Vicente Pérez (Las Palmas de Gran Canaria, 1959) es el nuevo presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM). Sociólogo y miembro fundador de la Plataforma Vecinal San Blas Simancas participa en la Junta Directiva de la FRAVM desde 1991, donde ha sido responsable del área de Urbanismo.
Accede a la presidencia en un momento político muy convulso ¿cómo ha aterrizado en esta nueva responsabilidad?
Ha sido relativamente sencillo porque ya conozco la casa. No me ha supuesto descubrir ni a la gente, ni los temas... Otra cosa es pasar del estatus de técnico al de un dirigente político. Lo sobrellevo.
¿La Federación Regional de Asociaciones de Vecinos es un organismo político en la Comunidad de Madrid?
Sí. La Federación ha sido siempre una organización político. Otra cuestión es que es apartidista pero tiene un fin político y en este sentido no somos distintos a otros organismos como los sindicatos o los grupos ecologistas o las organizaciones sociales, por ejemplo.
Esos organismos se suelen vincular a organizaciones políticas ¿Tienen una opción política concreta o representan todo el ámbito político?
Somos apartidistas pero defendemos una serie de cuestiones en la economía, la sanidad, la ecología, el urbanismo... Todo eso tiene un color. Somos una organización progresista que lucha por un cambio social.
¿Se usa la FRAVM como trampolín hacia la política partidista?
Creo que no. La Federación y las asociaciones vecinales nunca se han presentado las elecciones y nunca han pedido el voto para nadie desde su creación. Que haya gente de estos organismos que hayan tenido responsabilidades en los equipos de Gobierno, eso forma parte de la vida.
Hay algunas personas que hablan de la FRAVM como de una puerta giratoria hacia la política.
Las puertas giratorias las entiendo como creo que hay que entenderlas: el que es ministro y luego es director de un banco, y luego vuelve a ser ministro, y cosas así. No tiene nada que ver. Si fuese así, llegaríamos al absurdo en que, por pertenecer a una organización vecinal, sindical o ecologista, no pudieses optar a ser concejal o diputado y se cerrase la carrera política. Eso sería un castigo impropio. La gente está en el movimiento vecinal trabajando en temas que tienen contenido político profundo y pueden dar pasos y, de hecho los dan, estando en una de estas organizaciones, hacia la política, sin que esto sea incompatible con tener carnet de un partido o ser militante. Lo que sí impide es que la FRAVM se vincule a un partido y sea su hilo conductor. Hemos cuidado que no sea así. Pero en absoluto exigimos a la gente que no tenga militancia partidista o que no puedan dar ese salto. Y si mañana esa gente deja de tener un cargo y vuelve a la asociación vecinal, bienvenido será. De hecho, lo ideal es que no abandone su organización y así ocurre, aunque deben dar un paso atrás en los órganos de dirección. No es una cosa nueva de las elecciones de este 24 de mayo.
El problema es que es difícil separar el perfil político del perfil activista.
Por eso es incompatible pertenecer a la junta directiva de la FRAVM y a un cargo político. Además, no lo permiten los estatutos de la Federación. En el caso de Ignacio Murgui -expresidente de la FRAVM y número 2 por la lista de Ahora Madrid-, ha abandonado la junta directiva sin ser siquiera elegido. Consideró que ética y estéticamente no estaba bien, y que políticamente no era defendible que siguiese en su cargo hasta el día de las elecciones. Fuera de esto, espero y deseo que siga militando en su asociación como un militante de base.
¿Cómo afecta a la FRAVM que el expresidente se haya adherido a una lista política?
No tiene consecuencias internas. No pasó nada cuando ocurrió lo mismo con Salvador Torrecilla o con Miguel Ángel Pascual, que ya ostentaron cargos de responsabilidad. La gente pasa por la Federación y luego tiene otros derroteros. Nunca ha pasado nada. Y hacia afuera, supongo que tampoco tendrá consecuencias.
¿Cuáles son los cinco problemas urgentes que tiene Madrid, según la FRAVM?
Algunas de las cosas que expondré a continuación, a lo mejor coinciden o a lo mejor no con otros pero no están marcadas. Para mí, las prioridades hoy, hace un año y me temo que dentro de un año son: una política de empleo para la Comunidad de Madrid, que es el culpable de gran parte de los males que sufre la población madrileña. Es prioritario y es posible hacer bastantes cosas desde el Gobierno regional y, en menor medida, desde los ayuntamientos. La segunda cuestión es acabar con los desahucios de alquiler e hipoteca, haciendo una política de vivienda que atienda este prohblema y el acceso a la vivienda de los más jóvenes. Una tercera línea es el freno a los recortes en las políticas sociales. En general, es necesaria una marcha atrás, recuperar derechos, prestaciones y servicios. Cuarto, la Sanidad y la Educación. No solo acabar con los recortes sino dar pasos para desprivatizar. Y quinto y último, el tema de la participación. Hemos llegado a una estado de cosas en que la población pide que se la tenga en cuenta.
