Cuando aún resuena a orillas del Manzanares la música contundente de los
temas que conformaron el concierto que el grupo australiano AC/DC dio
en la capital la noche del domingo, con motivo de su actual gira "Rock
and Bust" y donde congrego a 55.000 incondicionales en el Vicente
Calderón, mañana repiten para otros tantos enfervorizados y fieles
seguidores del rock más noble y sin concesiones del panorama musical
actual, dando así por finalizada su visita en el presente año a nuestro
país, tras su paso con anterioridad por la Ciudad Condal
Si un dicho popular dice que "De Madrid al Cielo", estos días bien se podría traducir como "De Madrid al Infierno". Mañana el coliseo rojiblanco volverá vivir desde primeras horas del día una nueva peregrinación de fans con camisetas negras con el logo de la banda y los más atrevidos, con unos llamativos cuernos rojos luminosos en la cabeza como si de una despedida de soltero/a se tratara. También y como ocurrió el domingo, un buen número de caras conocidas se dejaran ver a pie por el Paseo de los Melancólicos, unos muy habituales a este tipo de citas por su profesión de músicos o incondicionales al rock, como los presentadores Pilar Rubio y Arturo Valls y otros, porque queda muy "in" una imagen en sus perfiles de redes sociales. Lo dicho, otra noche especial para vivírla como sino no hubiera un mañana y en esta ocasión y por si ya el espectáculo no fuera lo suficientemente evocador de las tinieblas, con una inquietante luna llena como testigo.
La cita de mañana será una copia de lo vivido el domingo. Y para los que suelen pasar de los conocidos teloneros, en esta ocasión nos atrevemos a recomendar que no se los pierdan. Los elegidos para calentar el ambiente son los californianos Vintage Trouble, un grupo de rock con raíces de blues americano y un sonido "retro" que se formó por la zona de Venice Beach. Y capitaneados por sus fundadores, el cantante Ty Taylor y el guitarrista Nalle Colt, llevan a cabo con muy buen gusto un número de temas que nos trasladarán a finales de los años `50 y el mejor blues de los `60 con guiños a los Rolling Stones, Chuck Berry y los Animales.
Pero si la agradable sorpresa que es el grupo norteamericano no te convence y eliges sofocar el calor que esta viviendo estos días Madrid en los numerosos bares de la zona, a las diez en punto comienza el verdadero espectáculo sobre el escenario, proyectando en unas megapantallas unos astronautas aterrizando en la luna y un volcán que escupe una roca ardiendo con las letras del grupo en dirección a la Tierra. En ese momento y a los acordes de miles de gargantas, los primeros compases del Rock or Bust, el decimosexto álbum de la banda de hard rock australiana con toques de blues rock y los protagonistas en acción. En primera fila Brian Johnson, que con 68 años es la voz del grupo desde 1980, tras la muerte de Bon Scott y Angus Young, el alma de la banda con su traje de escolar, sus 60 primaveras, su inseparable Gibson SG y sus "riffs" incisivos... una incansable máquina que se moverá por el escenario sin parar con su "paseo del pato" a lo Chuck Berry. Y tras ellos, Stevie, el sobrino de Malcolm Young y su guitarra rítmica, al que sustituye al no haber superado el mal del Alzheimer y Chris Slade a la batería, que ha vuelto a ser admitido tras dejarla en 1994 y por causas mayores, dado que Phil Rudd se ha perdido esta gira por problemas con la justicia por trafico drogas y amenazas. Y como bajista, Cliff Williams, que como siempre, se mantiene en un segundo plano durante todo el concierto.
El espectáculo esta pensado para no defraudar a sus miles de seguidores. En total veinte temas con los hacen un recorrido por sus principales éxitos de los años `70 y `80, desde "Shoot to thrill" hasta el "Hell ain't a bad place to be" y pasando por "TNT". Y uno de los puntos álgidos de la cita rockera será hacia la mitad del concierto. En ese momento entra en escena uno de los gags ya habituales de la banda desde los años 80. Del techo del complejo entramado que sujeta el escenario, bajara una campana gigante bajo los acordes del "Hell's bells" y con el que quisieron dar en su momento un homenaje al recién fallecido Bon Scott. En cuanto al último disco, se limitaran a un par de canciones: "Play ball" y "Baptism of fire", y uno de su disco anterior, "Black ice", el "Rock'n'roll train". Más adelante y con una inmensa muñeca hinchable invadiendo el escenario con el nombre de Rosie, comienzan los acordes del "Whole Lotta Rosie" y donde se vuelve a dar un guiño a Bon Scott, dado que la canción esta dedicada una mujer real con la que estuvo el malogrado cantante.
Al final y antes de los bises, el "Let There be Rock", donde Angus se lucirá subido a una plataforma y alargando la canción hasta la eternidad, el domingo hasta los 20 minutos con solos de guitarra mientras gira sobre si mismo tirado en el suelo ante el delirio de los miles de asistentes. Y ya en pleno éxtasis de grupo y público, y con todo el escenario envuelto en llamas, uno de los himnos inmortales de la banda australiana, el "Highway to hell" y tras el, atronadoras salvas de cañones y la apoteosis final dando entrada al "For those about to rock (we salute you)" y para terminar, una vistosa puesta en escena de fuegos artificiales. En fin, cuarenta años de historia y cuarenta razones para no perderse a una formación que en directo han sido y son, de las más auténticas por su entrega y comunión con sus millones de seguidores por todo el mundo. Y con leyendas urbanas como la que el ejercito norteamericano recurrió a su música para derrocar al general Manuel Noriega en 1989, que refugiado en la Nunciatura de Panamá, rodeo el edificio con grandes amplificadores que "escupían" temas del grupo australiano durante tres días seguidos, hasta que el militar rebelde decidió entregarse.
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