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La UDC de Vicálvaro  trabajando en un parque del distrito
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La UDC de Vicálvaro trabajando en un parque del distrito (Foto: Ayuntamiento de Madrid)

Unidades Distritales de Colaboración: ciudadanos con ganas de trabajar por su barrio

domingo 21 de febrero de 2021, 08:54h

Carlos llevaba casi un año desempleado hasta que el pasado mes de septiembre la Fundación San Martín de Porres le dio una oportunidad laboral y una misión: formar parte de la Unidad Distrital de Colaboración (UDC) de Usera. Desde entonces, este técnico de jardinería de 46 años, separado y con un hijo a su cargo, se siente afortunado de volver a estar en activo, cotizar y recibir un sueldo, aunque sea temporal. “Es que estás trabajando y, según como están las cosas, encontrar un trabajo, madre mía… De hecho, yo soy el único que trabaja en mi casa”.

Cada mañana, Carlos y sus seis compañeros se colocan el chaleco amarillo con el distintivo de la unidad en la espalda y se dirigen a puntos diferentes del barrio de Usera. Porque si algo tiene este nuevo empleo es que no hay dos días iguales. “A mí me gusta porque varías de cosas. Ahora mismo estamos solando una acera y a primera hora hemos estado reparando el muro de un colegio. Entonces haces albañilería, un poco de pintura, carpintería también, porque estamos preparando unos bancales para un jardín. Muy entretenido, la verdad”, subraya.

Toda esta variedad de actividades le está dando la posibilidad de adquirir nuevas habilidades que en un futuro pueden servirle para encontrar otro empleo. De momento, formar parte de este equipo humano le está dando la satisfacción de realizar un servicio a la comunidad ampliamente reconocido. “En este distrito hay muchas zonas degradadas, así que cuando los vecinos ven que somos gente del barrio y que nos dedicamos a este tipo de actuaciones, la gente es muy agradecida”, explica.

Coincide con este planteamiento Laura Pierna, coordinadora de la UDC de Carabanchel. “Son distritos un poco castigados respecto al entorno, así que el hecho de que atendamos las necesidades que muchas veces llevan demandando tiempo es muy gratificante. Además, son muy bien acogidas porque las personas contratadas son vecinas del propio distrito y son conocidas”.

Ambas Unidades Distritales de Colaboración, de Usera y Carabanchel, son gestionadas por la Fundación San Martín de Porres, entidad sin ánimo de lucro que trabaja en favor de los más desfavorecidos. Es una de las 11 organizaciones seleccionadas por el Ayuntamiento de Madrid mediante dos convocatorias públicas en un programa con un doble objetivo: favorecer el equilibrio entre los distritos mediante proyectos de regeneración del espacio público y mejorar las oportunidades laborales de las personas con difícil empleabilidad.

Las entidades seleccionadas tienen gran experiencia con colectivos vulnerables de jóvenes, migrantes, personas sin hogar o familias monoparentales (Fundación San Martín de Porres, La Rueca, El Olivar, Fundación Iniciativas Sur, Progestión, KifKif y Entre Iguales); algunas trabajan con personas con discapacidad (Plena Inclusión, Afanias y Fundación Juan XXIII) y hay una especializada en la atención a refugiados (Comisión Española de Ayuda al Refugiado).

Proyectos en todos los distritos

Las Unidades Distritales de Colaboración empezaron a funcionar en algunos barrios en 2017, pero no fue hasta 2020 cuando se extendieron a todos los distritos de la ciudad impulsadas por el Área de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, que ha destinado casi 12 millones de euros a este fin. De los 21 proyectos actualmente en ejecución, los seleccionados en la primera convocatoria comenzaron a desarrollarse en enero de 2020 y los de la segunda, el pasado septiembre.

“Las entidades presentan proyectos en constante movimiento que complementan las competencias, necesidades y actividades de los distritos, al tiempo que fomentan la empleabilidad de colectivos vulnerables”, señala la concejal delegada del Área, Silvia Saavedra. En este momento son más de 180 las personas en riesgo de exclusión que han encontrado trabajo en todos los distritos a través de esta iniciativa.

“En nuestro caso contratamos a personas que vienen derivadas de los propios servicios sociales del distrito, por lo que todo el proceso de selección se lleva a cabo con dicho recurso”, explica Laura Pierna. “Luego realizamos un itinerario de inserción laboral en el que contamos también con el apoyo de un técnico de empleo para realizar todo el acompañamiento, no solo en la búsqueda de un trabajo ordinario una vez que finaliza este contrato, sino también para la propia adaptación al puesto de trabajo”, añade la coordinadora de la UDC de Carabanchel.

Además de la inserción sociolaboral de personas en situación de exclusión social, los proyectos que gestiona la Fundación San Martín de Porres en estas unidades tienen como objetivos la mejora del entorno, la concienciación medioambiental y la colaboración con los servicios sociales del distrito en actividades culturales, deportivas o educativas.

