El 19 de enero de 1929 el teatro Español volvió a levantar el telón tras haber sufrido una profunda remodelación que lo había tenido cerrado casi cuatro años. Ya en 1920 el Ayuntamiento de Madrid, propietario del teatro, había planeado una serie de reformas. Entre 1922 y 1925 tuvo una programación escasa y ese último año se cerró del todo.
El arquitecto, Pablo Aranda, que ya había intervenido en la reforma de 1890, fue el responsable de la nuevas obras, aunque falleció en 1926 y no pudo ver terminado su proyecto. En esta ocasión se compraron nuevas fincas en las calles de Echegaray y Fernández y González para incorporarlas al teatro. Las obras las finalizó Luis Bellido, auxiliado por un directo colaborador del arquitecto Aranda, el señor Enrique Colás.
En líneas generales la imagen que vemos hoy de este teatro es la resultante de la gran reforma de los años veinte. El diario La Época (21-1-1929) ofrecía una descripción del nuevo teatro:
El viejo entramado de madera se sustituyó por hormigón y hierro. También se cambiaron las instalaciones de electricidad y calefacción. Por primera vez se instaló un ascensor. La destartalada casa de la contaduría, adosada al teatro, se derribó totalmente, construyéndose otro edificio en la línea del central. Es el que acoge actualmente a las taquillas y al bar. El presupuesto final de esta gran reforma ascendió a 1.770.000 pesetas. La función de reapertura se celebró el 19 de enero de 1929 con La estrella de Sevilla. Al frente de la compañía estaba Fernando Díaz de Mendoza, pero había una lamentable ausencia: María Guerrero, su esposa y primera actriz, que había fallecido un año antes.