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Los Secretos
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Los Secretos (Foto: Cuatro Gatos Management)

Álvaro Urquijo (Los Secretos): "Hemos tenido baches, pero el público siempre nos ha rescatado"

Por MDO

No abundan los artistas que puedan presumir de haber superado los 40 años en activo, llenando conciertos y consiguiendo que público de todas las edades sea capaz de tararear alguna de sus canciones. Uno de esos privilegiados es el grupo Los Secretos. La banda madrileña es un ejemplo de resiliencia, con una trayectoria en la que han ido salvando obstáculos y reponiéndose de mazazos, hasta consagrarse como una de las imprescindibles de la música española y digna merecedora de recibir el Premio Madrid a Toda una vida. Hablamos con Álvaro Urquijo, desde la muerte de su hermano Enrique en 1999 al frente de un grupo que ha sabido mantenerse fiel a su estilo y su legado sin renunciar a seguir escribiendo nuevos capítulos en su larga historia.

Desde 1978 con Tos, a partir de 1980 con Los Secretos, son más de 40 años sobre los escenarios. ¿Cuál es el secreto de la larga trayectoria de la banda?

En realidad, es una pregunta bastante compleja de contestar. Tenemos la fortuna de dedicarnos a algo que nos apasiona y nos divierte. Cuando haces un estilo propio, intentas plasmar tu personalidad en un grupo y pones toda la ilusión del mundo, lo haces basándote en tu conocimiento como músico y como amante de la música, con tu criterio a la hora de componer canciones, que va muy unido a las influencias que pueda tener cualquiera. Que eso coincida con el gusto del público y que, año tras año, siga llenando tus conciertos es lo que hace que una carrera sea larga.

Nosotros hemos tenido mucho bache, la muerte de Canito, de Pedro, cuando nos echa la discográfica, cuando muere mi hermano Enrique. podíamos haber tirado la toalla perfectamente. Sin embargo, siempre ha estado ahí el público para rescatarnos, llenando pequeñas salas, y la verdad es que nunca hemos parado.Con el paso del tiempo hemos intentado devolver el favor al público que nos ha mantenido vivos y hemos ido cogiendo generaciones nuevas, hijos, hermanos, cuñados, novias y hasta nietos de los de nuestra época y estamos encantados, porque eso nos permite seguir evolucionando, estar en forma.

Los Secretos es la banda sonora de la vida de muchos y algunas de sus canciones son clásicos que puede tararear público de todas las edades. Eso es un logro del que no pueden presumir muchos.

Yo creo que eso es lo normal. Yo cuando empecé a escuchar música de pequeño, con 10 o 12 años, no preguntaba en qué año se había grabado. Podía estar escuchando a Duke Ellington o Ray Charles, de los años 40 o 50, mucha música clásica que ponía mi padre y luego, por ejemplo, música de los Beatles o de los Eagles, que habían separado como grupos. La música no tiene edad. Y si las canciones están bien hechas, con un criterio formal y con un gusto que tenemos la suerte de compartir con mucha gente, esas canciones, ese soniquete, esa forma de cantarlas, esas melodías, no tienen por qué perecer o desaparecer cuando cambian las modas. Todo lo contrario. Pueden gustar a alguien de 80 años y a su nieta de nueve.

¿Hay un sonido o estilo propio que identifica a Los Secretos?

Si, a mí no me cabe duda. Hay canciones nuestras que en los tres o cuatro primeros compases ya se sabe que son Los Secretos. Hay un sonido de guitarras muy característico, hay armonías vocales muy características, es la mezcla de un pie puesto en la costa oeste norteamericana, música folk, country, rock del final de los años 70 y la New Wave británica, norteamericana y mundial, también de finales de los 70. Un poco empapados por esas dos vertientes: la música que era de rabiosa actualidad posmoderna y la que era de rabiosa actualidad porque era de clásicos. Podías encontrar en el año 77 un disco de Elvis Costello, de Blondie, de los Sex Pistols o de Police y en el mismo año estaban sacando un disco Led Zeppelin o los Eagles. Es decir, que había un mundo en el que la música convivía sin que fuera tan diferente el mainstream de lo que era la música de culto

De toda esta larga carrera profesional, ¿qué etapa destacaría como la mejor, la época dorada de Los Secretos?

Bueno, yo diría que hay tres y cada una tiene su nivel. Una primera etapa que cubrió del final de los años 70 a los tres primeros años de los 80, que es cuando empezamos. Luego, por desgracia, en el 84 muere Pedro, nuestro segundo batería, y hay un pequeño impasse en el que rehacemos la banda. Entran Ramón Arroyo y Jesús Redondo, los que todavía están con nosotros, y luego hay un resurgir de la banda en el que tenemos bastante éxito y difusión, entre el año 89 y 95-96 que paramos y luego desgraciadamente mi hermano Enrique muere en el 99 después de haber hecho dos discos en solitario, tanto yo como mi hermano.

