02/06/2017@07:45:00
Giusep, como le gusta llamarse, nació en Argelia. Tiene 19 años y una cicatriz en la frente de una paliza que le dio su padre para que dejara de ser gay. Cuenta, en inglés, que las manos se le han quedado enrojecidas por trabajar 14 horas al día en una frutería de Nápoles, de ilegal. Escapó a Italia porque tenía miedo a acabar en un club de alterne o muerto. Allí, cuando pensaba que estaba a salvo por estar en Europa, encontró los golpes de su tío, que era quien le acogía. En España, ha estado en la cárcel, en la calle y, ahora, en un centro de refugiados en la Comunidad de Madrid. Aunque ostenta esa condición y ha encontrado el apoyo de entidades como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y el Colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de Getafe (Colega Getafe), le quedan meses de espera para saber si puede vivir definitivamente en nuestro país. "En España puedes tener un trabajo, una casa y derechos -afirma-. Con esas tres cosas estás seguro". Madridiario habla con él.