Trabajan en coordinación con las Juntas municipales y la propia Área, de manera que los diferentes servicios conocen la actividad, la fecha y el emplazamiento en que van a desarrollarse las intervenciones. Tampoco hay ningún conflicto con los servicios de limpieza viaria, recogida de residuos y otros mantenimientos, porque “cuando la actuación que propone una entidad afecta a esos servicios, siempre se les requiere su informe, y, si no es favorable, la actuación no se lleva a cabo”, aclaran fuentes del Área.

Pieza fundamental en campañas de sensibilización

La irrupción del coronavirus ha impedido que las UDC hayan realizado con normalidad su trabajo desde el principio. Pero cuando la desescalada lo permitió, las entidades que operan en Arganzuela, Salamanca y Moncloa-Aravaca fueron las primeras en comenzar sus actividades y ya en septiembre se incorporaron las de los distritos restantes.

Es habitual ver a sus miembros recogiendo hojas de parques y espacios públicos o desbrozando solares sin uso y zonas verdes excluidas de la conservación ordinaria. Acondicionar huertos urbanos en colegios o centros de mayores o limpiar de pintadas edificios municipales son otras de las tareas que suelen afrontar dentro de su misión para regenerar el espacio público. Pero no son las únicas.

Estos hombres y mujeres también han participado en campañas de concienciación para el uso seguro de parques y jardines, con recomendaciones para prevenir contagios por coronavirus. En algunos distritos, las entidades también han colaborado "en la difusión de las acciones programadas desde las Juntas Municipales para impulsar el comercio de proximidad, que ha sufrido un fuerte impacto negativo viendo descender sus ventas drásticamente con motivo de actual situación de crisis derivada de la aparición de la Covid-19”, apuntan desde el Área.

Además, en colaboración con los servicios de limpieza urbana, son muy activos en campañas de recogida de excrementos caninos, de restos de cigarrillos o de retirada de propaganda de prostitución en vehículos. Las UDC están jugando un importante papel de sensibilización a pie de calle para promover buenos hábitos en la gestión de residuos o fomentar el uso responsable de los espacios. “Hemos hecho una campaña de apoyo al pequeño comercio, vamos a hacer también una de reciclado y otra de eficiencia energética”, relata Carlos quien cree que concienciación “es lo que más falta hace en este barrio y en todos. La gente, con la escusa de que viene personal a limpiar, parece que puede ensuciar y hay que revertir este pensamiento en todos los sentidos”. Para conseguir esta complicada misión, no hay más fórmula mágica que “perseverancia, paciencia y conciencia social”, sentencia.

En el diseño de todos estos proyectos resulta primordial escuchar las demandas de los vecinos, de modo que los responsables de estas organizaciones están en contacto permanente con los residentes a través del tejido asociativo y rastrean los barrios sobre los que realizan las intervenciones para saber cuáles son los lugares que precisan una mayor atención y planificar así sus acciones.

“Cada UDC se erige como peldaño de una gran escalera. Son testimonio de que cuando se trabaja pensando en el bienestar real del prójimo, de los demás, se traban sinergias beneficiosas para todos y de forma especial, para quienes más lo necesitan”, remarca Silvia Saavedra, quien avanza que para la próxima convocatoria se prevé "ampliar el crédito a las UDC en función de las necesidades del distrito y de la disponibilidad presupuestaria".

Cuando se produce una emergencia, como el temporal que azotó Madrid en enero, “se adapta la programación de actividades para atender esa necesidad urgente”, precisan desde el Área. Y ahí las UDC se han volcado. Las circunstancias obligaron a reorientar el trabajo de los miembros de estas unidades que despejaron de nieve y hielo accesos a metros, bloques de viviendas o mercados y retiraron ramas de arbustos caídos. “Estuvimos nueve días seguidos de trabajo quitando nieve”, confirma Carlos. “Tengo una compañera que sigue de baja con tendinitis en las muñecas. De no poder ni atarse los cordones”, añade para trasladar la idea del esfuerzo que supuso.

Los integrantes de estas UDC “son personas con certificado de exclusión social emitido por servicios sociales y viven en el propio distrito en el que van a trabajar”, comenta la coordinadora de la UDC de Carabanchel. “Tenemos paridad, pero no hay un perfil concreto”. Lo único que comparten es su situación de vulnerabilidad, su residencia en la zona y sus ganas de trabajar.

Como todos los empleos, este también tiene sus pros y sus contras. “Hay días mejores, días peores. Trabajas en la calle, así que sufres el calor, el frío, la lluvia… Pero bueno, yo soy jardinero y, qué quieres que te diga, he puesto césped con tormentas encima, así que no es algo que me asuste”, concluye Carlos antes de volver a la faena.

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