Las ventajas de elegir un coche eléctrico comienzan a imponerse a los posibles inconvenientes. Si hace unos años los principales factores que disuadían de elegir este medio de transporte eran su poca autonomía y la escasez de puntos de recarga, el escenario ha cambiado. Los nuevos modelos han doblado los kilómetros que pueden recorrer sin repostar hasta alcanzar los 400 y los puntos públicos de recarga también se han multiplicado. En el caso de Iberdrola, una de las compañías que opera en este ámbito, cuenta con más de 3.000 puntos, otros tantos estarán operativos a corto plazo y los acuerdos establecidos con distintos operadores europeos le proporcionan acceso a otros 100.000.
Cuando se echan números, su precio de entre 5.000 y 15.000 euros más caro que el vehículo de combustión, también ha dejado de considerarse un obstáculo para dar el salto al cero emisiones. Las ayudas públicas de hasta 8.000 euros para incentivar el cambio representan el mayor atractivo, pero no el único. En un tiempo en el que el precio de los carburantes se sitúa en máximos históricos, cargar la batería de un coche eléctrico resulta hasta 15 veces más económico que llenar el depósito de un vehículo convencional.
"La máxima rentabilidad se consigue cuantos más kilómetros diarios se hagan dentro de la autonomía del coche con carga lenta nocturna", apunta Carlos Pérez Villegas, responsable de recarga residencial y alianzas de Smart Mobility en Iberdrola.

Las cuentas parecen claras. Recorrer cien kilómetros cuesta 7 euros si se emplea un punto de recarga rápida, la mitad de lo que gasta un coche convencional. Y si se carga en casa por la noche, sale a sólo 50 céntimos. "Cada 10.000 km se ahorran 900 euros solo en combustible", añade este experto para concluir que "teniendo en cuenta un consumo anual de 15.000 km, en una ciudad con Zona de Bajas Emisiones, y costes de mantenimiento estándar, el ahorro anual seria entre 1.500 y 2.000 euros, además de evitar la emisión de unas dos toneladas de emisiones de CO2".
Aunque el principal ahorro viene por el repostaje, también "adicionalmente se producen ahorros económicos en el mantenimiento: no es necesario cambiar aceites ni filtros, correas de distribución, embrague o válvulas; el número de piezas de la propulsión de un coche eléctrico es menos de la mitad que en uno de combustión; y al recuperar energía en las reducciones de velocidad, se reduce el uso de los frenos, aumentando la vida de pastillas y discos", desgrana Pérez Villegas, quien subraya la "experiencia de conducción más agradable: sin ruidos, con menos vibraciones y capacidad de aceleración más contundente".
Asimismo, estos coches pagan un impuesto de circulación y matriculación reducido, gozan de descuentos en algunos peajes, la ITV les sale más barata y disfrutan de libre acceso y aparcamiento gratuito en ciudades con zonas de bajas emisiones, como Madrid.
Precisamente ahí es donde el coche eléctrico encuentra un ecosistema favorable, en las áreas de circulación restringida, que serán obligatorias en las ciudades de más de 50.000 habitantes a partir de 2023. Librarse de los atascos pudiendo circular por los carriles de alta ocupación de entrada a Madrid, moverse con libertad por toda la almendra central y aparcar sin preocuparse del parquímetro, terminan siendo interesantes ventajas que sumar a la lista de razones por las que cada vez se opta más por un eléctrico.

Todo ello sin olvidar la eficiencia energética porque, aunque no sean de inicio razones medioambientales las que muevan a adquirir un coche eléctrico, no se puede obviar que circular con él reduce la huella de carbono al evitar emisiones a la atmósfera, reduce la contaminación acústica y toda la energía que recibe de la red de recarga procede de fuentes cien por cien renovables.
Apto también para viajes largos
En cuanto a su comportamiento en carretera, los desplazamientos largos han dejado de ser un desafío para este tipo de vehículos. Ahora, con una planificación previa, trazando los itinerarios e interesándose por los lugares en los que se puede repostar, no hay inconveniente en embarcarse en la aventura.
Un viaje entre Madrid y la costa levantina o la andaluza no debería plantear ninguna dificultad añadida ni exigir hábitos distintos a los que adoptamos en una escapada vacacional a bordo de un coche convencional. “Con los modelos actuales más habituales y, como lo más normal es salir con la batería al cien por cien cargada en casa, con una parada en el camino sería suficiente para llegar a la costa de Levante, mientras que a la costa de Andalucía, en función de la zona, bastaría con 2”, apuntan en Iberdrola.
Para organizar todos los detalles del viaje, existe la app Recarga Pública de Iberdrola que permite diseñar la ruta con el móvil. La aplicación muestra los puntos de recarga disponibles en España y detecta en tiempo real el estado en el que se encuentran, si funcionan y si están libres u ocupados. La app también informa sobre el número de puntos existentes en cada estación, el tipo de cargador y lo que cuesta la recarga. Para mayor comodidad, además permite reservar el cargador y pagar desde el móvil.

Hoy ya es muy fácil localizar dónde recargar el coche eléctrico y el Plan de Movilidad Sostenible de Iberdrola prevé instalar más puntos de recarga en autovías, ciudades, empresas y hogares en los próximos años. Esta amplia infraestructura contará con estaciones rápidas (50 kW), superrápidas (más de 150 kW) y ultrarrápidas (más de 350 kW).
Con estos últimos cargadores ultrarrápidos se puede repostar en el tiempo que te tomas un café, ya que, en seis minutos aproximadamente, se pueden recargar 200 kilómetros. "Actualmente hay unos 17.000 puntos de recarga de uso publico en España", precisa Pérez Villegas. "Teniendo en cuenta la ley que obliga a poner uno por cada 40 plazas en parkings no residenciales, se debería alcanzar la cifra de 100.000 plazas para finales de 2025", calcula. Además, el coche eléctrico se puede cargar en cualquier sitio en el que haya un punto de recarga, no solo en una estación de servicio, como es el caso de los coches de combustión interna.