El doctor Eduardo Díaz-Rubio (Cádiz, 1946) es catedrático y jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Clínico San Carlos. En un encuentro organizado por la Fundación Salud 2000 con Madridiario explica los últimos avances en la lucha contra el cáncer, centrándose en los beneficios de la medicina personalizada.
Usted es catedrático y jefe del Servicio de Oncología Médica Hospital Universitario Clínico San Carlos. Se licenció en medicina en 1970. ¿Cuáles son los principales avances que ha experimentado la ciencia y la tecnología en estos más de 40 años en el abordaje del cáncer?
La verdad es que el cambio ha sido impresionante. En Oncología no solamente en lo que se refiere a aportación del conocimiento e incorporación de nuevos fármacos, sino también en la organización de lo que es un servicio de Oncología Médica. Los grandes hitos han estado, fundamentalmente, con la introducción en los años 70-80 de la quimioterapia y posteriormente su desarrollo con las combinaciones de fármacos, lo que constituyó la poliquimioterapia. Después, indudablemente, el salto fundamental fue a partir de la entrada del nuevo siglo con la llegada de la oncofarmacogénomica, que supuso que a partir del conocimiento molecular de los tumores se pudieran desarrollar una cantidad de fármacos que estaban dirigidos a inhibir los genes más importantes involucrados en Oncología. Ha sido impresionante ese progreso que ha cambiado la historia natural de la enfermedad, muchos pacientes viven más, muchos de ellos podemos curarlos y hemos conseguido mejorar la calidad de vida de manera notable.
Uno de los progresos a los que hemos asistido es la medicina personalizada, más adaptada a las características de cada paciente. ¿Cómo se aplica en Oncología?
La medicina personalizada es algo que se desarrolla fundamentalmente en el campo de la Oncología, es donde ha habido un impulso mayor. Se trata de conocer los atributos moleculares que tiene un tumor para, a partir de ese momento, hacer una medicina predictiva de qué pacientes van a responder a un determinado tratamiento. No cabe duda que habrá todavía que dar grandes pasos. Pero ya hoy es una realidad en distintos tumores la aplicación de esta medicina personalizada.
¿Se trata de que los pacientes tengan más capacidad de decisión sobre su tratamiento o la capacidad de decisión es para el oncólogo?
Para los dos. La información con los pacientes es muy diáfana y naturalmente ellos tienen que conocer todas las posibilidades terapéuticas que tenemos y participar en la elección del tratamiento. Es una medicina que cabalga entre el conocimiento básico del tumor y la decisión final que hay que tomar con el paciente.
¿Qué grado de implantación tiene en los hospitales madrileños la medicina personalizada?
Aquí en Madrid, y prácticamente en toda España, la medicina personalizada está bastante desarrollada en lo que se refiere a las decisiones que hay que tomar con los pacientes, de tal manera que el clínico necesita tener encima de la mesa ese perfil molecular que al final hace que pueda dar un fármaco o no. Otra cosa es la implantación de la infraestructura en los hospitales. Esta infraestructura está concentrada en varios hospitales, no en todos, porque tampoco tiene mucho sentido. Se pueden compartir las tecnologías, la información, y las muestras de un paciente en un determinado sitio pueden viajar y tener el resultados en una semana. Pero lo más trascendental es que finalmente el clínico tenga la información para poder aplicar ese cambio. Yo creo que en ese sentido todos los pacientes en España tienen la oportunidad de acceder a una prueba de estas características, bien porque se la hagan en el centro donde está siendo tratado o en otro centro en cualquier parte de la geografía española.
Para ejercer una medicina personalizada en oncología han de tenerse en cuenta determinados 'biomarcadores' presentes en el tumor. ¿Puede explicarlo de una manera sencilla?
Sí. La medicina personalizada lo que hace es intentar conocer los atributos moleculares del tumor. Eso significa que a partir de ahí se puede desarrollar un fármaco que va dirigido frente a un determinado gen, frente a una proteína, y si esa proteína la podemos medir, se convierte en 'biomarcador'. Una vez que se puede medir, de esa manera se puede saber si el fármaco va a ser eficaz o no lo va a ser. El 'biomarcador' nos indica, en definitiva, si el paciente es sensible a un determinado fármaco. Por ejemplo el test RAS se utiliza en el cáncer colorrectal para determinar aquellos pacientes que se puedan beneficiar de un tratamiento anti-Fgr.
¿Qué beneficios puede tener la personalización de la farmacoterapia para el paciente?
Los beneficios que tiene la medicina personalizada son numerosos. En primer lugar, porque es una medicina mucho más eficaz: yo le voy a dar el fármaco única y exclusivamente a aquellos pacientes que se van a beneficiar. Hasta ahora se lo estábamos dando a todos para beneficiar a un 20-30 por ciento. Estábamos penalizando a los pacientes que no se iban a beneficiar, así que en términos de seguridad es muy importante. Y, finalmente, también es beneficioso en términos de eficiencia. Todos los fármacos actuales basados en fármacos moleculares son muy caros, es una medicina costosa. De esta manera, si conseguimos saber a qué pacientes les debemos dar el fármaco, estaremos haciendo una medicina mucho más eficiente.
A pesar de los avances, el cáncer sigue siendo una de las principales causas de muerte en nuestro país. ¿Es usted optimista de cara al futuro? ¿vamos realmente a cronificar el cáncer o algún tipo de ellos?
Hemos hecho un progreso extraordinario, de eso no cabe duda. Lo que pasa que hablar de cáncer de manera genérica es muy complejo, porque son alrededor de 200 enfermedades diferentes y en cada persona se desarrolla de una manera. Hemos conseguido en muchos tumores controlar la enfermedad, aumentar las curaciones y en muchas ocasiones cronificar la enfermedad, como si fuera una diabetes o una hipertensión, en la que el paciente va a necesitar tratamiento mientras viva, pero la enfermedad está controlada. Esa es la parte positiva, pero, lamentablemente, hay una parte en otros muchos tumores el progreso es muy escaso. Estamos empezando los pasos de una nueva era en Onconología y sabemos por dónde hay que ir, pero queda muchísimo techo de mejora. Ahora bien, sin duda, de aquí a unos diez o quince años el aumento del conocimiento habrá permitido controlar la mayoría de los cánceres que se puedan producir.