De modo que la corrida transcurrió sin emoción ni arte ni ‘na’ de ‘na’, pese al triunfalismo mayoritario del cotarro que le regaló un trofeíto facilongo al reaparecido Talavante, tan parsimonioso en las formas como acelerado en el fondo. Aconteció en el tercer animal, con la divisa de Vegahermosa –hermana de Jandilla- el único con un punto de codicia y entrega, al que de inicio muleteó por el pitón izquierdo con mediocridad y ventajismo.
Algo mejoró por el otro, no mucho no crean, y hubo que aguardar a las dos últimas series también en redondo -en las que no faltó un aplaudido y bonito desarme-, que cerró con sendos cambios de mano también bonitos -de verdad- para realizar algo de toreo cercano al arte, no mucho, no crean. Sin embargo esa mayoritaria parte del cotarro desenfundó sus pañuelos hasta que cayó la orejita. Ni siquiera a este público le interesó lo que el extremeño llevó a cabo con sus dos otros enemigos por la falta de emoción ante su flojera.
Lo mismo ocurrió con Juan Ortega en sus primer y tercer burel, sendos cadáveres semovientes, con los que se dedicó a tirar líneas con la flámula no sólo sin emoción sino también sin nada destacable salvo la vulgaridad. Con el otro, que al principio iba y venía sin demasiada entrega, ni se acopló lo más mínimo hasta que también casi se murió en vida.
Y por razones que se desconocen, ese sector indocto le jaleó hasta otro bonito desarme en su segundo hasta que acabó aburriéndose, como el toro y el propio espada. Por cierto, se insiste que ni uno ni otro rivalizaron en quites, amén de que siendo buenos capoteros no ofrecieron ni uno digno de mención. O sea, también se insiste, y perdonen la redundancia: pero, imposible. O casi.
FICHA
Toros de JANDILLA y 3º de VEGAHERMOSA, de buena aunque desigual presentación, nobles, mansos, descastados –excepto el codicioso 3º- y blandos. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio; oreja tras aviso; silencio. JUAN ORTEGA: silencio; silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. 6ª de Feria y corrida de la Cultura. Lleno de ‘no hay billetes’.
Crónica del festejo anterior.