martes 01 de febrero de 2011, 00:00h
Estoy con los bomberos básicamente porque admiro su trabajo, esfuerzo y entrega, dedicación completa que no entiende de inclemencias, momento ni elementos.
Y los bomberos de Madrid están en huelga, poco, porque no podemos prescindir de ellos; poco, porque sus servicios mínimos deben ser máximos, y en huelga porque quieren, entre otras cosas, mas bomberos que cubran con un mínimo porcentaje de sensatez en numero, la enorme población madrileña que tienen que cubrir.
Y mientras me apena que el Consistorio haga oídos sordos al parque de bomberos madrileño, desde hace tiempo no atendiendo sus peticiones, hay otros asuntos que no dejan la oportunidad de ser noticia, como le ocurre al candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid Jaime, el del apellido imposible y mas imposible victoria; pese a que el señor Gallardón siga sin ser santo de mi devoción, mas que nada porque no sabemos bien cual es su ídolo de cabecera, ni el motor que le mueve la convicción; pero hablando ahora del señor Lissavetszky, él ha declarado que lo que hay que hacer para controlar la tremenda contaminación de Madrid es peatonalizar mas zonas, restringir el trafico y hacer aparcamientos disuasorios, en ese mismo orden.
¡Pues que bien; así guardas tu coche en el bolsillo o donde nos quepa!. ¡Que inteligencia mas brillante la demostrada con semejante solución, señor Lissatvetzky , no se nos habría ocurrido a nadie!. El cómo se hace o se propone es la cuestión, y lo cierto es que, justamente la propuesta lógica sería la inversa.
Primero cómo y donde se harían esos supuestos y enormes aparcamientos disuasorios, ideales en las principales accesos de entrada al centro de la capital, después de tener ya la opción clara de donde y a que precio aparcar, la posible restricción al trafico y en función de que supuestos sería tal restricción, y por ultimo y evitable en casi todos los casos posibles, peatonalizar mas zonas.
Y aportando estudio de costes y ahorros a la larga. Que los peatones todavía no pagan impuestos por caminar y a las personas residentes en tales zonas, nunca se les consulta su opinión en ese cambio de vida impuesto; y por si todo este razonamiento fuese insuficiente, hay que amortizar tanto gasto, intentando agradar al mayor numero posible de votantes, que esos si que son los que pagan la fiesta. Esta y todas.