En los matrimonios por interés, no hay amor, solo eso, interés. En los gobiernos bipartitos pasa lo mismo: no hay amor ideológico, sino necesidad de beneficio asociativo, y esto hace que la cohabitación resulte complicada y menudeen las amenazas de divorcio, una vez conseguidos los objetivos materiales.
La recién alianza entre Partido Popular y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, no augura buenos presagios, después del primer día de enlace y a poco de comenzar el nuevo Gobierno la luna de miel, fruto de este “matrimonio” de conveniencia.
Porque en ese primer día, festividad de la Virgen de la Paloma, se ha evidenciado lo que puede ser el día a día del bipartito: afán por el protagonismo, iniciativas no compartidas y empujones por salir en la foto.
Y es que en ese primer día de estreno “matrimonial”, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, no quiso desvelar absolutamente nada sobre la composición del Gobierno regional. Pero en la otra parte del bipartito, Ciudadanos, su líder Ignacio Aguado, anunciaba que uno de los suyos, el expresidente de la Comunidad y militante entonces del PP, Ángel Garrido, será consejero de Transportes, declaración que sería confirmada pocos minutos después por el propio Garrido.
Esta actuación de Aguado es, cuando menos, una falta de cortesía hacia su socia y presidenta, que es la encargada de anunciar los nombres del Gobierno que ella va a presidir. También es un amago de deslealtad y cierto afán de protagonismo. No había necesidad imperiosa de proclamar el nombramiento de Garrido, aunque ya estuviera consensuado.
En política, tan importante son las decisiones como las formas de comunicar esas decisiones. El respeto, dentro de la convivencia, es tan necesario como las apariencias.
No me ha gustado ese gesto de Ignacio Aguado, a las pocas horas de haber firmado la investidura de Díaz Ayuso, porque denota un deseo de desmarque a la hora de generar una noticia.
Ya veremos cómo se desarrolla, a partir de ahora, la necesaria cohabitación, aunque puede darse el dicho de que: “los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos”, afirmación que dudo sea imputable al querido y admirado pueblo gitano.