El Vaticano acaba de pasar lo que hasta sus medios afines llaman una “semana maldita”, ya que su histórica Asamblea contra la pederastia acabó sin los pretendidos remedios concretos y un cardenal ha sido encarcelado por pederasta en Australia y otro ha dimitido por ocultar lo mismo en EEUU.
El papa ha intentado disimular esos escándalos afirmando que la pederastia se da también en otros estamentos. Pero en el clero es mucho peor por varias razones. 1) Porque otros delincuentes no pueden escudarse tras un halo religioso, ni tienen un Estado Vaticano que les proteja tanto. 2) Porque los demás no chantajean encima a sus víctimas con amenazas de tormentos eternos. 3) Porque otras organizaciones no obligan a los suyos a un celibato de por vida, abstención que inclina a la pederastia y otras prácticas sexuales. 4) Porque el Vaticano se niega a reconocer conexión tan evidente y eliminar el celibato, contrario al Nuevo testamento, - ya que se enriquece con las herencias del clero y puede hacer creer a sus fieles que el sexo es malo, “pecado” que, al presumir poder perdonarlo, le da más poder. Todos estos factores cualitativos explican la extraordinaria frecuencia de la pederastia en el clero y la nula esperanza de que esto cambie si no se reconocen y modifican las raíces del problema.
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