Manuel Ríos tiene una urgencia vital: encontrar un trabajo cuanto antes. El suyo es uno de los más de 71.000 empleos que la pandemia destruyó durante 2020 en la Comunidad de Madrid y él uno de los 432.516 madrileños que acabaron el año pasado apuntados en las listas del Inem.
Con la mejora de la situación epidemiológica y la recuperación progresiva de la normalidad, también se está reactivando el mercado laboral en la región. En septiembre hubo 7.500 desempleados menos y creció el número de afiliados en más de 42.000 personas. Pero, aunque tres de cada cuatro nuevos empleos se han creado en la Comunidad de Madrid, no todos los que perdieron su trabajo el año pasado han podido recolocarse en otra ocupación. Es el caso de Manuel. Detrás de la estadística y los datos fríos hallamos personas con nombre y apellido, como este hombre de 42 años vecino de Pinto que en medio de su desesperación se dirigió a Madridiario para contar su historia.
“Tengo experiencia de muchas cosas. He trabajado de mozo de almacén, de teleoperador, de gasolinero…”, desgrana los oficios de su vida laboral. “Lo último en lo que he trabajado ha sido de administrativo en una oficina, pero cerraron por el tema del Covid”. Se refiere a una asesoría de empresas que no resistió la pandemia. Eso fue hace once meses. Desde entonces busca sin éxito otra ocupación remunerada. “Estoy saliendo cada día a buscar trabajo, acercándome a las empresas, pero no recibo contestación alguna”, se lamenta, y presume de contar también con formación como cuidador de personas mayores gracias a haber conseguido un certificado de profesionalidad en atención sociosanitaria, un campo en el que los puestos de trabajo en teoría no escasean. Sin embargo, tampoco le surge ninguna oportunidad en el sector.
Cuenta que le correspondía algo de paro, pero pesaban más las deudas, así que pronto le fue imposible afrontar el pago del alquiler del piso en el que vivía en Pinto y le echaron a la calle. Sin un lugar donde dormir ni ingresos para costear lo más básico, Manuel se dirigió a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Pinto. Asegura que allí la trabajadora social que le atendió le advirtió que no tenía derecho a ayudas porque no figuraba como empadronado en ninguna dirección fija. Lo estaba mientras vivía de alquiler, pero en el momento que se vio obligado a abandonar la vivienda por no poder costearla, perdió lo que es para la administración local una condición indispensable para que la rueda de la burocracia pueda girar. “Las ayudas van según los ingresos que entran en un domicilio, así que no puedo solicitar ninguna ayuda porque no puedo justificarlos al no estar empadronado en una casa donde esté viviendo”, explica.
Sin vivienda y sin empadronamiento
“Es cierto que sin estar empadronado en un municipio no se pueden recibir ayudas”, nos confirman fuentes del Ayuntamiento de Pinto. Por este motivo las entidades locales suelen establecer acuerdos con organizaciones no gubernamentales para que sean ellas quienes atiendan esas necesidades. “Por eso, además de para poder atender a personas sin documentación, nuestro ayuntamiento tiene convenios con Cáritas y Cruz Roja, cada uno de ellos dotado con 20.000 euros”. Añaden que además hay otros recursos que facilita la Comunidad de Madrid y a los que pueden acudir las personas en esta situación.
“Este año la partida de nuestro ayuntamiento destinada a ayudas de emergencia social ha subido de 300.000 euros a 450.000, un importante aumento que pretende paliar los efectos de la crisis”, precisan desde el Consistorio pinteño donde gestionan también “una bolsa de empleo que está bastante activa”.
Así las cosas, Manuel recurrió a Cáritas. “Aquí me dan un plato de comida, hacemos tareas y también terapia en grupo”. El problema es que esta ayuda tiene fecha de caducidad, “seis meses y llevo ya cinco, así que luego tendré que buscarme la vida”, comenta. Ha descartado recurrir a la familia, “no tengo trato con ella”, y de sus más próximos no espera más favor que el que ya recibe de un amigo que guarda en un almacén sus escasas pertenencias, lo poco que poseía cuando vivía en el piso de alquiler, básicamente ropa.
'¿Sin salida?'
Según el Plan de inclusión de personas sin hogar en la Comunidad de Madrid, se estima que hay alrededor de 4.500 personas en la región viviendo en esta situación. El próximo 31 de octubre las entidades que trabajan para sacar de la calle a los más vulnerables conmemoran el Día de las personas sin hogar y han puesto en marcha una campaña con el lema '¿Sin salida?' con la que denuncian la desprotección social en que la pandemia ha sumido a estas personas.
Cáritas Diocesana de Getafe, a quien corresponde el área de Pinto, pone el foco en las diferentes formas de sinhogarismo o exclusión residencial que existen en el sur de la Comunidad de Madrid, desde la situación de calle hasta la infravivienda, pasando por el hacinamiento en habitaciones, las caravanas o las ocupaciones.

Según esta entidad, la crisis derivada del coronavirus ha puesto de manifiesto el laberinto burocrático al que se enfrentan estas personas en un sistema que imposibilita o dificulta el acceso al sistema de protección. Al final, son las organizaciones del tercer sector las que suplen esas carencias.
Con motivo de este día, la Federación de Asociaciones de Centros para la Integración y Ayuda a Marginados (Faciam), que integra a entidades de iglesia comprometidas con las personas más excluidas, incluida Cáritas, sale a la calle el próximo 28 de octubre para visibilizar esta realidad. Se reunirán en la plaza de Callao para llegar a la Puerta del Sol donde celebrarán un acto en el que tomarán la palabra los protagonistas de este problema, la gente sin hogar.
“Los sistemas de cuidado y protección actuales no están siendo ni los suficientes ni los adecuados para proteger a las personas más vulnerables”, denuncian desde Faciam, para quien "vivir sin hogar es mucho más que estar sin techo. Por eso nuestra mirada a este problema es integral y desde los Derechos Humanos. No es una cuestión individual, es una responsabilidad social. Nadie debería vivir en la calle, nadie debería vivir sin tener un hogar”, sentencian.
Las llaves de Hogar Sí
Hay otra fecha en el mes de octubre que visibiliza este mismo problema. El pasado día 10 se celebró el Día Mundial del Sinhogarismo, una fecha que aprovechaba Hogar Sí para remitir una carta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, instándole a dar pasos decididos para garantizar el derecho a un hogar. Para ello le planteaban la necesidad de dotar de los fondos necesarios la nueva Estrategia para personas sin hogar 2022-2025 a través de los Presupuestos Generales del Estado y que la nueva Ley de Vivienda contemple de manera adecuada la problemática del sinhogarismo.
Hogar Sí es otra de las asociaciones empeñadas en conseguir que ninguna persona viva en la calle. La última campaña de esta entidad se titula Las llaves e "invita a reflexionar sobre lo que significa tener las llaves de un hogar y las cosas cotidianas que representa, como el poder cerrar la puerta de casa y sentirse seguro y protegido, o descansar".

Para llegar a esas llaves, la solución más eficaz que defiende Hogar Sí es la conocida como Housing First, una metodología de intervención social que rompe con el modelo de atención tradicional en escalera. "Las personas tenían que ir superando pasos poco a poco: de la calle a un albergue, del albergue a un alojamiento temporal y, como último escalón, una vivienda permanente", explica la organización sobre un proceso en el que "un alto porcentaje de personas volvía a la calle". En cambio, Housing First comienza por proporcionar "una vivienda individual, estable e independiente junto con el acompañamiento que sea necesario para mantenerse en ella y avanzar en un proyecto de vida independiente", concluyen.