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Virginia Morales, primera mujer bombera especialista del Ayuntamiento de Madrid.
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Virginia Morales, primera mujer bombera especialista del Ayuntamiento de Madrid. (Foto: Cedidas por Virginia Morales)

Virginia, primera bombera especialista de Madrid: "Era ahora o quizá nunca y entrené sin fallar un día"

Por MDO

Virginia Morales "no buscaba" ser la primera bombera especialista del Ayuntamiento de Madrid. "Me ha tocado por época", se resta mérito. Sin referentes femeninos en el Cuerpo, se empapó de la cultura del esfuerzo de su entorno, "aprendiendo de la gente que veo currar mucho a mi alrededor", para concentrarse en una oposición que absorbió su tiempo durante dos años y medio, pero que le ha devuelto un sueño cumplido. "Ni siquiera a día de hoy soy consciente de lo que he conseguido, de lo que me ha cambiado la vida", reconoce aún después de haberse enfundado el traje oficial. El próximo mes de junio completará la formación, elegirá parque y se convertirá en la primera mujer autorizada para intervenir en incendios y rescates. Este lunes se restará alguna hora de sueño para recoger uno de los galardones de los XXI Premios Madrid que concede Madridiario, el de la categoría Iniciativa Pionera. Sin tregua, a las 6:00 horas del martes su reloj volverá a sonar para continuar con su entrenamiento. Auténtica vocación de servicio público.

El camino para alcanzar este hito no ha estado exento de sacrificio, de remar a contracorriente, incluso contra sí misma. Cursó INEF, pero la crisis económica torpedeó sus oportunidades. En la empresa familiar necesitaban manos y se las prestó. Por ocho años. Sus aspiraciones se alejaron, su motivación fue decayendo y antes de la pandemia y de que "rebosara el vaso" se embarcó en una experiencia que la sacó de su zona de confort. Concursó en el programa de supervivencia extrema de la televisión vasca 'El Conquistador del Caribe' y a su vuelta "ya no era la misma". Entonces llegó la pandemia y un ERTE supuso el revulsivo definitivo para cambiar de rumbo.

"En junio de 2020 me dicen que me tengo que reincorporar, se me cae el mundo encima y digo 'yo no puedo volver a lo que estaba haciendo, soy infeliz completamente'". La idea de opositar a bombera le rondaba desde hacía años. Era su pasión. "Siempre lo miraba, pero te metes en el día a día y lo vas dejando", cuenta. Cuando estaba "al límite" en el trabajo tecleaba de nuevo ese '¿cómo ser bombera?' que finalmente eligió como su destino. Superó el "miedo a dejar un trabajo fijo", con progresión de futuro, incluso de heredar el negocio, y comenzó a preparar las oposiciones ante la incredulidad inicial de su familia.

Según relata, "al principio se echaron las manos a la cabeza y me decían: "Si a lo que te presentas no hay ninguna mujer y tienes una edad, una hipoteca, ¿dónde vas?". Pero Virginia confió en sí misma y contagió sus ganas. "Mis padres, a medida que vieron cómo me lo pasaba, cómo me ilusionaba y cómo empezaba a funcionar todo me animaron a muerte y han sido un apoyo anímico y económico fundamental junto a mi pareja y mi hermana", remarca. Su respaldo fue clave como sostén emocional ante la presión máxima que se autoimpuso para lograr su objetivo: solo se concedía uno o dos intentos al entender que "tenía tiempo limitado" por su edad, entonces 32 años, y porque, a diferencia de otros compañeros, ella no vivía "en casa de papá y mamá con todo pagado".

Virginia Morales

Una preparación sin descansos

Esta circunstancia marcó la filosofía a seguir durante los más de dos años y medio que dedicó en exclusiva a su preparación. "Me lo tomé como si el examen fuera al día siguiente desde el día 1", asegura. No se considera una persona pesimista, pero sí admite que le resultó imposible mantener en todo momento la mentalidad positiva. "Había días en los que decía 'no puedo más', en los que tenía mil miedos y dudas por la mochila que llevaba de que era ahora o quizá no sería nunca, pero siempre confié mucho en mí misma", traslada. "Siempre he sido de las que si quiero algo lo busco, lo persigo, me esforzaré e iré a por ello. Tenía que conseguirlo sí o sí porque ya se me había metido en la cabeza, me encantaba según avanzaba y descubría cosas y se me estaba dando bien", relata la bombera madrileña desde el Centro Integral de Formación de Seguridad y Emergencias (CIFSE) donde recibe formación.

Ser graduada en INEF y su pasado como futbolista de la Segunda División Femenina la ayudaron entrenar las pruebas físicas. Su día arrancaba a las seis de la mañana. Empezaba con tres horas de estudio y continuaba con otras tres de deporte. Lunes, miércoles y jueves ejercitaba el tren superior en el gimnasio. Martes y viernes, series en pista. Todos los días salía a correr y los domingos remataba con natación. A mediodía comía, dormía media hora de siesta "porque si no no aguantaba el ritmo" y de nuevo a los libros, hasta las 9 y media de la noche. "Han sido dos años y medio sin descansos, las 24 horas del día, constante, sin faltar ni uno ni fallar en nada con una rutina muy dura. Si iba en el Metro, iba haciendo cosas también", cuenta sobre su preparación.

Hace unos meses llegaron los examenes y quedó la número 17 en la parte de temario, pero a dos semanas de las pruebas físicas se rompió el isquiotibial. Temió por su plaza. Una dieta antiinflamatoria la salvó. Superó la carrera de velocidad, los ejercicios de resistencia, los de palear arena y mover sacos. En una convocatoria a la que concurrieron 1.500 personas, que competían por 85 plazas, se impuso en el puesto 41. Desde que el Conde de Romanones fundara el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid en 1894 ninguna mujer había ingresado como bombera especialista. Tan solo dos la habían precedido, pero como conductoras, sin capacidad para actuar de forma directa ante emergencias.

Debutará como bombera este verano

"Cuando supe que había aprobado fue una tranquilidad tremenda", admite. Apenas sin tiempo para celebraciones, inició una formación que habitualmente se extiende seis meses, pero que esta vez se ha concentrado en la mitad de tiempo. "Echamos las 24 horas del día, pero está muy bien porque en tres meses vamos a estar trabajando como bomberos, que es lo que queremos y lo que urge", apunta. No obstante, echan de menos un poco de sosiego. "Estamos cansados, nos falta sueño, pero tenemos una ilusión tremenda y se nos ve en las caras", dice entusiasmada. Las pruebas son exigentes y muy prácticas: buceo en humo, fuego en estructuras colapsadas, intervención de suicidios, manejo de autoescalas, rescate en altura o poda y tala de árboles.

Además, los bomberos de la capital son los únicos en España con acceso a clases de autoprotección emocional en el Instituto Anatómico Forense, donde puede realizar prácticas "curradísimas" con cadáveres. "Es para que no nos encontremos con un fallecido por primera vez en un accidente de tráfico o algo así, para saber manipularlo", explica Morales. Reconoce que "ha sido muy impactante", pero el aprendizaje es aún mayor. Ahora espera la primera evaluación el próximo 5 de mayo. La siguiente, el 23 de junio, será la definitiva. Entonces se combinarán la nota de la oposición con la de la formación y elegirá parque y turno en función del puesto. A finales de junio o principios de junio debutará como la primera bombera especialista. "Aunque todavía no haya experimentado que me ha cambiado la vida, sé que así ha sido", remata.

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