Parece ser que el Ministerio de Fomento ha decidido que será preciso pagar por utilizar los aseos de la estación de Atocha. Además, anuncia que se estrenará una sala de lactancia en esta infraestructura ferroviaria, pero pagando. Sencillamente indecente. Argumentan, los que han dejado en manos de una empresa privada la gestión de los baños con el único objetivo de hacer negocio, que las instalaciones para mear y lavarnos las manos después de evacuar estaban mal usadas porque todo se encontraba manga por hombro y lleno de orines. Es decir, que había mucho guarro que no se limpiaba ni las manos y que el aseo se convertía en un sitio lleno de malos olores, suciedad y porquería.
Sin duda, esta indecencia en el trato de lo que es de todos porque todos lo pagamos merece una respuesta, aunque no es cobrar por algo que debería ser gratis. Quizás con un mejor servicio de limpieza el problema dejaría de serlo. Es una indecencia hacer negocio con nuestras necesidades más primarias: orinar y dar de mamar a los hijos. Es una vergüenza que quieran cobrar a la madre que da pecho en el momento en que el bebé lo reclama. Ni antes ni después, en el instante en el que el llanto dice que es la hora. Si una madre está en Atocha y tiene dinero para pagar, aunque sea muy poco, tendrá una sala acondicionada para la lactancia; pero si otra que no lo tiene está en el mismo sitio tiene dos opciones: dejar que el bebé siga llorando en demanda de comida o sacarse el pecho y dar de mamar, algo natural, en un asiento, lo que puede provocar que alguna persona iluminada diga con tanta normalidad como estupidez que es un escándalo público.
Es indecente que los que van a hacer negocio con los retretes digan que estarán limpios, que serán divertidos, y que tendrán lavabos y sanitarios de la máxima gama. Es una vergüenza exhibir argumentos de estética o modernismo para alejar de Atocha a los que ellos consideran indecentes que se mean y no tiran de la cadena al salir del aseo. No se puede cobrar por todo, y mucho menos en esta etapa de crisis profunda y desigualdades sociales. Lo mismo que hará la empresa con nuestras necesidades primarias lo podría hacer la empresa pública que gestiona la estación de Atocha. Aseos más limpios pero sin pagar, más trabajadores en los servicios de limpieza y más decencia en los que planean objetivos pensando en mejorar las cifras y la imagen de una infraestructura sin tener en cuenta que los usuarios somos personas, y no sólo el número de un D.N.I.
Los que mean en los aseos ahora, si se cobra por acceder a ellos, lo harán en las calles, lo que producirá una ciudad más sucia. Que los ingeniosos de este negocio se retracten en el retrete y antes de tirar de la cadena metan en la taza del váter sus prejuicios y ambiciones.