Dos pequeñas salas del que siempre llamamos circuito alternativo, presentan este mes sendos espectáculos que tienen como eje el sexo, aunque con tratamientos totalmente distintos. En el Microteatro de la calle Loreto y Chicote, la programación de tarde tiene el encabezado genérico de ‘Por sexo’.
Como es habitual se representan cinco obras cortas que tratan desde de la verdad en los video chats –‘Enséñame la cara’- hasta una cita a ciegas entre un sádico asesino y una potencial víctima perfecta: ‘Psycho meetic’. Completan la serie ‘En Barbados’, ‘Razones de piel’ y ‘T.I.N.D.E.R. Van a programarse hasta el próximo 3 de abril. En los repartos encontramos a David Tortosa, Yohana Cobo, Chema Zamora, Juan Bey, Patricia Jordá o Nico Gaude.
En la sala Azarte de la calle San Marcos se representa ‘Un corazón normal’ del norteamericano Larry Kramer. El SIDA apareció en el teatro neoyorkino casi en los comienzos de la epidemia mortal. Esta función –‘The normal heart’- se escribió en 1985. Ese mismo año William Hoffman había estrenado ‘As is’, que a Madrid llegó en 1986 con el título de ‘La última luna menguante’. Se estrenó en el Pavón sin mayor trascendencia. Más tarde Tony Kushner hizo un gran retablo teatral sobre la enfermedad en ‘Ángeles en América’ (1991). Hasta en España José Luis Raymond creó en la sala Olimpia ‘Grita, un espectáculo en tiempos de Sida’.
Jesús Amate se enfrenta en Azarte al drama de Kramer, llevada a la pantalla en 2014. Asistimos a la lucha de los primeros activistas reclamando medidas urgentes ante lo que se presentaba como una gran epidemia. Transcurre entre los años 1981 y 1983, la etapa de desarrollo pavoroso del SIDA y de total desconocimiento sobre la infección. Pero en aquellos años, como parecía que solo afectaba a la población homosexual, muchos miraron hacia otro lado. Y el SIDA se expandió imparable. La función madrileña está servida por siete arrojados intérpretes encabezados por César Oliver, Diego Santo Tomás y Pelayo Rocal. Un extenso reparto insólito en pequeñas salas como esta. Solo tienen, para defender el espectáculo, sus trabajos interpretativos y el texto. El público de este circuito ya sabe que no se va a encontrar con producciones escenográficas complejas.
Ahora, cuando las medidas preventivas se han relajado ante la eficacia de nuevos fármacos que controla en síndrome, parece oportuno recuperar el drama inicial, los años en que miles de personas murieron tras una degradación física atroz. El SIDA no ha desaparecido. De hecho se producen rebrotes de contagios por la bajada de la guardia. Vean en Azarte, cómo se luchó sin éxito hasta que, finalmente, gobiernos y científicos se rindieron a la evidencia de que estaban ante una pandemia de proporciones incalculables.