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Yo no aplaudí a Cayo Lara

Por Milagros Hernández
lunes 24 de noviembre de 2014, 09:29h

¡Como un jarro de agua fría! Así me sentó cuando nuestro coordinador general, Cayo Lara, comunicó que no se iba a presentar a ser candidato para la Presidencia del Gobierno en el próximo proceso electoral de Izquierda Unida.

¡Como un jarro de agua fría! Porque  sin estar en el momento procesal , sin aún normas para el proceso de elección... Cuando se necesitaba más que nunca una actitud de firmeza y el respeto a la democracia interna de la organización... Cuando alguien debería  parar de confundir fama mediática con liderazgo político... Cuando hay que cerrar filas en la protección de una organización que como IU  es objeto de "acoso y derribo"... Es en ese momento cuando el líder político debe recuperar la organicidad y unir... Unir en lo interno respetando las normas de las que nos hemos dotado.

De nada vale los cambios de timón "porque sí"... De nada valen las prisas... El dejarse llevar por otros vientos que no son los nuestros... Los que la gente siempre ha visto en nosotros y con los que miles de afiliados se mueven y deciden cómo y hacia dónde.

Defiendo el poder de la afiliación frente a la entrada urgente y no organizada... Defiendo el compromiso político antes de pasar a ser manejados desde el poder mediático en una mezcla de modelo "ítalo-yanqui ".

La era de la imagen, de la comunicación en pantalla, de los twist... llegó, y con ello un poder que puede transformar la realidad, que puede poner el poder en otros centros de decisión... Es irreversible, lo sé... pero puede manejarse al servicio de todos o de unos pocos.

Niego que la respuesta tenga que venir solo de la juventud, de los profesionales, de los suficientes preparados... Me faltan los trabajadores en lucha, los precarios, las mujeres pobres, los migrantes... Me faltan los que más necesitan la revolución.

Hemos pasado de la alianza de la fuerza de los trabajadores y la cultura a la fuerza de la caída de la clase media y los jóvenes sin futuro.

Hemos pasado de los cargos perpetuados a la posibilidad de disolvernos y regalarnos a otros.

Y mientras muchos se preguntan, ¿para qué?

¿Para qué el esfuerzo de una vida entregada a unas ideas, si hoy no son la centralidad politica?

¿Para qué el debate político en las asambleas, si otros deciden?

¿Para qué hacer normas, estatutos y reglamentos... si el dios divino y los medios de comunicación mandan?

¿Hasta dónde vamos a llegar?

Y yo, que soy de la Cultura... no quiero que la política se convierta en "teatro, puro teatro" ...por el amor al teatro y a la política.


Milagros Hernández

Concejala de IU en el Ayuntamiento de Madrid

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