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Una gran Madrid perdió ante los primeros juegos suramericanos

Diario de una elección olímpica (III): Corazonadas rotas

Diario de una elección olímpica (III): Corazonadas rotas

Por Enrique Villalba
viernes 02 de octubre de 2009, 00:00h
Madrid perdió de nuevo la carrera olímpica aunque con la cabeza bien alta. La presentación estuvo a la altura de un gran proyecto y nunca se supo un ganador claro hasta el último segundo. La tarde se desarrolló con un espíritu mucho más enérgico. Tras esperar buenas colas en la cafetería del Bella Center, los periodistas se ponían a la carrera a cubrir la presentación de Madrid 2016.
A más de uno se le pusieron los pelos como escarpias al escuchar a Mecano en el primer vídeo promocional de la candidatura. El equipo empezaba muy fuerte. Ruiz-Gallardón abría paso visiblemente nervioso y sonriente. Cada palabra podía valer un voto, así que tenía que ir con cuidado. Les dejó a Zapatero y Aguirre calentar motores. La presidenta regional, con su buen francés, habló del transporte y el impulso de todos los madrileños a la candidatura. Zapatero comenzó de forma imponente lamentando y mandando su apoyo a los muertos en el terremoto de Indonesia, felicitando a Pekín y a Londres por sus oportunidades olímpicas y haciendo guiños a los países africanos. Estaba serio. Se estaba tomando como todos la cosa con mucha cautela. Habían preparado la situación como un auténtico engranaje que tenía que funcionar. Anunció la creación de una escuela de deportes que fomentará los valores olímpicos entre los países más desfavorecidos.

Sólo llevábamos tres intervenciones y ya parecía que les habíamos ganado a los competidores en la presentación por la mano. Nuestra mano olímpica. Y continuaba Mercedes Coghen con su puesta en escena técnica. Muy cuidada. A más de uno se le humedecieron los ojos. Daba orgullo ver a todos unidos dando el callo por una vez en la misma dirección. Alejandro Blanco tuvo una pequeña equivocación con los "entrenamientos" y pareció que empezaba la cuesta arriba. Pero salieron los deportistas y salvaron la situación con una Teresa Perales y, sobre todo, una Mónica Figar, perfectas en su papel.

La presentación perfecta
Ruiz-Gallardón trajo la carta de los madrileños que dio paso a Juan Antonio Samaranch. El presidente honorífico del COI apeló a los sentimientos y a que todos tengan un detalle con él antes de que su tiempo acabe. Esa sería su ilusión. Terminó el Rey apelando a su pasado, su presente y su futuro olímpico. También serio, cerraba la comitiva con un discurso con poso para calar en los presentes. En los saludos finales el presidente del Comité, Jacques Rogge, felicitaba por la "presentación perfecta" a Madrid. El suizo casi se olvidó de saludar a su predecesor, que le cogió del brazo. Quizás Samaranch no quería que Rogge olvidase todo lo que le debe.

En los pasillos, los periodistas esperaron en una cerca como corderos sin salida a que los políticos dejasen de dar apretones de mano y agradecimientos a los miembros del COI para poder trabajar. Todos estaban muy optimistas pero no decían mucho más de lo que había. La suerte estaba echada y sólo cabía esperar.

Un ataque de nervios
Hubo más que rascar poco después. Comenzaron las eliminaciones y en apenas cinco minutos Chicago y Tokio se iban para casa. La primera ciudad, ante una reacción silenciosa o sorprendida de la gente. El segundo bajo los lamentos de los numerosos periodistas nipones destacados en el Bella Center. El resto estaba al borde de un ataque de nervios. Carreras para hablar con los alcaldes y para terminar el trabajo a tiempo antes de la gran final.

El Comité se dejaba querer y todos se tiraban de los pelos en la sala de prensa por saber el resultado. Al final, fue para Río de Janeiro. Y los madrileños se abrazaban y consolaban para curar tanta corazonada rota.
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