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PREMIO 'MADRID, TODA UNA VIDA'

Concha Velasco
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Concha Velasco (Foto: Nacho Hernández de Alba)

Concha Velasco: "No pretendo pasar a la posteridad como una actriz genial sino como una buena persona"

Dice haber sido premiada "y mucho" por la vida, que le ha regalado dos hijos y una carrera profesional "espléndida", sembrada de éxitos. Tan vitalista como siempre, a sus 66 años Concha Velasco dice estar en uno de los mejores momentos de su vida, quizá por eso prefiere no echar la vista atrás ni hacer suyo eso de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor' porque "a mí sólo me importa el hoy y el mañana". Estos días se supera a sí misma en el escenario, en el papel de Filomena Marturano, que ya interpretó hace casi 30 años. "No soy ni la misma persona ni la misma actriz que entonces porque he comprendido que para interpretar bien hay que haber vivido, haber sentido" y confiesa que uno de los pocos anhelos que le quedan por lograr, además de ser abuela, es tener una gran casa donde volver a reunir a su familia.

Concha Velasco, recibes el premio a toda una vida. ¿Te ha premiado la vida a ti?
A mí la vida me ha premiado y mucho en todos los aspectos. Como persona, como actriz... creo que la vida ha sido muy generosa conmigo. Y encima son unos premios que me encantan, me gustan muchísimo las personas de las que voy a estar rodeada y de que mi antecesor haya sido Tony Leblanc. Yo le debo el hacerme protagonista y primera figura. Tuve la suerte de tenerle como pareja en Las chicas de la Cruz Roja y Tony me llevó de su mano para sustituir a Nati Mistral, he hecho muchísimas películas con él como pareja, le quiero mucho y soy muy amiga de él y de su mujer Isabel.

Después de tantos galardones, ¿cómo te sienta éste?
Soy una actriz muy premiada y en todas las épocas de mi vida. Cuando empezaba, como joven promesa, luego como firme realidad, pero un premio siempre se recibe con mucho cariño y mucha alegría. Ninguno es uno más sino el premio. Yo vivo mucho el día y soy realista, es el hoy y es mi presente. Además he de decirte que este mismo miércoles por la mañana me dan la Medalla de Honor de la Universidad Carlos III con Manuel Alexandre, y va a se un acto muy emotivo.

Es decir, que vas a tener un día al completo...
Sí, porque en la vida las cosas buenas y las malas suelen venir de tres en tres. Ahora me toca bueno.

Entonces ¿has dejado atrás las vacas flacas?
Bueno, no han sido vacas flacas, son cosas que pasan en la vida y que ya forman parte del pasado. A mí sólo me importa hoy y mañana.

El hoy se llama Filomena Marturano. ¿Cómo te encuentras reencarnando este personaje?
Muy bien porque yo he elegido hacer Filomena Marturano precisamente en este momento de mi vida. Ya la representé hace 27 años y siempre pensé que Filomena Marturano era un personaje que necesitaba más cuerpo y más edad, cosa que yo no tenía en aquel momento. Tenía 39 años, acababa de nacer mi hijo Paco. Es una obra de Eduardo de Filippo que se sigue representando en todo el mundo, interpretada por las grandes actrices y yo le pedí a Juanjo Seonae que me permitiera reponerla. En España sólo la hemos hecho dos actrices, doña Pepita Serrador, la madre de Chicho, y yo, así que no hay comparación posible. Si hay alguna comparación es conmigo misma, que es lo más reciente. Incluso te contaré que, desde febrero, ya ha habido críticas en muy diferentes sentidos y mientras unos dicen que ahora lo hago mejor ahora, con más autenticidad, con más verdad, otros dicen que lo hacía mejor hace 27 años porque no tenía la sabiduría y experiencia que tengo ahora y que le restan emoción al personaje.