Pero, ¿qué ocurre? Que la etapa que estamos viviendo ahora en cuanto a público y el número de conciertos y a difusión y a cantidad de personas que nos escuchan, yo diría que esta época actual está la mejor, siempre y cuando sumemos las otras tres anteriores. Que las obras de mi hermano Enrique son de actualidad, aunque no esté y los discos que grabamos con él y las primeras canciones y las del medio de los 90 también son éxitos ahora. 'Pero a tu lado', por ejemplo, ha sido número uno nuestro absoluto en cuanto a streamings, sin embargo, no ha sido objeto de promoción ni de ningún tipo de campaña ni ha salido en ninguna serie juvenil y todos los chavalines jóvenes se la saben. Todas las canciones que tocamos cada día y que a la gente les gustan están hechas en esas tres etapas que te he dicho. Y sin embargo, es ahora cuando más éxito tenemos de público.

¿Cuánto sigue quedando de Enrique Urquijo en Los Secretos, a pesar de su ausencia, y además de sus canciones?

Muchísimo, yo en todos los conciertos, todos, sean pequeños, grandes o medianos, hay una canción en la que digo: "Mira, si estamos aquí es gracias al público, pero seguro que vosotros como público no estaríais aquí si no fuera por las canciones de mi hermano Enrique". Y eso es un hecho. Mi hermano Enrique era peor músico, entre comillas, como arreglista y como armador de canciones, sin nosotros no hubiera podido sacar adelante las canciones. Entonces, creo que de Enrique queda todo, porque son sus canciones, sus letras, luego hay otras que están sin él pero están hechas bajo un patrón que adquirimos de esas influencias que he mencionado antes. Todo suma y todos tenemos nuestro propio estilo. Y esa identidad sónica la hemos mantenido durante muchos años. Mucha gente nos dice: " Qué bonito sonáis y qué pena no poder sonar como vosotros".

Hay varios discos homenaje a Los secretos con versiones de todo tipo de artistas. ¿Se puede decir que es un grupo de referencia para otros músicos?

Sí, eso es lo que ocurre cuando tenemos una historia muy cortita de música rock o pop o como quieras llamarlo. Sí es cierto que en los años 60 hubo aquí un estallido al clamor de la música pop de los Beatles y los Rolling Stones, y surgieron grandes bandas como Los Peniques o los Brincos, pero eso se paró y luego hubo un vacío en el que llegó la música melódica, con Nino Bravo, Camilo Sesto o Julio Iglesias. Luego estaba la música fiestera, Fórmula Quinta, Los Diablos, etcétera. Pero música de culto, de pop-rock, pues no había, había muy buen rock urbano del futuro, pero no había ese segmento. Y en la historia de este tipo de música donde puedes encuadrar a un montón de artistas, hay muy poca referencia. Nosotros a lo mejor somos de los pocos que hemos mantenido la llama encendida todo el tiempo y claro que somos un grupo de referencia para muchos grupos. A cualquiera que le digas Los Secretos, dirán lo difícil que es tener veintitantas canciones muy conocidas, más de 200 canciones editadas y cerca de 20 discos. Al final hemos tenido un repertorio exquisito, aunque está feo que lo diga yo, y envidiable.

La industria de la música ha cambiado en estos años y la manera de consumirla mucho más. ¿Cómo afronta un artista del siglo XX el consumo de música a la carta del siglo XXI?

Entrando en el juego, porque si no te quedas fuera. Adaptándote tecnológicamente, porque la tecnología muchas veces puede ser una aliada, no un enemigo. Cuando con 17 años firmaba mi primer contrato discográfico, lo que más se vendía en España eran musicassettes, porque muy poca gente se podía permitir tener un giradiscos en condiciones. Entrando ya a los 80, bajó la venta de cassettes, el disco se popularizó, el vinilo era lo que más se vendía, pero a finales de los 80 inventaron una cosa que era el CD. Entonces todo se empezó a reconvertir a dynamic disc y al final de los 90, no había pasado ni una década, el CD estaba a punto de quedar obsoleto cuando empezó a haber ordenadores en las casas de la gente.

Yo por un lado tengo que quejarme porque se vivía mucho mejor de la música en los 90, cuando podías estar mucho más tiempo con tu familia, componer en casa más discos, tenías más tiempo para grabar. Había como una valoración cultural de mayor altura de la música. Ahora es más consumo. Pero también es cierto que era raro ver a gente por la calle con unos auriculares y un walkman, que eran carísimos, era uno de cada mil. Con los primeros dineros que gané con la música me compré uno súper chulo y me miraban como un marciano. Ahora lo raro es que haya alguien que no lleve un smartphone y unos airpods o unos auriculares en el bolsillo y esté escuchando sus canciones favoritas sin que a nadie le llame la atención.

