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LA NOCHE DEL MIEDO

El mapa oscuro de la Comunidad: leyendas urbanas y martirios gore para no dormir
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(Foto: Kike Rincón)

El mapa oscuro de la Comunidad: leyendas urbanas y martirios gore para no dormir

Por Javier García Martín
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jgarciamadridiarioes/7/7/19
domingo 30 de octubre de 2016, 20:07h
En Ciempozuelos, un loco se saltó las tapias de un antiguo manicomio para decapitar a un joven que buscaba gasolina y arrojarle la cabeza a su novia antes de ser detenido por la Guardia Civil. Siglos antes, los almorávides pasaron por el cuchillo a 80 niños en Boadilla, aunque ninguno de ellos logró igualar la fama de los píos complutenses Justo y Pastor, torturados a manos romanas. Crímenes, tiranos, perros endemoniados y brujas que se transforman en gusanos gigantes: Madridiario recopila de la mano del escritor José Felipe Alonso Fernández-Checa las anécdotas más oscuras del rico imaginario local, un tesoro que late en cada municipio de la Comunidad.
Por cada punto cardinal de la Comunidad de Madrid emanan historias macabras, leyendas increíbles y docenas de oscuros capítulos de anecdotarios locales. Desde las montañas en forma de mujer muerta moldeadas por el propio Hércules que durante siglos dieron nombre a Puebla de la Sierra hasta la tirana que se hizo con un ejército y gobernó a sangre y látigo hasta su cataclismo la aldea de Valmores, la historiografía de la región tiene tantos recovecos negros como se quiera descubrir.

El periodista y escritor madrileño José Felipe Alonso Fernández-Checa recopila para Madridiario algunas de los episodios más notables de los que durante años ha compendiado a lo largo y ancho de la región para escribir 'Misterios, anécdotas y leyendas de la Comunidad de Madrid' (Ediciones La Librería).

"Quizás de las más conocidas sea la leyenda del perro negro de Felipe II en El Escorial", reconoce. Cuentan que, durante la construcción del impresionante monasterio de San Lorenzo, un can oscuro como la noche acosaba violentamente a los obreros, que le creían la misma representación del demonio. El místico monarca mandó matarlo y fue ahorcado a la vista de todos. "Cuando el rey llegó allí, agonizando, se dice que desde su lecho de muerte podía escuchar cada noche los aullidos del perro negro, vengándose, y que desaparecieron cuando Felipe falleció", añade el escritor.

Al este, en Ambite, Alonso Fernández-Checa destaca la leyenda del palacio del marqués de Legarda, obra del siglo XVII. Según su relato, allí vivía un hombre rico pero piadoso cuya extraña generosidad volvía recelosa a su mujer. Tanto, que un día decidió aniquilarlo y enterrar el cadáver bajo el suelo del salón. "Años después, cuando fueron a hacer obras, se encontraron los huesos y un vendaval arrasó las casas de su alrededor, dejándo el castillo aislado como está ahora".

La casa encantada de Loeches en la que una sirvienta fue decapitada y una de sus dueñas apareció ahogada, los espectros del cementerio de Anchuelo -que no eran más que el reflejo de las luces del pueblo-, el bandolerismo que durante décadas robó, raptó y mató en los caminos serranos de la región o los litros de sangre que hincharon la tierra de Brunete durante la Guerra Civil se van dando paso en este libro de espíritu didáctico y ampliamente documentado. También hay ovnis y lorquianos navajazos por honra y amor que hicieron y deshicieron parejas en Villaconejos y El Boalo. Para realizar este catálogo, Alonso Fernández-Checa ha recorrido la geografía madrileña y ha consultado archivos históricos: "Hay demonios, fantasmas, brujas y muchos misterios relacionados con santos y vírgenes".

Leyendas urbanas

"Es una comunidad muy rica en leyendas", resume el escritor. Algunas de ellas, aunque incorporadas a las peculiaridades del imaginario local, reproducen episodios universales que se viralizan a modo de leyenda urbana. Es el caso de la mujer de la curva de Las Rozas descubierta por unos chicos que iban de fiesta y fruto de un suceso en el que hubo un asalto con pistola a un coche, una violación y un asesinato. En Ciempozuelos, durante décadas se narró la desventura de la pareja que se quedó tirada sin gasolina frente a las tapias del hospital mental y del poseído loco que, al amparo de la noche, saltó el muro para degollar al chico y trastornar a la chica hasta que le dio caza la mismísima Guardia Civil.

Mucho más legendario es el episodio que, a ambas orillas del valle del Tajuña, se cuenta en pueblos como Valdilecha. En ese entorno, algunos niños aún temen a la amenazante bruja que dicen que mora en esas aguas y que de vez en cuando las sobrevuela vestida de negro, calzada de cuchillas hasta que vuelve a hundirse en ellas convertida en un viscoso y repulsivo gusano gigante.

Religión gore

Sin embargo, la cara negra de Madrid no sería tan abismal sin el generoso aporte de la religión católica y sus leyendas, muchas veces de lo más gore. Aunque predominan las historias marianas, que suelen ser, disputa entre pueblos mediante, metáfora de protección y salvación (el autor cita la salvadora Virgen del Val de Alcalá, que en forma de tronco flotante sirvió de asidero a un campesino que se vio atrapado en la corriente del Henares), forman los martirios las páginas más pavorosas para muchos.

En ese mismo espacio, que abarca también a Los Santos de la Humosa y Tielmes, se cuenta que sobre el año 303 vivía una viuda con dos pequeños, Justo y Pastor, que se rebelaron contra la prohibición para practicar el cristianismo. Azotados, encarcelados y, con todo, fidelísimos a su único dios, las autoridades romanas los decapitaron a las afueras de la ciudad.

Pero por si fueran poco dos niños descabezados, no hay nada como Boadilla. Allí se atesora la historia de san Babilés, un obispo de Pamplona que tras la invasión musulmana se fue a enseñar la doctrina cristiana por aquellas tierras. Los árabes, en una reencarnación de los crueles tiempos romanos de las narraciones católicas, decidieron acabar con aquel conato hereje pasando el gaznate del santo por el cuchillo, el de su hermano y los de 80 pequeños que les habían puesto el oído. Desde entonces, aquel episodio es fiesta local. Para no dormir.
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