastadas para dedicar el dinero a un fin benéfico.
La aparición de las meninas ha coincidido además con la tercera edición de Pinta Malasaña que ha permitido a un centenar de artistas decorar los comercios y paredes del barrio. Esta iniciativa será seguida por la quinta edición de CALLE Lavapiés, promovida por la asociación de comerciantes, que se celebrará entre el 28 de abril y el 6 de mayo, en la que cincuenta artistas plasmarán sus creaciones en otros tantos locales comerciales de la zona. Son de alabar estas actuaciones que nada tienen que ver con la de esos grafiteros que ensucian nuestra ciudad con sus firmas ni con esas muestras publicitarias que lo mismo ponen en las calles ocho enormes cascos de Star Wars que sacan a la calle la escoba o el elfo de Harry Potter.