¿En qué estado se encuentra la participación con las administraciones y para con las asociaciones?
Con las administraciones hay una participación ciudadana cero con la Comunidad de Madrid. Y muy baja, en general, con los ayuntamientos. Por ejemplo, en Madrid se ha fracasado con los consejos territoriales y se han puesto plenos a las dos de la tarde para que la gente no puede asistir. Es una asignatura pendiente para las administraciones: abrir las puertas para que los vecinos puedan participar. En cuanto a la participación de la gente, las puertas están abiertas, aunque es un tema en el que habría que mejorar mucho. Pero si Mahoma no va a la montaña, la montaña debería ir a Mahoma. Las puertas están abiertas pero no tenemos suficientes vecinos dentro. Por tanto, habrá que ir a buscarles, invitarles, etcétera.
Hace un par de años hablaron de la necesidad de un relevo generacional en el movimiento vecinal ¿Lo han conseguido?
A duras penas. No se está dando con la fluidez que sería deseable. Hay que matizar que la vejez no es una enfermedad y que en una región en la que más del 20 por ciento de la población tiene más de 65 años. Los mayores están haciendo una gran labor en las asociaciones y hay que conseguir que se acerque gente más joven. La cadencia es que se van a acercando algunos de 50, 40, 30 y muy pocos de 20.
Toxo comentó que el movimiento sindical tiene que adaptarse a los nuevos tiempos o desaparecerá ¿El movimiento vecinal tiene que hacer lo mismo?
Nosotros tenemos una diferencia grande con respecto a los sindicatos y a otras organizaciones muy estructuradas. Nosotros estamos poco estructurados. No somos una organización sino una federación con más de 260 asociaciones, cada una con personalidad jurídica propia. No podemos dar órdenes a nadie. Somos una coordinadora pero no un órgano que emite órdenes. Además, entre las asociaciones tenemos de todo y que defienden cosas muy diversas y, a veces, contradictorias entre sí. Y eso no es incompatible ni vamos a mediar porque no pasa nada y el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Prisciliano Castro decía que somos como el ejército de Pancho Villa. Y lo somos. No tenemos una disciplina, ni un centralismo, ni un órgano central que emite directrices, ni órdenes. Tenemos organizaciones que trabajan en un solo tema como la Sanidad o la PAH, y otras que son pluridisciplinares. Cualquiera que nos conozca sabe que somos muy heterogéneos.
Ana Botella criticaba a Ignacio Murgui hace unos días explicando que había estado siempre subvencionado, en referencia a la Federación ¿Considera que un organismo político como la FRAVM debe estar subvencionado o sufragada por privados?
Las organizaciones sociales tenemos que tener subvenciones porque hacemos determinados trabajos y servicios para la comunidad. La frase de Ana Botella se produjo en un congreso internacional de la transparencia y la participación. Me parece una bajeza por su parte porque lo utiliza para tratar de demostrar que ella es transparente y permite mucho la participación.
Si gana una alternativa política distinta las elecciones, ¿pueden afirmar rotundamente que van a seguir siendo igual de críticos?
Sí. Las asociaciones nacieron en los años sesenta. Enfrente solo había derecha. En los 70, con los primeros ayuntamientos, las asociaciones fueron críticas con los ayuntamientos y la comunidad. Siempre las asociaciones tienen que confrontar los problemas de los que representan. Y si no lo hacen, lo hacen mal. Hay que decirle a quien gobierne que hace mal las cosas si las hace mal, y decirle que las hace bien, si están bien. Somos organizaciones que presionamos y negociamos, gobierne quien gobierne. Lo hemos hecho con alcaldes de derechas y de izquierdas. La Federación no tenía una relación buena con Joaquín Leguina, sino más bien tosca y difícil. Es verdad que los partidos a veces consideran que, cuando ganan, las asociaciones ya no son necesarias y que tienen que ir a las agrupaciones y casas del pueblo a tratar los temas que están en la agenda política. Eso es un disparate por su parte y por la nuestra. Tenemos que seguir apoyar políticas que estén en consonancia con nuestra línea social y oponernos a las que no, sea el partido que sea.
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