La Sala Recoletos de la Fundación Mapfre alberga, hasta el 9 de mayo, una exposición que recorre el conjunto de la obra del famoso pintor ruso Alexéi von Jawlensky. Un viaje por sus inicios en Rusia y su paso por Alemania y Suiza.
Comisariada por Itzhak Goldberg, la muestra también indaga en la relación que Jawlensky tuvo con otros autores como Vasili Kandinsky, Gabrielle Münter o Marianne Werefkin. Su influencia le convirtió en uno de los mayores exponentes del movimiento expresionista a través de la Nueva Agrupación de Artistas de Múnich y el colectivo de arte El jinete azul. Su estilo siempre se caracterizó en la sencillez de las formas y el cuidado tratamiento del color, que recuerda el arte popular ruso.
Nacido en Torzhok (Rusia) en 1864, Alexéi von Jawlensky fue un pintor expresionista perteneciente a una familia aristócrata. Se formó en la academia de arte de San Petersburgo (Rusia) hasta que en 1896 se trasladó a Múnich (Alemania) para avanzar en sus estudios en el colegio privado de Anton Ažbe. Allí coincidió con Kandinsky y otros artistas rusos con los que creó la Asociación de Nuevos Artistas de Múnich.
Debido a la Primera Guerra Mundial, en 1914 se trasladó a Suiza donde conoció a Emmy Scheyer, quien le ayudó a exportar su arte a Estados Unidos. Fue durante su estancia en el país helvético cuando desarrolló sus series más conocidas: Cabezas místicas (1917-1919) y Cabezas del sabio (1918-1920), las cuales beben de la simbología de la iglesia ortodoxa rusa.
En 1924 fue uno de los miembros fundadores, junto con Lyonel Feininger, Vasili Kandinski y Paul Klee, de Los cuatro azules, una corporación de arte moderno con la que darse a conocer en Norteamérica. Jawlensky murió en Wiesbaden (Alemania) en 1941. En 1991 se instauró el Premio Jawlensky que cada cinco años galardona a los mejores artistas contemporáneos del mundo.