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La Vela: la ciudad marina del BBVA

Por Pedro Montoliú
lunes 11 de mayo de 2015, 07:30h
El barrio de Las Tablas, en la zona norte de Madrid, ha visto en los últimos cinco años como crecía un entramado de inmuebles y calles en torno a un nuevo edificio singular que ya se ha convertido en el símbolo de la futura ciudad financiera del BBVA. Lo que nació en el estudio suizo Herzog & de Meuron con el simple nombre de "edificio vertical" terminó convirtiéndose, tras una encuesta entre los empleados del banco, en La Vela. Ese término marino para un edificio de 93 metros de altura y 19 plantas conllevó que, a la hora de bautizar las calles se eligieran nombres de océanos y que los siete edificios que rodean La Vela lleven el nombre de los continentes.
  • Vista desde uno de los edificios que, en forma de anillo, rodean La Vela

    Vista desde uno de los edificios que, en forma de anillo, rodean La Vela
    Kike Rincón

  • La gran Mesa de la Tesorería, en la que trabajan casi 400

    La gran Mesa de la Tesorería, en la que trabajan casi 400 'traders'
    Kike Rincón

  • El edificio de La Vela desde la alfombra vegetal que cubre los edificios del complejo

    El edificio de La Vela desde la alfombra vegetal que cubre los edificios del complejo
    Kike Rincón

Aunque oficialmente es denominado "Proyecto Arte", todo el complejo bancario ya es conocido popularmente por el edificio que lo preside: La Vela, un edificio que no es un círculo ni una elipse. "Es como un círculo a mano alzada", apuntan desde el estudio suizo de arquitectura Herzog & de Meuron que en 2008 ganó el concurso internacional de ideas. Un año antes, BBVA había comprado en Las Tablas una parcela de 60.000 metros cuadrados sobre la que se estaba construyendo entonces el parque empresarial Floresta. La labor del estudio Herzog & de Meuron, que ya se ocupó de transformar una central eléctrica en el CaixaForum, consistió en aprovechar los edificios bajos ya levantados y planificar los correspondientes a la segunda fase. Para ello se respetaron los tres niveles de aparcamiento (3.000 plazas y 138.000 metros cuadrados) ya construidos bajo todo el complejo, se 'desnudaron' los edificios que ya se habían levantado de los que solo se aprovechó el forjado y se procedió a reestructurar el espacio resultante cortando algunos edificios y uniendo otros. Para realizar estos cambios, el Ayuntamiento tuvo que aprobar previamente un Plan Especial, otro de urbanización y un tercero de remodelación.

Las obras empezaron en 2010 y el resultado han sido siete edificios de planta baja más dos alturas, denominados América del Norte, América del Sur, Europa, África, Asia, Oceanía y Antártida, separados por las calles Caribe, Atlántico, Mediterráneo, Índico y Pacífico. Los edificios Asia y Oceanía abrieron sus puertas en 2013 cuando se trasladaron a ellos los primeros 1.800 empleados de los 6.000 que trabajarán en el complejo. Se espera que este mismo mes de mayo comience el traslado al resto de los edificios incluyendo las siete primeras plantas de La Vela y que en otoño termine el proceso de ocupación de los 114.000 metros construidos en superficie. La inversión, entre compra de suelo y construcción del complejo, se habrá elevado para entonces a los 900 millones de euros.

Para realizar el proyecto, Herzog & de Meuron eligió una paleta limitada de materiales: hormigón, vidrio y acero y otros más cálidos como la madera y la vegetación. También se adaptaron a la orografía, de forma que las construcciones fueran como una alfombra sobre el terreno, lo que hizo que los forjados de los distintos edificios no vayan rectos sino que suben y bajan para salvar una diferencia de hasta ocho metros de cota. Tras atravesar tantos océanos y continentes, al visitante, estas ondulaciones arquitectónicas no dejan de parecerle olas.

Entre las distintas dependencias del complejo sobresale por su espectacularidad la llamada Mesa de la Tesorería, un espacio de 1.600 metros cuadrados con una altura de 12 metros y una capacidad para 400 traders que se ocupan de las operaciones de la compra-venta de activos y cuya imagen traslada al visitante a Wall Street. Un gran lucernario recorre esta sala, presidida por ocho enormes videowalls visibles desde cualquier punto de la sala donde se proyectan canales financieros, información bursátil y comunicaciones internas y externas.

La decoración interior, como la del resto de los edificios -excepto la de La Vela de la que se ocupa también Herzog & De Meuron- está firmada por el equipo de arquitectura de interiores SOM (Skidmore,Owings & Merrill). En ella se mezcla la búsqueda de la claridad con un mobiliario que va desde espejos en los ascensores con la forma de La Vela a sillones fonoabsorbentes de gran colorido en los que se puede hablar casi en privado

Anillo de acero

Pero el polo de atracción de la ciudad financiera es el edificio de La Vela, situado en el centro de una gran plaza de 100 metros de diámetro que tiene la forma de la torre. La visión de esta desde las grandes bancadas de madera que se han instalado, a modo de anillo, en los edificios que circundan la plaza sorprende, en primer lugar, por el contraste entre su altura (93 metros) -Herzog & de Meuron quiso que tuviera la misma altura que la torre del BBVA de Azca- y su anchura máxima (82 metros) con su escasa profundidad (16 metros). El edificio, al que se cambió su orientación inicial para colocarlo en sentido norte-sur y así aumentar su eficiencia energética, fue realizado en hormigón y forrado lateralmente por un anillo de acero. "Buscamos un acero que no generara reflejos para no deslumbrar a los automovilistas de la autopista (la N-I pasa junto a la ciudad financiera). Interiormente, y paralelo al perímetro exterior, existe también un segundo anillo por el que van las instalaciones y entre ambos anillos colocamos las escaleras cuyos apoyos van cambiando de muro para salvar una curvatura que ha exigido utilizar 35 radios diferentes. En la parte central pusimos el eje de ascensores y servicios", explican en el estudio de arquitectura.

