Primero fue el palacio del Monistrol, en la calle de la Luna. Después una casa en Montera. Más tarde, el edificio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid en la calle Atocha y en 1891, tras décadas itinerante, el Banco de España se instalaba en su sede central definitiva. El palacio del Marqués de Alcañices, abierto a dos de las arterias principales de la capital: la calle Alcalá y el Paseo del Prado, era –por fin- un espacio a la altura de la institución a la que daba cobijo.
Tras la adquisición del inmueble, se convocó un concurso público para elegir el proyecto de remodelación. La convocatoria no tuvo éxito de participación y los planos presentados no resultaron del agrado de la comisión de obras, que delegaron el encargo en los propios arquitectos del Banco, Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra. Tomando como modelo los palacios renacentistas venecianos, esbozaron un edificio cuya primera piedra colocó el rey Alfonso XII el 4 de julio de 1884.
Al solar se unieron la iglesia de San Fermín de los Navarros, unos terrenos pertenecientes al Marqués de Larios y los jardines de la Escuela de Ingenieros de Caminos, fruto de las tres ampliaciones que ha sufrido. Pero no solo es monumental la fachada de su amplia superficie, sino también su interior, donde se despliega un desconocido espacio museístico.

La envidia de los palacios
Una imponente escalera de mármol de Carrara preside una de sus salas acompañada por unas vidrieras fabricadas en la casa Mayer de Múnich. donde destacan figuras alegóricas como la imagen de la diosa Fortuna flanqueada por las tres gracias y las tres parcas, símbolos de la riqueza y la pobreza respectivamente.
En la planta principal, un auténtico palacio. Lámparas de Bohemia traídas de la República Checa. Grabados de la serie Tauromaquia de Goya en el corredor y en una sala de cuyas paredes cuelgan hasta ocho cuadros del genio aragonés. El techo de uno de los comedores, decorado con un lienzo de Joaquín Sorolla. Y un sinfín de piezas pictóricas y arquitectónicas que detalló con precisión el cronista de la Villa y exdirector del Madridiario Pedro Montoliú en el capítulo dedicado al Banco de España de su serie de edificios singulares de Madrid publicada en este medio.
Los lingotes, a 36 metros de profundidad
Desde 1874, el Banco de España ostenta el monopolio de la emisión de moneda y billetes para todo el territorio nacional. En la actualidad, guarda la tercera colección numismática más importante del país. ¿Dónde? En la cámara del oro, a la que se accede bajando en un ascensor de seguridad los 36 metros de profundidad a los que se encuentra y cruzando sus puertas acorazadas. En el opuesto extremo, un helipuerto privado y en desuso que corona el edificio desde 1969.