Ha pasado mucho tiempo desde tu primera Filomena. ¿Cómo te ves, comparándote con entonces?
Y tanto que ha pasado. No tengo problema en decirte que tengo 66 años y que estoy encantada, la verdad, me pillas en uno de los mejores momentos de mi vida. Respecto a entonces, he de decirte que yo no me veo nunca. Tengo el almacén, que es donde ahora lo tengo todo guardado, lleno de cintas, películas, guiones y obras, pero yo no me veo nunca. Me veo cuando pasan 10 o 20 años y entonces digo: "Uy, qué mona era esta chica" o "Qué bien lo hacía" o "Qué mal estaba" pero yo en el momento no me veo nunca, sólo si me obliga el director de la película que ruedo a ver la toma, o el día del estreno, que es obligado. De todas formas hace unas semanas que en el programa la Mandrágora hicieron una cosa muy bonita, y mostraron imágenes de la otra Filomena. Fíjate que si pudieras hacer un fundido de imágenes las representaciones son exactas y lo único que cambia soy yo, físicamente, y mi compañero que antes era Sazatornil y ahora es Hector Colomé.

Uno se hace con toda la experiencia de su pasado pero, ¿preferirías borrar algo de tu vida?
Yo no tengo esa manera de pensar, soy realista. No se puede volver atrás y no se puede negar el pasado, forma parte de nuestra vida con todo lo malo y todo lo bueno. Yo no puedo renegar de ser hija de mis padres, a los que adoro, de tener una familia maravillosa, de haberme casado, de tener dos hijos, de haber vivido en España en una época de dictadura, en otra época de libertad... No, todo lo contrario, el pasado me ha servido para formarme. Me preocupa más mi futuro, que me queda poco, o nada, lo que Dios quiera. Pero lo único cierto es que me queda menos por vivir que lo que ya he vivido.

¿En qué faceta te preocupa más ese futuro?
En todas. En el moral, en el personal, en el profesional, en que mis hijos sean felices, en saber evolucionar con dignidad.

¿Te preocupa la vejez?
Sí, como a todo el mundo. Sobre todo me preocupa tener una enfermedad en la que diera la lata a mis hijos, aunque sé que se portarán bien como yo lo he hecho con mis padres. Pero no me gustaría darles la lata porque sé que hay enfermedades que destrozan la vida de los jóvenes y yo no quiero destrozarles la vida a mis hijos en ningún sentido. No quiero dejarles una mala herencia ni económica, ni moral ni con una amargura porque hayan tenido que ocuparse de una mujer con una enfermedad de esas tremendas.

Y la soledad, ¿no te inquieta?
No, no me preocupa en absoluto porque no me siento sola, pero no porque tenga a Leo -el caniche que la acompaña- porque eso sería una bobada. Sí es verdad que me gustaría tener nietos, me gustaría que mis hijos se casaran. Yo soñé toda mi vida con tener una casa familiar. Cuando era jovencita vivía en el Puente de Toledo y vivíamos toda la familia en la misma casa, aunque cada uno en su piso. Era la época en que yo era bailarina y me gustaba mucho la idea de que mis tías vivieran en un piso, mis otros tíos en otro, nosotros en otro, y yo siempre me quedé con ese sueño de poder tener algún día esa independencia de cada uno en su casa pero tener la gran casa. Porque eso no lo he conseguido, he conseguido otras cosas pero no esa casa soñada, que no tiene que ser necesariamente una mansión o un palacio sino donde vuelvan a venir mis hijos a comer, y que vinieran con sus mujeres y que la casa de la madre fuera el centro neurálgico de la familia. Eso es lo que me gustaría conseguir.