En las próximas semanas se completará la decoración interior de este edificio singular, al menos de los despachos comprendidos entre la planta 1 y la 7. Dado que la planta baja está exenta para dejar libre el paso entre ambos lados de la plaza, se accederá al edificio por una rampa lateral. En las plantas superiores, se situarán los despachos de los miembros del comité ejecutivo, consejo y presidencia. La 11 será un restaurante y la 19, con triple altura, será un espacio institucional. Al igual que el resto de los edificios, la fachada de La Vela también muestra las enormes lamas ancladas a la estructura del edificio puestas para evitar los efectos del sol en aquellas plantas de más de una altura. A pesar de su porte, el edificio tendrá un uso más representativo que administrativo pues solo será ocupado solo por unas 300 personas.

El proyecto de Herzog & De Meuron dió mucha importancia a la plaza que rodea La Vela. Según los arquitectos, era necesario buscar un punto central de encuentro de los edificios y este fue la plaza a la que llegan los edificios con distintas cotas. Esta plaza, a punto de concluirse, contará con mesas, bancos, árboles de hoja caduca y una iluminación a base de globos, llamados "gotas", que este estudio ya ha usado en otros proyectos en Tenerife y Burgos.

Sostenibilidad y servicios

Aparte del criterio arquitectónico, otro de los criterios más valorados en el diseño de esta ciudad financiera ha sido la sostenibilidad. "Era lógico pues forma parte de la conciencia social del banco y eso se ha puesto de manifiesto en el diseño y en la vida de los propios edificios", apunta Susana López, directora del "Proyecto Arte Ciudad BBVA". Como prueba de ello se ha conseguido ya la certificación ISO 14001 y se está trabajando para obtener la certificación Leed Oro, considerado el estándar en construcción sostenible con mayor prestigio en el mundo.

Para conseguirlo, el complejo se ha diseñado con una iluminación completa de led; vigas frías que conducen por su interior agua a 14 grados que no genera corrientes o ruido de motores; toldos sobre las calles y estores en las fachadas que se mueven automáticamente con el sol y regulan la climatización; paneles solares térmicos y fotovoltaicos; energía geotérmica de bucle cerrado; fachadas de vidrio con argón que reducen 45 decibelios el ruido exterior y aíslan térmicamente; sensores que regulan la luz, el agua, la temperatura; reciclaje selectivo de residuos o aprovechamiento del agua de la lluvia para el riego y del agua gris de lavabos para su reutilización en inodoros, por no hablar del reciclaje de los aceros o áridos utilizados en la construcción o el empleo de madera extraída solo de bosques gestionados de manera responsable. Además todos los espacios están abiertos al exterior gracias a los 49.000 metros cuadrados de fachada acristalada de los ocho edificios en los que Herzog & de Meuron han colocado hasta 2.800 lamas prefabricadas, de 30 tamaños diferentes.

Asimismo se ha procurado dotar al complejo de un entorno vegetal con 400 plantas trepadoras y colgantes sobre las calles interiores, 450 árboles, 31.000 metros cuadrados de zonas verdes y 100.000 plantas de matorral, todo ello regado por goteo. Buena parte de esta vegetación se concentra en la cubierta vegetal que se ha colocado sobre los siete edificios de menor altura, si bien, lamentablemente, esta "alfombra verde" está salpicada de instalaciones de energía solar y fotovoltaica y cuadros de luces y aire que han intentado ser integrados con unas estructuras enrejadas a las que Herzog & de Meuron llama 'pajareras', lo que impide que las cubiertas sean utilizables y les resta impacto visual.

"El traslado a Las Tablas ha supuesto también un cambio en la forma de trabajar", dice López. "Han desaparecido los despachos personales; se ha eliminado el papel y se ha dotado a los empleados de tablets o smartphones; las impresoras multifunción solo se han situado en las zonas comunes y no hay papeleras" dice López. Para evitar que los clientes y proveedores circulen por las oficinas se ha abierto un Business Center, con 32 salas de reuniones que pueden ser reservadas por los empleados acercando su smartphone a las pantallas digitales situadas en las puertas, lo mismo que pueden acceder a su puesto de trabajo utilizando, a voluntad, una tarjeta de empresa o su huella digital.

Asimismo se ha dotado a la ciudad de servicios como un restaurante free flow en el que podrán comer hasta 900 comensales; un restaurante a la carta, una cafetería y un servicio de take away, a los que se sumarán una gestoría, una tintorería o un taller de zapatería. En un solar inmediato se está construyendo un centro deportivo con sala de musculación, fitness y piscina semiolímpica; una escuela infantil para 250 niños de 0 a 3 años, y un centro médico con servicios de fisioterapia y rehabilitación. No es extraño que, de puertas para dentro, el BBVA haya encargado a una persona de Recursos Humanos que haga el papel de "alcaldesa" y se ocupe de gestionar las necesidades de los habitantes de esta ciudad.

GALERÍA DE FOTOS: LA CIUDAD DEL BBVA 'ZARPA' EN LAS TABLAS


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