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Osorio: "La historia de la industria madrileña ha sido una epopeya"

Por Enrique Villalba
martes 01 de abril de 2014, 07:30h
Carlos Osorio (Madrid, 1958) es pintor y escritor. Su último libro se titula 'El Madrid olvidado', editado por La Librería.
  • Entrevista con Carlos Osorio, escritor y pintor, que ha publicado

    Entrevista con Carlos Osorio, escritor y pintor, que ha publicado 'El Madrid olvidado'.
    Kike Rincón

  • Entrevista con Carlos Osorio, escritor y pintor, que ha publicado

    Entrevista con Carlos Osorio, escritor y pintor, que ha publicado 'El Madrid olvidado'.
    Kike Rincón

¿Por qué decidió hacer este libro?

Es una afición que se acaba convirtiendo en una pasión: descubrir cosas que cuentan cosas sobre Madrid en comercios, tabernas, cines, edificios, rincones, árboles. Todo tiene cosas que contar. Otros coleccionan sellos. Yo colecciono estas historias que Madrid ofrece porque es una ciudad muy rica en historias y contrastes.

En su libro se refiere mucho al comercio ¿Articula la vida de las ciudades?

El comercio es un lugar de encuentro sobre la base comercial. Es un foro en el que unos dejan lo que saben y reciben lo que saben otros. Es su parte cultural. Todavía quedan muchos comercios de toda la vida, a pesar de que están haciendo todo lo posible porque desaparezcan.

Están desapareciendo comercios centenarios.

Desaparecen estas referencias urbanas pero lo más sorprendente es que de las cadenas más generalistas cierran tiendas a miles, mientras que de los 170 comercios centenarios de la ciudad han cerrado ocho. Tienen mucha más solidez de lo que parece porque tienen experiencia y fidelidad de su clientela. Pero cuando cierra se abre un agujero negro en el barrio, despersonalizando la ciudad.

También se refiere a la industria.

La industria en Madrid fue una auténtica epopeya. Aislados, en el centro peninsular y sin materias primas, y sin ayuda porque las administraciones hicieron lo posible porque aquí no hubiera industria, surgieron grandes factorías. Hay que estudiar porqué han desaparecido. Si tuviéramos gente inteligente en la política, eso se trataría de recuperar.

En su libro habla de fábricas de pianos, cerveza, etcétera ¿Había un verdadero tejido industrial en Madrid?

Era una red de autoabastecimiento muy creativa. Si repasas la historia de los empresarios, te das cuenta que tenían vidas muy curiosas y que aportaban algo más que sus industrias. Creaban grupos culturales, equipos deportivos, servicios para obreros...

El cambio del modelo productivo provoca que Madrid se convierta en ciudad de servicios, dependiente del exterior.

Madrid ha tenido siempre una inercia a ser una ciudad administrativa y de servicios, en la medida en que no ha tenido apenas gobernantes que fomentasen el tejido industrial. Esa carencia se nota en la ciudad.

Se refiere también a la vida de los madrileños de puertas para adentro.

Hemos conservado vestigios que en otras ciudades han desaparecido: las corralas, detalles gremiales... Puede ser una búsqueda romántica pero esas referencias pueden vincularse con vestigios vivos y crear cosas prácticas. Hacer arqueología de la ciudad.

Afirma que Madrid es el segundo puerto de mar del mundo.

La historia de los pescaderos enlaza con mis sueños infantiles de viaje. Los arrieros venían desde el norte desde el siglo IX al centro de la península para vender sus productos. Esos arrieros se convirtieron en pescaderos y, haciendo una investigación, me di cuenta de que el 90 por ciento de los pescaderos son descendientes de los arrieros maragatos. Todo eso está cambiando a marchas forzadas porque cada vez hay menos pescaderos.

Y del pescado, a la carne...

Aquí se ha pasado página con un silencio absoluto a que Madrid tuviese durante 500 años un matadero municipal. El último matadero es una bellísima instalación industrial de Luis Bellido, que se recorrió todos los mataderos de Europa para coger ideas para el de Madrid en estilo neomudéjar. Ahora han decidido traer la carne de fuera, con esa intención de eliminar todo vestigio industrial de la ciudad. Lavapiés y el Rastro son imposibles de concebir sin los mataderos. Y con ellos, curtidores, zapateros, maleteros y otros sectores que generaron un mercado intensísimo durante siglos, cuyo signo más evidente es el Rastro.

Recientemente se ha cambiado la normativa de protección del patrimonio histórico ¿Se defiende más o menos?

En época de Leguina se realizó una cierta protección y el hecho es que se hicieron actuaciones puntuales, como la restauración del pozo de la nieve de San Lorenzo de El Escorial, centrales eléctricas antiguas como las del Tajuña, las canteras de cal de Morata de Tajuña...Y luego te encuentras el canal del Manzanares abandonado, a pesar de que está protegido. No se puede destruir pero tampoco se arregla, lo que es una protección más que dudosa. Es como el caso de varios edificios en Madrid que están esperando a que se caigan para no tener que arreglarlos. Y otros se transforman con la excusa de la eficiencia económica. Esa idea tiene su mentira porque un edificio que tiene atractivo patrimonial y genera riqueza precisamente porque es un valor patrimonial no debe alterarse. Además, les sale carísimo y es demencial meterles aparcamientos y cambiarlo todo por dentro y solo conservar la fachada. Todo responde a la rentabilidad pero nos están vendiendo proyectos como rentables que luego son auténticas estafas, como Eurovegas, que se veía que era un intento claro de estafar a los ciudadanos. Cuando se propone proteger el patrimonio, no es para enemistarse con la rentabilidad, sino para hacerla convivir coherentemente con la historia.

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