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¡Atocha, hermanos, no os olvidamos!

Por Francisco Naranjo
lunes 18 de enero de 2016, 08:19h

El 24 de enero de cada año y desde 1977 se recuerda y conmemora el aniversario de los 'Abogados de Atocha', esos mártires de la libertad que fueron vilmente ametrallados por un comando fascista en el despacho laboralista de Atocha 55. Desde el 2004, con la creación de la Fundación Abogados de Atocha, en este señalado día se entregan los premios que llevan su nombre a destacadas personalidades e instituciones. Este año los galardones han recaído en ACNUR y Médicos Sin Fronteras por la gran labor humanitaria que realizan ambas organizaciones con los refugiados. El acto de reconocimiento se celebrará el domingo 24 de enero en el auditorio Marcelino Camacho.

Como es conocido ese nefasto día del 24 de enero de 1977, un grupo de pistoleros de extrema derecha irrumpieron en el despacho de los abogados laboralistas de CCOO y del PCE situado en el número 55 de la calle Atocha en Madrid y ametrallaron a las nueve personas presentes. Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos los abogados Alejandro Ruiz-Huerta, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia.

Lo dicho anteriormente es conocido por todos aquellos que hayan profundizado en la historia de este país, pero yo había cogido la pluma hoy para hablar de cómo vivimos algunos esos días tan borrascosos para el estado español.

El atentado fascista venía precedido por la huelga en el transporte interurbano, la muerte el 23 de enero, del estudiante Arturo Ruiz por disparos de los guerrilleros de Cristo Rey y el fallecimiento de Mari Luz Nájera por impacto de un bote de humo de la policía, -'los grises' les llamábamos- el 24 de enero. Ese mismo día, 24 de enero, por la noche, un grupo de pistoleros perpetra la que fue llamada durante muchos años La Matanza de Atocha.

Teniendo en cuenta que el que esto escribe, en aquellos momentos era un joven sindicalista de RENFE y conocía el despacho de abogados de Atocha así como a algunos compañeros del transporte que se reunían allí, viví aquellos sucesos con enorme intensidad y porque no decirlo con miedo. En esas fechas mis dos hijos tenían cuatro años uno y menos de seis meses el otro.

Recuerdo que al día siguiente, 25 de enero, mantuvimos una reunión en la estación de Príncipe Pío del denominado 'Pleno General de Representantes Ferroviarios', organismo unitario de los trabajadores de RENFE, -una representación asamblearia- al margen del Sindicato Vertical franquista. En aquella reunión, después de mucho debate, siempre teníamos horas de debate, además de condenar el atentado y convocar huelga en el ferrocarril, elegimos a dos compañeros para que comprasen unas coronas y las llevasen donde pudieran, pues en esos momentos ni siquiera se sabía si iba a haber ceremonia y entierro público. Uno de los nominados para ellos fui yo mismo.

Al día siguiente, 26 de enero, -día del entierro- recogimos las coronas cerca de donde nos reunimos, al lado de la estación del Norte. Íbamos en el coche de mi compañero, pero como Madrid no estaba para ir en coche, muy pronto lo aparcamos y cargamos con las coronas. Una cada uno por las calles de Madrid y aunque no mirábamos mucho, creo incluso que la gente nos miraba un poco raro, hasta que llegamos a la calle de Alcalá-Gran Vía, donde ya había otras personas que hacían lo mismo que nosotros. Jamás he tenido tanto tiempo una corona de flores en las manos. Más de dos horas y no exagero nada.

Cuando llegamos a la Plaza de las Salesas, lugar de la cita para el entierro ya era habitual lo de las coronas. Aquel entierro, seguramente ha sido la manifestación más multitudinaria conocida en España en la transición, manifestación que colapso la ciudad entera en absoluto silencio. No sé quien dijo sobre ella: 'El silencio dolía más que los disparos. Los claveles fluían como un manto de sangre'. Para mí ha sido la más impresionante y emotiva que he asistido en mi vida, aquellos miles y miles de hombres y mujeres, aquélla tensión contenida, aquel silencio, solo roto con algunos vivas a los muertos y en el cementerio por el canto de la internacional.

Después, años después, en la década de los 80, conocí personalmente a los sobrevivientes de aquel brutal atentado criminal: Lola González, Miguel Sarabia, Luis Ramos y Alejandro Ruiz-Huerta. (En los últimos años nos han dejado Luis, Miguel y Lola y sólo nos queda Alejandro). Estas cuatro personas, conjuntamente con los cuatro abogados y un sindicalista asesinados por los fascistas, son y continuaran siendo, iconos de la lucha por la libertad y por la democracia en nuestro país.

No quiero finalizar estos breves apuntes a un hecho histórico, sin recordar también que a partir de aquella fecha, todas las manifestaciones donde participan los sindicatos de clase que discurren por la calle Atocha, al pasar por la plaza de Anton Martín al lado de la escultura de Juan Genovés dedicada a los Abogados de Atocha, (reproducción del famoso cuadro El Abrazo colgado recientemente en Congreso de los Diputados) y frente al número 55 de la calle de Atocha, siempre suena un grito colectivo y desgarrado de las gargantas de los manifestantes: !!Atocha, hermanos, no os olvidamos!!

Francisco Naranjo Llanos
Director de la Fundación Abogados de Atocha

Francisco Naranjo

Director de la Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO

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