¿Madre o actriz?
A mí me encanta ser actriz. Tengo todos los divismos, todas las vanidades, pero también tengo una herencia familiar muy importante que me ha hecho feliz y que creo que es absolutamente compatible. Y no dejaría una cosa por la otra. Como todo lo que se vive, también el hecho de ser madre me ha aportado muchas cosas a mi vida profesional. Recuerdo un profesor de ballet clásico que me decía: "Nunca serás una buena bailarina hasta que no hayas amado, hayas sufrido y hayas tenido hijos". Y yo, que era muy joven, no lo entendía, pero ahora entiendo que para saber interpretar bien hay que haber vivido, haber sentido. Aunque hay gente que no le sirve para nada la vida a la hora de interpretar, los disgustos, los éxitos. Yo soy una actriz de tripas, como dice Berlanga, que aporto a los personajes todas mis emociones, y luego también recibo de los personajes y de los autores una herencia cultural muy importante, de los hijos, los padres, los maridos, todo, todo me ha servido.

¿Te gustaría ser recordada por algo concreto que has hecho, por un papel, por una actuación o por toda una vida?
Por toda mi vida está muy bien porque yo creo que tengo una carrera espléndida. Empecé como bailarina y he hecho revista, televisión, teatro, en definitiva creo que tengo una de las carreras más sólidas de este país. Eso de que me llamen todoterreno, pues bueno, está bien, polifacética, no, porque yo sólo interpreto, pero sí soy dúctil, en un abanico amplio de posibilidades. Yo creo que tengo grandes trabajos por los que ser recordada como Santa Teresa, en televisión. En cine, "Pim, Pam, Pum fuego", "Más allá del jardín" y "París Tombuctú", porque me dio la oportunidad de trabajar a las órdenes de Berlanga. En teatro, "Carmen, Carmen", "Buenas noches, madre", "Mamá quiero ser artista", "Yo me bajo en la próxima, y usted", "Filomena Marturano", por la que fui muy premiada. Y lo que me gustaría de verdad es dejar un recuerdo bueno a mis hijos como persona, no pretendo pasar a la posteridad como una actriz genial, no.

¿Es más difícil ser buena persona que buena actriz?
Sí, ser buena persona es muy difícil, la verdad. Todos somos buenos y malos. Para buenos, buenos, ahí están los santos, y yo no soy ninguna santa

Quizás algo te quedó de Santa Teresa, ¿no?
Me ha quedado una amistad. Yo le hablo, convivo con ella, es mi amiga. Sin que esto se saque de contexto, yo tenía la sensación de que Santa Teresa me pedía "No hagas de mí un personaje tonto, cursi y que levita. Hazme una mujer que llega a ser Santa, no una Santa que anda por ahí como una monjita. No soy una monjita, soy una monja". Y la estudié en profundidad, con ese guión espléndido de Carmen Martín Gaite y Josefina Molina en la dirección y Víctor García de la Concha como asesor religioso. Era muy difícil que eso saliera mal.

Sigues siendo tan vitalista como siempre, ¿cuál es el secreto?
Es que soy muy vital y tengo mucha energía. Convivir conmigo es muy difícil. Yo madrugo, leo, estudio, salgo, ando, bueno, ahora un poquito menos porque ya tengo más años y las dos funciones desgastan pero soy muy vital, con una salud de hierro que no sé si me la merezco, tengo miedo de que me dé una trombosis...

Ahora vives en un hotel, algo muy diferente a lo que sueñas con tener, esa gran casa matriarcal.
Eso ha sido un paso que yo tenía que dar, aconsejada por mi familia, por mis hijos y por mi prima, que es la que me está ayudando muchísimo. Ahora no tengo oficina, no tengo secretaria. Me estoy valiendo por mí misma, que también está muy bien. El día que yo dejé la casa que me compré con 24 años, en la que habían nacido mis hijos, pues no fue un buen momento y me trajeron aquí. Pensaron que iba a ser para una semana y ya llevo un mes. Y como estoy de gira con Filomena no me doy cuenta aunque sí es un poco raro, un poquito duro vivir en un hotel, y éste es maravilloso. Por eso pienso que no hay que dramatizar, porque estoy muy bien y vivo muy bien. Soy una afortunada.

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