En el año 1963 comenzó a hablarse con frecuencia de la necesidad de construir un nuevo teatro nacional de ópera. Gracias a la Fundación March el proyecto comenzó a materializarse, pero nunca llegó a realizarse a pesar de que, en 1964, se convocó un concurso internacional de ideas.
En febrero de 1963 el presidente de la Fundación March, mantuvo una reunión con los ministros de Educación y Vivienda para poner en marcha la construcción del nuevo teatro. Una comisión ministerial viajó por Europa para ver espacios similares en los que inspirarse. En julio de ese mismo año se hicieron públicas las bases de un concurso internacional de proyectos, que podrían presentarse hasta marzo del año siguiente.
El nuevo teatro ocuparía un solar de 25.000 metros cuadrados entre Raimundo Fernández Villaverde y la avenida de Perón. Tendría capacidad, como mínimo, para 2.400 espectadores. La Fundación estaba dispuesta a invertir 550 millones de pesetas. Se recibieron ciento cuarenta y tres proyectos procedentes de todo el mundo, a pesar de que hubo un amago de boicot como repulsa al régimen franquista. Los proyectos se exhibieron en julio de 1964 en el entonces nuevo edificio de Iberia de la calle Velázquez, esquina a María de Molina.
La dotación económica para el primer premio era considerable: tres millones de pesetas y la dirección de las obras de construcción. Si el ganador no era español, debería compartir la dirección técnica con uno o varios arquitectos nacionales. El plazo previsto para la construcción era de entre tres y cuatro años tras la redacción del proyecto definitivo. Era una propuesta de líneas sencillas, decoración espartana, en la que destacaba como elemento principal una enorme losa de mármol que serviría como gran parte de la cubierta.
El 19 de junio de 1964 el presidente del jurado, director general de Bellas Artes, hizo público el fallo. Recayó el primer premio en el proyecto presentado por el arquitecto polaco Jan Boguslawski. Muy optimistamente se afirmó que Madrid contaría con el nuevo teatro el año 1969. En el Ayuntamiento de la capital se pidió la concesión de la medalla de oro de la ciudad al señor March por su extraordinaria generosidad. Pero lo cierto es que Madrid nunca contó con este nuevo teatro. Seguramente el gobierno central se desentendió del proyecto. Un año después del concurso Franco formó lo que se llamó un gobierno de tecnócratas con especial influencia del Opus Dei. Y muchas cosas variaron en la política nacional.
En esos momentos el Teatro Real llevaba varios años cerrado y nadie garantizaba su supervivencia. En toda su historia anterior el enorme teatro de ópera de la plaza de Oriente había sido fuente de conflictos y de enormes gastos. Se llegó a plantear, incluso, demolerlo completamente. Sin embargo en 1966, tras unas primeras obras de rehabilitación volvió a abrirse pero inutilizado como coliseo operístico. Pasó a ser sala de conciertos, dejando para la ópera el más pequeño teatro de La Zarzuela. Pasarían más de treinta años hasta que el Real recuperó su condición operística, tras una compleja y carísima reconstrucción.