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Compañía Metropolitano Alfonso XIII. Año II: 1920-1921

Por Luis María González
viernes 15 de octubre de 2021, 15:04h

El 17 de octubre de 1920 celebramos el primer año de vida de un medio de transporte novedoso para Madrid, un proyecto por el que algunos entendidos no daban un duro y con el que tanto se enfadaron los madrileños, que ya no iban a tener disculpa para llegar tarde a sus citas. Se iban acostumbrando de manera gradual y progresiva al metro, al tiempo que seguían utilizando los tranvías que vieron incrementados sus ingresos: la competencia generaba tráfico porque ambos medios de transporte se complementaban con el consiguiente beneficio para el público. Los trabajos para la prolongación de la línea Norte-Sur hasta la glorieta de Atocha continuaban a un ritmo capaz de transmitir el optimismo necesario para que su inauguración se produjera antes del 1 de enero de 1922. Durante 1920 se realizaron 14.627.466 viajes en metro, con una media de 40.075 diarios; el día de mayor afluencia fue el 26 de diciembre en el que se contabilizaron 70.567 viajeros.

Los diarios no se acordaron del primer aniversario del metro en Madrid. Sí recogían la noticia de la celebración en el Hipódromo de las cinco carreras que se iban a correr esa tarde de domingo en la primera reunión hípica de la temporada de otoño y la celebración del VII Congreso Postal Universal. Este mismo día sufrió heridas de pronóstico reservado en las manos un niño de diez años, vecino de la calle de Juanelo, cuando se encontraba jugando en la plaza del Progreso y se puso a enredar con una de las máquinas de las obras del Metropolitano, resultando atrapado por su engranaje; en Valladolid nacía Miguel Delibes Setién, y Margarita Carmen Cansino, la inolvidable Rita Hayworth, cumplía dos años.

Las taquilleras y revisoras seguían obligadas a no contraer matrimonio si querían conservar el puesto de trabajo, aunque ya podían optar a plazas de “empleadas auxiliares” en el Servicio Administrativo, creado el 30 de septiembre de 1920. Pero pensamos que sí se casaban, aunque nadie se enterara. Bueno, el cónyuge creemos que sí. Celia, la protagonista de “La Taquillera del Metro”, novela publicada en 1970 por la también empleada de la Compañía Metropolitano de Madrid, Milagros Hidalgo Jiménez, fue una de las trabajadoras que inauguraron el metro; contrae matrimonio y tiene que cesar en su puesto. Sin embargo, la también empleada Eugenia Lapuerta Rodríguez tiene novios, pero se resiste al casorio para conservar su trabajo como taquillera, según nos relata Juan Carlos Zamorano Guzmán en “La verdadera historia de la taquillera del Metro”.

Los ascensores instalados en las estaciones de Gran Vía y Puerta del Sol no pudieron entrar en servicio hasta el 18 de noviembre de 1920 debido a la falta de unas piezas necesarias para su funcionamiento que se habían adquirido en Milán; hasta entonces no fueron suministradas con motivo de la huelga que realizaban los trabajadores en esta ciudad italiana. Se estableció una tarifa de 0,05 céntimos, billete valedero para efectuar un viaje de subida y otro de bajada, ida y vuelta, desde las 10 hasta las 22 horas los días laborables y desde las 6:30 hasta las 22 los días festivos. Los días laborables, entre las 6:30 y las 10 de la mañana, el servicio era gratuito. Se abrieron al público pese al requerimiento del Excmo. Sr. alcalde de Madrid que se dirigía en esa misma fecha a la Dirección de la Compañía en el sentido de que se abstuvieran de ponerlos en funcionamiento por incumplir los requisitos establecidos en las ordenanzas municipales vigentes que implicaban la falta de garantía para la seguridad de las personas con el fin de evitarles daños irreparables. La contestación fue que los ascensores seguían funcionando porque así lo había autorizado por mandato de ley el Ministerio de Fomento y su paralización significaba incurrir en responsabilidad ante este órgano estatal. El éxito fue tal que durante este mes se recaudaron 3.391,80 pesetas por la venta de 67.836 billetes.

El 27 de marzo se concedió por el Ministerio de Fomento la prolongación de la línea 1 desde Atocha hasta Vallecas, iniciándose las obras el 1 de julio al tiempo que las de la línea 2 entre Goya y Sol por la calle de Alcalá. Los trabajos de construcción se habían venido realizando por contrata; desde este momento la Compañía las ejecuta con una sección propia que había decidido crear vista la envergadura de los nuevos proyectos. Se había solicitado ya la concesión del trozo Goya-Ventas con la idea de iniciar los trabajos de construcción tan pronto como fuera obtenida.

En abril de 1921 un agente de policía fue agredido por dos viajeros a los que había reprendido por ir fumando en el metro; esa reacción violenta supuso su detención y posterior ingreso en la cárcel. Estaba prohibido fumar en los coches y escupir: los volcanes humanos y los lanza flemas no eran especies apreciadas por el resto de viajeros ni por los agentes de la Compañía. La prohibición de fumar en los coches existía desde siempre para evitar las molestias que ocasiona el humo y la falta de ventilación por su cierre hermético.

Se habían colocado básculas en varias estaciones para que la persona que desease comprobar su peso por la módica cantidad de una perra gorda pudiera verificar las oscilaciones de su físico; se averiaban a menudo por el uso intenso que se hacía de ellas con la consiguiente indignación de los que habían introducido diez céntimos y los perdían; en ocasiones, mejor que no funcionaran y así el interesado se ahorraba el disgusto al observar cómo la aguja se fijaba en unos números no deseados.

