El Mundial de Rusia 2018 va a marcar historia. La competición futbolística por excelencia se caracteriza por haber roto todos los moldes y las predicciones del público tanto general como especializado al ver cómo figuras inesperadas han logrado brillar y desbancar a las más conocidas y populares. Sin ir más lejos, la selección española, la Roja, caía en una tanda de penaltis ante el país anfitrión con un temprano cierre que nadie esperaba.
Las encuestas lo dejaban claro, tal y como se puede ver con los datos recogidos a través de la campaña Nation Predicts. El 61% de los españoles creía que España se proclamaría campeona esta vez, repitiendo los pasos de 2010, mientras que un 14% apostaba por Alemania y un 8% hacía lo mismo por Brasil. ¿La realidad?, que ninguno de estos tres nombres ha logrado despuntar en exceso; de hecho, su carrera en esta competición ha quedado marcada por quedar lejos de lo esperado.
En el caso de la selección española, hay muchos factores a tener en cuenta; pero, sin duda uno de los más importantes, por lo inesperado y por su influencia, fue la salida de Julen Lopetegui pocos días antes de disputarse el primer partido. El que fuera seleccionador, era destituido tras confirmarse su fichaje como entrenador del Real Madrid. Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), anunciaba su cese poco antes de que se diera el pistoletazo de salida, con la selección ya concentrada y con la urgencia por encontrar un nuevo nombre para sustituir al entrenador retirado.
Así, Fernando Hierro tuvo que coger el relevo con urgencia y sin la posibilidad de elaborar un plan medido y a conciencia mientras el equipo entraba en una fase de desequilibrio que afectaría a su posterior rendimiento. Hay quienes no dudan en seleccionar estos acontecimientos como los grandes culpables de los resultados obtenidos en la competición mundial, y razón no les falta. Pero señalar esta como la única causa sería una injusticia, ya que hay mucho más que analizar y valorar a la hora de hablar de desempeño en el Mundial de Rusia de 2018.
Ha sido la suma, o más bien la resta, de elementos lo que ha hecho que se rompan las expectativas tanto en victorias como en goles marcados (España tenía un 29% de votos a favor como la selección pichichi, muy lejos de la realidad). Porque, realizando un análisis, los jugadores tampoco han estado a la altura. La falta de compenetración, recurrir a un juego más que analizado por la competencia y, sobre todo, y según apuntan muchísimas voces, la desidia sobre el campo han sido sus principales factores en contra.
Figuras como Sergio Ramos, Iniesta, Piqué, Silva, Costa… Toda la plantilla ha jugado muy por debajo de lo que se esperaba de ella, con un rendimiento que se encontraba a kilómetros de aquella Roja que rugía imparable en 2010 y devoraba el campo. También la falta de consistencia entre los palos de la portería ha sido, para muchos, un elemento determinante.
David de Gea, portero convocado como titular para este mundial, no ha ostentado unas cifras demasiado buenas, algo que ha llevado las miradas también al propio entrenador, Fernando Hierro, por no realizar una toma de decisiones acertada. La presión ejercida sobre él, que tuvo que aceptar el coger a un equipo con urgencia, sin apenas margen de maniobra, es algo que ha pasado mucha factura.
No realizar cambios adecuados, mantener a un portero que, por el motivo que fuera, no lograba atinar y establecer un esquema de fútbol poco efectivo han sido las decisiones que han marcado su criterio, para mal. Quizá tenga que ver que el equipo estaba preparado para trabajar bajo las órdenes de alguien que se fue de golpe y porrazo, quizá porque no había tenido tiempo suficiente para prepararse o porque, simplemente, era demasiado pronto para lanzarse a tutelar a una cuadrilla en la competición más importante del fútbol.
El resultado ha sido un rendimiento malo en todos los sentidos. Ni la plantilla, ni los entrenadores, ni siquiera el presidente de la RFEF han sabido maniobrar con tiento para conseguir el resultado que se esperaba de un equipo capaz de escribir historia. Aunque, quién sabe, el Mundial de Rusia 2018 será recordado como el de las sorpresas, y es que ninguna de las favoritas ha sabido estar a la altura de las expectativas.
Las selecciones más inesperadas son las que se están llevando el pato al agua, hasta el punto de que la final ha quedó en manos de Francia y Croacia. Dos selecciones que no entraban en las apuestas de nadie.