Unos por los otros y la casa sin barrer. El palacio del Canto del Pico, en Torrelodones, lleva décadas acumulando vejez sin que nadie frene su deterioro.
Ahora, la Dirección General de Patrimonio -organismo que depende de la Comunidad de Madrid- ha multado a los propietarios con hasta 1.000 euros al mes de multa hasta que éstos, la empresa hostelera SHL (Stoyam Holdings Limited), pongan sobre la mesa un plan de rehabilitación del edificio.
Mientras tanto, el Ayuntamiento se afana en intentar resolver la situación. Su alcalde, Alfredo García Plata (Vecinos por Torrelodones), sueña con ver el palacio en funcionamiento. "Puede hacerse un hotelito rural, un parador o un museo... cualquier cosa que traiga turismo y trabajo a la ciudad", enumera en una conversación telefónica con Madridiario. "Cualquier proyecto con valor para los vecinos y que sea sostenible sería ideal", opina.

El hotel fallido
De hecho, los actuales propietarios compraron el edificio a la familia Franco con intención de convertirlo en un hotel, dado que se dedican al mundo de la restauración y la zona, un paraje natural desde el que se divisan hasta 37 municipios de la región -capital incluida-, no podría ser mejor para dicho proyecto.
Sin embargo, precisamente por su ubicación, la Comunidad de Madrid paralizó los permisos solicitados por SHL. Según recuerda García Plata, al estar situado en la Cuenca Alta del Manzanares, "existen problemas medioambientales que impidieron llevar a cabo los planes de los propietarios".
Frustradas sus aspiraciones, los empresarios se desentendieron del lugar, ya de por sí castigado. El edificio que sirvió de atalaya a los republicanos durante la Guerra Civil, perteneció después al dictador y al resto de su familia, como otros muchos monumentos españoles que fueron expoliados. Incluso su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú y el periodista Jimmy Giménez-Arnau vivieron en el Canto del Pico algunos años. Pero luego lo abandonaron a su suerte.
Un BIC abandonado
En 1988, Carmen Franco Polo -hija del dictador- vendió la propiedad al hermano del párroco de Torrelodones, que a su vez era propietario de SHL. El edificio sufrió entonces un grave incendio que este verano ha vuelto
casi a repetirse.
Pero la zona sigue "abandonada". Y así lo denuncia el alcalde del municipio, que relata cómo el monumento, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad de Madrid, recibe visitas poco agradables como la de los adolescentes que se refugian en él para hacer botellón. "La empresa ha puesto un guardés, pero no puede estar las 24 horas del día", lamenta García Plata.

Responsabilidad 'in vigilando'
El jefe del Ejecutivo local se encuentra en el medio del conflicto. Su equipo tiene las manos atadas, ya que el reparto competencial le permite, por ejemplo, contribuir al mantenimiento de la zona, pero no a exigir que haya seguridad de forma permanente para protegerlo. Por supuesto, tampoco pueden encargarse ellos de las obras a realizar. "Lo que sí podemos hacer es intermediar", se muestra optimista.
Es más, con apenas dos meses al frente del Consistorio, la comisión que ya creó la anterior Corporación se puso a funcionar. Se trata de un organismo local en el que se debaten posibles medidas que pongan fin al conflicto, no tanto desde un punto de vista político, sino efectivo: "Se trata de buscar soluciones concretas", defiende García Plata.
Terminada su labor (o parte de ella), se prevé que los concejales responsables de la misma eleven al próximo pleno ordinario, que se celebrará el 24 de agosto, una propuesta definitiva. "Lo primero es definir con exactitud cuál es la actuación in vigilando que el Ayuntamiento debe llevar a cabo en el Canto del Pico, definir nuestras competencias y, con ellas, poder empujar tanto a la Comunidad como a los propietarios del palacio a que busquen una solución", concluye.