A tan solo 30 minutos de Madrid – en Chinchón - y con 9 hectáreas de viñedos propios, se encuentran las Bodegas Val Azul. Su vino es fruto del respeto por la tierra conjugado con parte del trabajo de dos mujeres, que son el claro ejemplo de liderazgo y emprendimiento en este sector. Eva Rodríguez, como Directora General y Olga Fernández, como enóloga, forman la simbiosis perfecta para conseguir el reconocimiento en el cultivo de la vid, tanto a nivel nacional como internacional.
El proyecto nace en 2005 con tres variedades de vino, Syrah, Cabernet y Merlot. Eva Rodríguez tomo la dirección en 2008 a pesar de haber estudiado ingeniería industrial, centrada en el sector de la construcción, pues sus raíces vitícolas finalmente ganaron la batalla.
El hecho de ser mujer no ha supuesto un hándicap para ninguna de ellas en el sector de la viticultura. Ambas se sienten integradas: “No solo en nuestra bodega, sino en todo el sector de la enología”, asegura Olga. Según relata, no existe ningún tipo de discriminación cuando trabaja con compañeros de otras bodegas o dentro de Val Azul.
Es cierto que la enóloga considera que hace aproximadamente 20 años “sí podría existir una ligera discriminación, ya que el tema de la enología y la agronomía sí ha estado tradicionalmente muy vinculado al hombre” pero actualmente, todas esos estereotipos se han superado: “Se ha avanzado mucho en muy poco tiempo”.
Uno de los aspectos más importantes de esta bodega es la forma natural y ecológica en la que se trata la tierra y se elabora el vino. “Siempre ha sido cien por cien ecológica porque no aportamos servicios y no hacemos ningún tratamiento. En relación con el tema burocrático, lo hemos dado de alta en el comité de cultivo ecológico porque no solo tienes que serlo sino también demostrarlo”, afirma la experta en la elaboración del vino.
Olga se doctoró en Enología y Viticultura en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid y siempre ha estado vinculada a proyectos I+D+i acerca de técnicas de viticultura y elaboración de vinos en relación con el cambio climático.

Las vides de esta bodega en la que trabaja se encuentran en una zona cuya tradición viticultora se remonta al siglo XIII, con una altura promedio de 750 metros sobre el nivel del mar y con un clima mediterráneo-continental. El clima guarda un impacto muy característico e importante en el vino que se produce en esta bodega. Así lo asegura Olga, que nos da las claves de un buen vino: “Para mí un vino tiene que tener una cierta complejidad, te debe hablar del terreno y de la zona. Es importante preservar la expresión del paraje y la expresión cultural sobre cómo se lleva a cabo la viticultura”.
La presencia internacional de los vinos que producen es muy relevante. Sus variedades “además de gustar mucho en España, cumplen con el gusto internacional”. Sin embargo, la situación provocada por la Covid-19 ha provocado que sus deseos de seguir exportando a más países a nivel internacional “se haya frenado”. Además, en relación con las ferias internacionales, “tampoco hemos podido asistir a ninguna porque se han cancelado todas”, afirma Olga.
A pesar de la situación sanitaria, durante este último año, Eva Rodríguez propuso y ejecutó una importante transformación de la bodega creando nuevos negocios y servicios, como el enoturismo, que acercan más este arte ancestral al gran público. En esta nueva experiencia, se encuentran los servicios del Tour de bautismo, Ciclo del vino y la Enología amateur.

Además, a pocos minutos de la viña cuentan con una amplia finca con salón para eventos, reuniones, catering, team building, presentaciones, etc. Este cuenta con las mejores vistas en plena naturaleza.
Con una filosofía movida por la ecología, esta bodega madrileña seguirá siendo un referente mucho más tiempo. Su selección manual -tanto en el campo como en mesa- y el pisado de uva son una de las señas de identidad que permiten conseguir un producto con un nivel de calidad muy alto.