¿Dónde es más feliz Álvaro Urquijo? ¿Componiendo, en el estudio de grabación o cantando sobre un escenario?

Hoy en día, por razones obvias, encima de un escenario, porque es lo que más hacemos. Venimos haciendo una media de 80 conciertos al año y el año pasado, que se acumularon algunos de 2020 y 2021 que se habían pospuesto por la pandemia, llegamos hasta los 110 conciertos y es una gozada recibir el cariño público. Palpar, tener esa doble dirección de empatía en la que das y se genera un vínculo. Pero te diré que se echa de menos grabar un buen disco con todo el tiempo que se grababa en los 90, con el mimo que se hacía al no haber tanta tecnología. Tenías que cantar muy bien porque no había 'autotune' ni afinadores de voz; tenías que tocar muy bien porque no podían editar tu guitarra y copiártela y pegártela. No había la tecnología que hoy hace que puedas hacer un disco en un piso literalmente sin tener mucha noción de música. Yo conozco a gente que se llaman a sí mismos músicos, pero no lo son, sin embargo, viven de la música. Son dos mundos con una transformación tecnológica entre uno y otro a los que hemos sabido adaptarnos. Así que tenemos el recuerdo de una de las partes más bonitas, que era grabar y componer y triunfar vendiendo discos, y por otro lado el éxito de poder hacer 120 conciertos. No reniego de ninguna, pero a día de hoy, me quedo con los conciertos.

De entre todas las canciones de Los Secretos, ¿cual considera la mayor obra de arte?

Bueno, hay muchos puntos de vista. Yo tengo canciones que he compuesto yo y que he sentido que eran patitos feos, porque no tuvieron su repercusión en su día, que me encanta escuchar y que pocas veces tocaremos en directo, si es que las llegamos a tocar. Una se llama 'Está prohibido llorar', por ejemplo, otra se llama 'Cada día'. Porque tienes que estar sujeto a lo que la gente te demanda y cuando tienes 200 canciones editadas y más de 20 de ellas son éxitos muy conocidos, pues tienes que sujetarte en esas 20 canciones para no defraudar al público.

¿Y cuál es la que más piden?

Pues hay un caso muy especial, la que se llama 'Pero a tu lado', que es una canción que ha pasado de ser entre comillas un fracaso, puesto que salió en el año 95 y apenas se vendió ni se oyó. Mi hermano Enrique ni siquiera la quería cantar en los conciertos porque pensaba que, si el disco no se había vendido, la gente no la iba a reconocer y si no había sonado en la radio, la gente no iba a querer escucharla. Pero con el paso del tiempo, esa canción tiene algo que ha unido generaciones.Circuló un vídeo por WhatsApp que era de una familia que estaba separada por todo el mundo; los abuelos cumplían 50 años de casados, un nieto estaba en Canadá, el otro nieto en Inglaterra, otra familia en Pamplona, otros en Bilbao y uno de los hijos había conseguido hacer un vídeo coral de toda la familia, desde todas partes, juntos, cantando 'Pero a tu lado', y eso fue mucho antes de que se convirtiera en nuestro número uno. Ahora es imposible que vayamos a un concierto y no la toquemos. Simplemente ha tenido una permeabilidad, una transversalidad horizontal y una libertad de navegación entre gente que se quiere.

¿Qué les queda por conseguir? ¿Qué desafíos se ven enfrentando en el futuro?

Muchísimo. Primero estamos componiendo canciones para sacar un disco cuando esté. Estamos con proyectos abiertos, que dicen que da gafe hablar de ellos, pero que tienen que ver con la música y con las artes escénicas o con series de televisión o musicales para la Gran Vía. Son mundos muy distintos al mío y donde tienes que delegar, por eso estamos tomando muchas precauciones y pensándonoslo mucho. Pero, desde seguir aprendiendo y seguir perfeccionando, hasta seguir haciendo conciertos, pasando por hacer nuevos discos y nuevos espectáculos distintos a lo que estamos acostumbrados. Es un mundo de cosas totalmente nuevas que todavía están por hacer y por salir del cascarón.

¿Qué supone para Los Secretos recibir premios y reconocimientos como el que les va a dar el lunes que viene Madridiario a Toda una vida?

Pues mira, un halago, es indudable. Nuestro agradecimiento que vaya por delante a todos y cada uno de los que nos votaron. Y es un honor. Yo no entiendo a nadie que pueda rechazar un premio. Decían que Bob Dylan iba a rechazar el premio Nobel, pues sería tonto. Cuando alguien se molesta en darte un premio es de educación, en primer lugar, y de nobleza y sabiduría, en segundo lugar, tener el respeto como para aceptar un regalo. Un premio es el mejor regalo que se le puede hacer a alguien que lleva toda una carrera dedicada a las artes escénicas como Los Secretos.

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