Convivir es un verbo difícil de conjugar en buena parte del barrio de Bellas Vistas, en el distrito de Tetuán. Pocos niegan que exista un conflicto en esta zona del noroeste de la capital. Lo que sí difiere es el diagnóstico y, por ende, la solución.
Muchos vecinos de Bellas Vistas están hartos: quieren que sus calles, en el distrito de Tetuán, dejen de ser noticia. Desean recuperar una vida 'normal', poder dormir, vivir sin miedo y que las amenazas sean un recuerdo del pasado. Algunos hablan, con la condición, eso sí, de no ser identificados; otros prefieren callar y "evitar más problemas". Quien sí da la cara y proclama su nombre es María José, voz y símbolo de los más perjudicados por una situación que ha deteriorado la convivencia hasta límites insospechados. Odiada y admirada a partes iguales, la portavoz del Grupo Vecinal de Bellas Vistas reconoce a Madridiario que teme por su vida: un día tuvo que alzar la voz y desde entonces no se ha callado.
El mayor foco de conflicto se localiza en la manzana que conforman las calles Almansa, Topete, Carnicer y Tenerife. Los enfrentamientos son una constante; las peleas, habituales; y si se escucharan disparos, no sería la primera vez. La tensión es evidente, aunque lo peor ha pasado: ese momento se vivió tras la muerte violenta de Alexander V. R., de 25 años, alias Velo Velo, a principios de 2017. Integrante de los Trinitarios, el suceso evidenció la presencia de bandas latinas en Bellas Vistas, donde el día a día, denuncian algunos vecinos, está marcado por la inseguridad que acarrean, sobre todo, las drogas y la 'okupación'; también denuncian robos y ruidos. "Esto es insostenible", describe María José, para quien el barrio se ha convertido en un gueto.
"Hay buenos y malos": la comunidad dominicana lucha contra sí misma
Si antaño Tetuán era castizo, hoy es uno de los distritos mestizos por excelencia. No obstante, a pocos metros de la glorieta de Cuatro Caminos, Madrid tiene su "pequeño Caribe", en el que predomina el colectivo dominicano. La actividad comercial es intensa: destacan peluquerías, bares y locutorios. Pero, según algunos vecinos, hay algo más. "Han matado a dos personas en ocho años, se pelean, se lanzan botellas, nos amenazan, hay trapicheo a plena luz del día, yonquis tirados en la calle y en los portales…", denuncian, y se preguntan: "¿Eso es normal?".
Un diagnóstico que rechaza Marcela Manubens, dinamizadora vecinal, trabajadora social y mediadora intercultural: "Bellas Vistas no es una ciudad sin ley", contrapone, y reconoce que "cada persona vive la fotografía de su barrio de forma diferente": "Con la llegada de vecinos inmigrantes a veces se forma una idea de 'amenaza', de estereotipo o de prejuicio", que, advierte, "se puede modificar".
En esa idea insiste Manubens para defender que "la mediación es la mejor fórmula para conocerse y lograr acuerdos", por lo que promueve "tareas de participación, formación y orientación para favorecer la convivencia". No obstante, reconoce "quejas por ruidos, botellones y concentración de gente en calles y plazas" de Bellas Vistas, así como el hacinamiento en viviendas precarias y la falta de iluminación en las vías públicas.
Una radiografía en la que coincide Antonio Ortiz, presidente de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán: "La mayoría de las casas son muy malas", critica en Madridiario, donde añade que persisten las 'camas calientes', es decir, los alquileres por horas: "El resto del día esas personas están en la calle", lamenta, una situación que con frecuencia deriva en "botellón, borracheras y peleas”. A Ortiz también le preocupa "la normalización de la prostitución" y detalla que es habitual "el alquiler de pisos por parte de grupos de chicas que no tienen otro trabajo".
Ruido, drogas, falta de integración... ¿y racismo?
Pero el problema "fundamental", según él, es el ruido y el choque por la llegada masiva de personas inmigrantes a la zona: "La gente en Tetuán siempre se ha relacionado mucho en la calle. El conflicto ha surgido cuando lo han hecho los dominicanos", señala. Ortiz tampoco pasa por alto el menudeo de droga y recuerda que buena parte de Bellas Vistas tiene uno de los niveles más bajos de renta de Madrid, es decir, presenta una especial vulnerabilidad.
Por ello, y al igual que Manubens, trabaja en "buscar salidas vitales, dar oportunidades y generar sinergias": Ortiz habla de "cambiar el barrio, pero sin expulsar a nadie". "A la gente le gusta que se hagan actividades", sostiene. Planes para la prevención del conflicto, contra los prejuicios y por la integración: "La comunidad dominicana se siente perseguida, estigmatizada y violentada", advierte la dinamizadora. "Está bien hacer cosas, pero no se pueden ocultar lo que hay", clama María José, para quien la problemática se origina en "quienes no se quieren integrar".
"No nos quejamos por vivir en un barrio multicultural, pero lo que no queremos es convivir con armas y drogas", resume. Su discurso es duro y desgarrador. Habla de "buenos y malos". Rechaza la etiqueta que algunos le cuelgan: "No hay racismo, sino un conflicto vecinal". Y critica tanto "a quienes hacen gueto" como "a quienes tapan el problema": "Que muera un chico a las 07:30 no es ruido. El trapicheo no es ruido. Los tiros no son ruido. Las amenazas no son ruido. Y sí, también hay ruido, pero porque hay locales que incumplen la normativa y abren como 'after' teniendo una licencia de restaurante".
Tras un paseo por Bellas Vistas, varias conversaciones y muchos matices, en lo único que coinciden plenamente todos los entrevistados por Madridiario es en reconocer un incremento de la presencia policial en la zona en los últimos meses, a raíz del asesinato de Velo Velo. En eso y en la necesidad de cambiar la situación, aunque, ante diagnósticos distintos, las propuestas también son diferentes.