El incremento de viajeros exigía una mayor dotación de material móvil para atender esa demanda; en febrero de 1920 se habían encargado 16 coches motores y 5 remolques del tipo Cuatro Caminos a la casa Carde y Escoriaza, que se retrasaba en la entrega de las cajas por las huelgas que se venían produciendo en Zaragoza. Una vez solucionado el conflicto en enero de 1921, a principios de julio llegaron a la estación de Mediodía nuevos coches para el Metropolitano; los motores y bogíes se habían adquirido en Norteamérica. Los coches motores se numeraron M-12 a M-27, y los remolques R-11 a R-15. Durante el traslado de uno de los coches que habían llegado por ferrocarril a la estación de Mediodía se produjeron desperfectos en el asfalto del Paseo del Prado. El carretero había pensado que era el camino más fácil para que el camión-plataforma arrastrado por dieciocho enérgicas mulas sobre el que se había colocado llegara a las cocheras de Cuatro Caminos. El alcalde interino multó a la Compañía porque estaba prohibida la circulación de carros de transporte por esa vía sin perjuicio de exigirle el pago de los daños causados tras las conclusiones del estudio encargado a los técnicos.

El metro servía de inspiración para literatos y autores teatrales. El 6 de agosto de 1921 se publica la novela Un viaje en el “Metro”, del periodista y humorista cartagenero Joaquín Belda e ilustraciones de “Sirio”. Olegario Pedreña, el protagonista, recorre la línea 1 completa desde la Puerta del Sol a Cuatro Caminos, apeándose en todas las estaciones cuál Monarca el día de la inauguración, huyendo de unos familiares de provincias a los que no quiere alojar en su casa durante una visita a Madrid; sus desventuras tienen un final feliz, pero sólo para él. En noviembre de 1919 se había estrenado en el Teatro Cómico la obra ¡Llévame al “Metro”, mamá!, de Ángel Torres del Álamo y Antonio Asenjo Pérez, con música de Pablo Luna; la escena se ambienta en la estación de Cuatro Caminos; mientras esperan la llegada del tren, doña Isolina y su hija Martirio desconfían del conocimiento que Chanito, novio de esta, tiene del Metro; empleados y revisoras de la Compañía, guardias municipales, obreros, madres e hijas y otros viajeros establecen lazos mientras se impacientan por la tardanza del Trempolitano o Metropitánico. Alcanzó 104 representaciones con los actores Loreto Prado y Enrique Chicote como protagonistas. Esta obra también fue representada en 1922 en el Teatro Victoria de Barcelona.

En setiembre se produjo un socavón en la calle de la Magdalena por la rotura de una tubería mientras se trabajaba en las obras del trozo Progreso-Antón Martín. Dos vecinas del barrio que se encontraban paradas ante un escaparate cayeron involuntariamente por la galería de avance topándose con un grupo de obreros con la cara tiznada y el torso desnudo creyendo que habían llegado al Infierno; fueron trasladadas a la Casa de Socorro donde sólo se les apreciaron unos pequeños rasguños sin importancia, además del correspondiente susto.

Unos días antes de celebrar el segundo aniversario se publicó en los periódicos un aviso informando del concurso convocado para la adjudicación del servicio de peluquería de la sección de Explotación; los profesionales interesados podían acudir a las oficinas de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII en la glorieta de Ruiz Jiménez para conocer los detalles y condiciones de la convocatoria. La peluquería sería pública y el contratista adjudicatario venía obligado a atender con preferencia a los agentes de la Compañía a un precio inferior al del mercado recibiendo a cambio una subvención mensual. Este beneficio social para los agentes estuvo vigente hasta 1984. La peluquería se encontraba en el edificio conocido como “Casa Tuduri”, situado el interior del recinto de Cuatro Caminos con entrada por la calle de Esquilache, y llamado así porque en él se encontraba la vivienda de Andrés Tuduri Sánchez, Ingeniero de la Compañía, trabajo que compatibilizaba con sus actividades deportivas como futbolista y jugador de hockey en el Athletic de Madrid; llegó a ser presidente de la Federación Española de Atletismo y miembro del Comité Olímpico Español.

Durante este segundo año de vida fue preciso reducir el horario de trenes en circulación debido a las restricciones en el suministro de energía por la Unión Eléctrica Madrileña como consecuencia de un período de excepcional sequía. El Consejo de Administración se puso a estudiar los medios necesarios para que el metro nunca dejara de funcionar por falta de energía eléctrica. Pero esto es otra historia y nos toca esperar al tercer año de vida del ferrocarril metropolitano madrileño para conocer la solución adoptada.

En este periodo la Compañía Metropolitano Alfonso XIII tuvo conocimiento de la llegada de un hermano: con fecha 26 de marzo se había constituido la Sociedad Anónima Gran Metropolitano de Barcelona con capital privado de quince millones de pesetas; el 21 de julio se iniciaron las obras de construcción de la línea 1 Lesseps-Liceo extendiéndose desde Gracia a través de las Ramblas. Estaba en marcha el futuro segundo metro de España que se inaugura el 30 de diciembre de 1924 con el trozo de Lesseps a Cataluña, excepto la estación de Fontana, aún no finalizada.

Luis María González

Responsable de Andén CeroServicio de Patrimonio Histórico de Metro de Madrid

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