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ESPECIAL 2018

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en un momento del pleno.
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La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en un momento del pleno. (Foto: Kike Rincón)

La caída de Cifuentes y el auge de Garrido, que no sabe si repetirá

Por Javier López Macías
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jlopezmadridiarioes/6/6/18
lunes 24 de diciembre de 2018, 08:34h
Este año ha sido un no parar en cuanto a política regional. La Comunidad de Madrid, difuminada entre el gran tamaño del Ayuntamiento y la notable sombra del Gobierno de la Nación, ha atraído la atención de propios y extraños gracias a la caída de la que sonaba como sustituta de Mariano Rajoy, el auge de su segundo -con las dudas que eso genera- y las peleas habituales de Podemos.
De rojo y apoyada en la mesa donde se sientan los consejeros en cada reunión semanal bajo los muros de la Real Casa de Correos, Cristina Cifuentes felicitó el año 2018 a los madrileños deseando un futuro sin incertidumbres y hablando de una meta común, que no faltase trabajo. Lo que quizás no sabía era que en su puesto a ella le quedaban meses. Y es que, si ha habido un giro de guion inesperado ha sido el final político de la que fuera la gran promesa del PP durante años.

Tras entrar en el Año Nuevo con los terceros Presupuestos consecutivos aprobados gracias al apoyo inquebrantable de Ciudadanos, la expresidenta empezaba pletórica el que sería el penúltimo año de Legislatura. Hasta marzo. Y es que, si en el tercer día Jesucristo resucitó, en el tercer mes, a Cifuentes se le empezó a torcer su futuro.

Ese mes, la expresidenta recibió la notificación para acudir a declarar al Congreso de los Diputados por la supuesta financiación ilegal del Partido Popular, una cita que superó con creces y de la que salió reforzada, pero que fue el preludio de su caída. A la jornada siguiente, eldiario.es publicó que la presidenta contaba en su haber con un máster no-cursado en la Universidad Rey Juan Carlos, dando pábulo a más de 30 días en los que la prensa desmontaba cada nueva versión. Más de cuatro semanas en las que Cifuentes intentó esquivar todas las balas menos una: un vídeo de 2011 que mostraba presuntamente a la presidenta robando dos cremas en un supermercado de Vallecas.

Un golpe que ella tachó de "involuntario" pero que le hundió. "He aguantado 34 o 35 días de exposición permanente, de linchamiento mañana, tarde y noche. Por tierra, mar y aire. Anuncio mi renuncia", dijo de blanco impoluto en uno de los salones de la sede de la Comunidad de Madrid.

Entonces, Ángel Garrido asumió la presidencia interina durante unos días en los que el PP nacional, todavía con Mariano Rajoy al frente, se debatía sobre si era el idóneo o no. Un debate que sigue vivo a día de hoy, meses después de que el dedo del César pontevedrés le eligiera y de que Ciudadanos, pese a sus críticas y a su rupturas con cualquier pacto pasado, votase a su favor. Garrido fue investido y Mariano Rajoy, cesado por sorpresa a través de una moción de censura histórica.

Con todo, el gallego abandonó el barco popular y Pablo Casado asumió su cargo tras unas primarias inéditas en las que el partido decidió escorarse hacia la derecha, abandonando el centro que abandera Garrido. En este escenario, el vallecano ha jugado sus cartas para repetir: ha sacado adelante unas cuentas para 2019, ha conseguido hacer olvidar a la "Cifu" y ha mostrado su disposición a enfrentarse a las urnas. Eso sí, será Casado quien decida si Garrido pasea en La Paloma con el cargo que ostenta ahora.

Ciudadanos o apoyar mientras esperas

El año de Ignacio Aguado ha sido bastante más tranquilo. Ejecuta bien su labor de oposición-apoyo al Gobierno y su liderazgo es incuestionable. Pese a que unas primarias le separan oficialmente de repetir como candidato en mayo de 2019, se ven como un trámite. Eso sí, deberá separarse del Ejecutivo, pues su teatralizada ruptura con Cifuentes ya se estaba llevando a cabo con varios desplantes pero el nuevo apoyo a un presidente del PP para no investir al del PSOE le trajo dolores de cabeza. Con todo, consiguió colgarse la medalla de la dimisión de la expresidenta y la de los Presupuestos, de los que se responsabiliza "al 50 por ciento".

Gabilondo, un liderazgo maestro

En la bancada socialista tampoco ha habido muchos sobresaltos. Este año, el portavoz en la Asamblea, Ángel Gabilondo, ha sido nombrado candidato sin necesidad de primarias por falta de rivales y la unidad en torno a él es mayúscula. Antes de que cayera Cifuentes, además, fue el protagonista de una moción de censura que no se llegó a debatir pero que fue clave para que Rajoy dejara caer a la ahora abogada.

El adiós de Ruiz-Huerta y el 'hola, de nuevo' del errejonismo

Cuando se habla de Podemos no hay año tranquilo. Y es que, en los prolegómenos de la dimisión, la formación morada se enzarzó en unas primarias a la búlgara que desataron nuevas batallas internas entre las tres familias -errejonistas, pablistas y anticapitalistas-. En ellas se perpetró la caída de Íñigo Errejón en la Comunidad y se fraguó la otra salida abrupta de la política madrileña este curso, la de Lorena Ruiz-Huerta. Anticapitalista de fondo, sustituyó a José Manuel López tiempo atrás y aguantó hasta que no pudo más como la voz regional de Podemos. Entre lágrimas, dijo sentirse en "minoría" en la dirección y dio paso a Clara Serra, cercana al ex número dos de Iglesias y voz viva de la corriente de Errejón.
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