España es un país literalmente desarbolado, plagado de zonas más o menos desertizadas, con ríos raquíticos cuyos modernos trasvases suscitan agrias disputas, incluso con la pacificadora intervención del Papa. Ahora mismo, sólo las ya inesperadas lluvias de marzo han salvado gran parte de las cosechas, siendo ya seco el año anterior.
Sin embargo, siguiendo una costumbre quizá válida hace 500 o 1000 años, y por diezmillonésima vez, veo que el titular de portada de un diario madrileño identifica el “buen tiempo” con el seco. ¿No mereceríamos así padecer otra “pertinaz sequía”, ahora que ni con mejores riegos, conseguimos alimentar a la mitad de nuestra población, duplicada desde los años cuarenta, por lo que debemos importar, cada vez más cara y escasa, la otra mitad de lo necesario para alimentarnos? ¿No sería más exacto y justo dejarnos calificaciones moralistas y calificar al tiempo, por ejemplo, de frío, moderado y caliente?
Josefa Ortega