Por fin se descongela el futuro uso de la Casa de la Carnicería, en la plaza Mayor, un edificio que tradicionalmente ha sido sede la Junta Municipal de Centro, y que desde hace ya algunos meses, está vacío, abandonado, con riesgo de deterioro, sobre todo en la parte exterior, dormitorio de vagabundos en sus bajos.
La Plaza Mayor de Madrid es quizá la única plaza mayor de las ciudades importantes de España que no cuenta con un hotel. El anterior alcalde, Ruíz Gallardón, quiso que el destino del edificio de la Casa de la Carnicería, fuera un Parador de Turismo, del que por cierto carece la capital de España, pero no era un buen momento para que Paradores Nacionales hiciera el fuerte desembolso que hay que hacer en la adquisición, rehabilitación y adecuación de la Casa de la Carnicería, y la idea quedó en el olvido. Ahora, tal y como anunció la alcaldesa la semana pasada, el inmueble será destinado a un hotel de lujo, lo que es una estupenda salida al futuro del vetusto edificio, que como el conjunto de todos los edificios de la plaza, goza de protección por ser Bien de Interés Cultural.
Resuelto este asunto, hay que pensar en resolver el problema de deterioro social que sufre esta plaza principal de Madrid, porque al lado y enfrente del que será un hotel de lujo, habría, si la cosa no cambia, un hotel al aire libre de la mendicidad, la posada a cielo raso de los sin techo, la imagen tercermundista, en el Madrid histórico, de los que duermen, comen y hacen sus necesidades bajo los arcos, los pórticos, de tan emblemático lugar.
Es imprescindible mejorar la imagen de la Plaza Mayor y dar una salida a los sin techo que en ella pernoctan, porque hay albergues y recursos sociales suficientes para que no se establezcan en el escaparate de la villa; hay que escuchar a los comerciantes de la Plaza Mayor, sufridores en primer grado de este deterioro social, hay que remozar la imagen y esmerarse en la limpieza de la misma.
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