Ni triste ni desolada: Madrid es una de esas ciudades que combina el sabor añejo de la piedra de la historia pasada con el esplendor de la modernidad del hierro, el aluminio y el cristal junto a la ilusión del tiempo que nos queda por construir.
Ni rancia ni pasada: Madrid se abre en primavera, estalla como una bomba multicolor de rosas y tulipanes, de lirios y de crisantemos y hasta nos inunda con los chulapos claveles que dan sentido bucólico a la Verbena de la Paloma.
Ni antigua ni cerrada ni obsoleta: Madrid rompe con lo monótono, gris y repetitivo con sus ocho grandes campos y jardines que en primavera invitan a la melancolía, pero que, sobre todo, te invitan a enviar flores.
Paseantes sobre el cemento, ciudadanos de gris bajo la gran boina de la ciudad, no todos los madrileños conocen los espacios de aire puro que se pierden entre el Madrid de los rascacielos, en la milla de oro, o en las abigarradas callejuelas del Madrid de los Austrias, con epicentro en la antigua Casa Consistorial. Pero allí mismo, en el Palacio de Oriente, comienza un sendero para perderse entre flores en los Jardines de Sabatini, las antiguas caballerizas del Palacio Real, que hoy, muchos años después de su construcción tras la guerra civil, ganan en espectacularidad al atardecer.
O, ¿por qué no pasear por el Campo del Moro, un fabuloso jardín de estilo inglés en el Madrid de los Austrias con el Palacio Real de fondo. Es el lugar preferido por los novios recién casados para inmortalizar el momento de lo que suponen que será (ilusionados o ilusos) una felicidad eterna.
Pocos conocen que en Madrid no sólo existe el Parque de El Retiro, auténtico pulmón verde de la ciudad y quizá, acaso, el más romántico y espectacular, sino que uno puede perderse en primavera por los ya citados Jardines de Sabatini y Campo del Moro, pero también por el Real Jardín Botánico, que guarda en plena Plaza del Emperador Carlos V una muestra de más de 5.000 especies de plantas vivas; o por el Parque del Capricho, uno de los más bellos y desconocidos parajes histórico artísticos de Madrid; o por la siempre multipopular Casa de Campo, es decir, la naturaleza en estado puro; o por los más modernos Jardines del Templo de Debod, que rodean este monumento funerario traído piedra a piedra desde Egipto, o, en definitiva, por Madrid Río, la arteria verde de la capital, un gran enclave lúdico y cultural paralelo al río Manzanares.
En fin, que prácticamente todos los barrios cuentan con una zona verde destacable y de gran atractivo a la hora de descansar del asfalto. En Madrid, siempre hay a mano un rincón verde para pasear, reposar o hacer deporte. Y, desde luego, para enviar flores a tu pareja. Porque ya es primavera, ya es tiempo de vivir de nuevo.