La calle clama justicia. La violación de la joven de Pamplona está levantando una polvareda que nadie esperaba. Nueve años parecen pocos para todo lo que ocurrió aquel día en aquel portal. Pero ¿la culpa la tienen los jueces o hay que demandársela a los legisladores? Escucho con estupor a Pedro Sánchez pedir alguna modificación del código penal que no termino de entender. Hace unos días y solo unos días que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se pusieron de acuerdo para ignorar los tres millones de firmas que pedían mantener vigente la prisión permanente revisable. Y ellos ignoraron las firmas y a la gente. Cualquier modificación de ampliación de penas para luchar contra la delincuencia se niega con la justificación de la reinserción ¿Pero a quién defienden? ¿Reinserción? ¿reinserción de “el chicle”? ¿reinserción de “la manada”? Reinserción ¿de quién? La reinserción es apropiada para un joven de 15 años que roba un coche, pero ¿reinserción para quien ha violado, matado y torturado y mantiene en secreto el lugar en el que escondió el cadáver, como es el caso de Marta del Castillo? ¿Nos les parece que los tres millones de firmas son tan respetables como los miles de gargantas, enfurecidas por la razón, que piden justicia para la joven violada en Pamplona? ¿A ver Sr. Sánchez hacemos o no hacemos caso a lo que pida la calle? Ha dicho Dolores de Cospedal que hay que revisar el código penal. Tiene razón. Hay que mejorar el entorno del código penal para delitos castigados, claramente, por debajo de lo que piden los ciudadanos. Pero no sólo por una violación con más o menos presencia en los medios de comunicación. También para Marta del Castillo, para Diana Quer, para los guardias civiles de Alsasua y para castigar y evitar casos como el Sandra Palo y otras y otros que han visto cómo sus violaciones y asesinatos han quedado muy lejos de lo que hubiera sido justicia.
Hay tantas cosas de las que podemos hablar, tantas que preocupan a los hombres y mujeres y que los políticos de uno y otro signo, y por motivos distintos, no quieren escuchar…que nos sentimos desamparados en demasiadas ocasiones. Los ciudadanos, que solo somos importantes cuando nos convertimos en votantes, hablamos de cosas que los políticos ignoran; tenemos objetivos que los políticos desechan; buscamos seguridad en nuestras casas que los políticos rechazan. Entre los representantes y los representados hay una brecha que cada vez se hace más peligrosa. De ahí que, a veces, los radicales sean escuchados. Mucho cuidado.