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Lobo vivo, lobo protegido, por fin

Por Jonathan Gil Muñoz
miércoles 10 de febrero de 2021, 09:48h

La conservación del gran carnívoro es imprescindible para nuestros ecosistemas al regular, por ejemplo, las poblaciones de ungulados en los territorios en los que habite

La protección del lobo ibérico en todo nuestro país es sin duda la noticia conservacionista de los últimos años. Pocas veces una información de este corte ha tenido tanta repercusión mediática, pero la novedad no merecía otra cosa. A la espera de que la decisión se vea reflejada en el Boletín Oficial del Estado, la situación cambia radicalmente para nuestro lobo, el gran cazador de la fauna ibérica. Hasta ahora, era una especie cinegética al norte del Duero, mientras que al sur, aunque estaba protegido sobre el papel, se ha seguido cazando al amparo de unos planes de control de la especie sin ningún tipo de base científica.

El lobo ha ido en las últimas décadas recuperando muchos de los lugares en los que históricamente ha vivido. Una expansión que ha tenido su eco en el sector ganadero, que no ha tenido ningún pudor en achacar al lobo cualquier ataque que registraba su ganado en extensivo. Una realidad que choca frontalmente con los resultados de estudios realizados a pie de campo, donde se certifica que el número de ataques de lobos al ganado supone en realidad un porcentaje ridículo. ¿Quiénes son entonces los verdaderos responsables? Los perros asilvestrados. Estos canes, muchos de ellos fugitivos de las rehalas de caza, se valen de un ganado confiado para perpetrar sus fechorías. ¿Por qué entonces no se dice la verdad? Muy sencillo, muchos ganaderos sin escrúpulos echan la culpa al lobo de los daños que sufren sabedores de que la Administración pública no compensa los causados por perros errantes.

Ahora, con la protección integral del lobo ibérico, se presenta una oportunidad para que se abra un tiempo en el que se hable en términos diferentes de una especie vital para nuestros ecosistemas. Si bien es cierto que el crecimiento de la población del lobo, muy modesto por otra parte, va a traer consigo pérdidas para los ganaderos en extensivo, ahora la posibilidad de eliminarlo del mapa ya no es una alternativa. Esto debe servir para reconducir la situación y dirigirla hacia la adopción de las medidas preventivas adecuadas para evitar las posibles incursiones del lobo ibérico. Algo que antes, muy pocos ganaderos han aceptado como válido, ya que siempre quedaba la alternativa sangrienta de cazar al cánido silvestre; mucho más rápido, pero no más eficaz. En definitiva de lo que se trata es de conseguir, de una vez por todas, la convivencia entre el lobo y el ganadero.

En la Comunidad de Madrid tenemos una pequeña población de lobo localizada en la Sierra de Guadarrama que gozaba antes de los recientes acontecimientos de una total protección y que ahora se va a ver reforzada más si cabe. Su presencia está sirviendo, entre otras cosas, para comenzar a regular la población de cabra montés en La Pedriza, lo que nos advierte de la importancia del lobo en el medio natural, donde produce más beneficios que perjuicios. De hecho, desde hace ya años, la observación del lobo ibérico en nuestro país genera más ingresos que su caza. Lobo vivo, lobo protegido, por fin.

Jonathan Gil Muñoz
Director de El Guadarramista

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