La alcaldesa satisfecha

No sé si éstas han sido las mejores Navidades de su vida para alcaldesa, Manuela Carmena, pero en el aspecto político, está encantada de lo que ha hecho este año, y no lo digo porque haya devuelto el belén tradicional al Palacio de Cibeles, sino por las medidas adoptadas en relación con el tráfico, mejor dicho, contra el coche privado. La regidora ha paseado a píe la Gran Vía y se ha mostrado satisfecha del espacio ganado para el peatón, y ufanado de que haya disminuido la intensidad circulatoria en esta vía. Pero todo ello, gracias a que ha prohibido el paso a los vehículos privados; claro que se podría haber reducido aún más la intensidad circulatoria en la ciudad, si hubiera prohibido transitar en coche particular por todo Madrid. Si no hay coches, no hay problemas de tráfico, lo que constituye una obviedad sobre una ocurrencia.

Se prohibió, primero aparcar en el centro y después circular a la mitad de las matrículas, por culpa de la contaminación, un hecho histórico, aunque no alcanzáramos, ni mucho menos, los niveles históricos de contaminación. Se mostró satisfecha de los resultados de tan extraordinaria medida, pese a que el día en el que sólo pudieron circular los coches con matrícula impares, los niveles de contaminación subieron, y pese a ello, decidió rebajar el escenario 3 para viernes y sábado, lo que ponía en evidencia que la decisión había sido más política que técnica.

Pese a estar encantada de las Navidades que nos ha dado a los madrileños, especialmente a los conductores, la alcaldesa parece dispuesta a que todo el año sea Navidad; es decir, a hacer definitivo el cierre de la Gran Vía y más duras las medidas anticontaminación, siempre teniendo al coche en el punto de mira. Este puede ser el año en el que los automovilistas vivamos peligrosamente, porque cuelguen el cartel de: “No pasarán”, a todos los coches que quieran entrar a Madrid.