'Kathie y el hipopótamo': Alta comedia
miércoles 20 de noviembre de 2013, 14:20h
Treinta años después de ser escrita, la comedia 'Kathie y el
hipopótamo', de Vargas Llosa, se estrena en Madrid. Dirige Magüi Mira
con Ana Belén como protagonista. Seguramente, al tratarse del texto de
un premio Nobel de Literatura, se harán sesudos ensayos sobre sus
características. Yo he visto una alta comedia, al estilo de las que
representaban Irene López de Heredia, Conchita Montes o Amparo Rivelles.
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Ana Belén y Ginés García Millán en 'Kathie y el hipopótamo'
Antonio Castro
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Una escena de 'Kathie y el hipopótamo'
Antonio Castro
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Una escena de 'Kathie y el hipopótamo'
Antonio Castro
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Kathie es una dama de la alta sociedad peruana, aburrida, insatisfecha, sofisticada... Para entretenerse contrata a un escritor que dé forma a un libro sobre sus viajes. Las reuniones de trabajo en una buhardilla, supuestamente de París, desembocan en un rosario de confesiones sobre sus respectivas vidas. Los saltos atrás en el tiempo no corresponden a ningún orden cronológico. Son recuerdos que van apareciendo y que nos dibujan el entorno de los personajes y la fauna que los rodea: hijos, marido, esposa o amantes. Hay un poso de amargura, de tristeza, pero no muy acentuado. Estamos más bien ante una revisión irónica, y hasta humorística, del pasado. Por eso los actores -salvo los protagonistas- ponen cara a distintos personajes aunque, gracias al trabajo de dirección, no generan por eso confusión.
Creo, en primer lugar, que el espectáculo teatral es superior al texto en que se basa. Magüi Mira ha ensamblado las distintas escenas, que no tienen desarrollo lineal, como si montara un rompecabezas: seleccionando cuidadosamente las piezas y encajándolas sobre un panel, que es el escenario. El espacio escénico es limpio, dominado por un hermoso diván y un piano de cola. Como en la obras de Slade, Wilde o Simon, hay lujo, diálogos chispeantes e, incluso, brillantes.
Una capa de barniz cubre a los personajes dándoles luminosidad. Si la rascáramos apreciaríamos debajo los estragos del tiempo y la decepción. Pero ante el público todo es superficialidad. Ana Belén, que dosifica con gran inteligencia sus trabajos teatrales, tiene la presencia escénica de las grandes actrices que cité al principio. Poseedora también de un extraordinario registro dramático, aquí saca su vena más frívola para que su Kathie transite entre la adolescencia y la madurez, sin solución de continuidad. La actriz domina la escena, emociona cuando canta populares temas en francés y seduce vestida sencillamente con un pantalón y una blusa negros, al estilo de Juliette Greco, la legendaria musa del existencialismo. Junto a ella Ginés García Millán opone el fracaso, la eterna insatisfacción de los mediocres. Y lo hace con autoridad, con un dominio perfecto del personaje.
El reparto lo completan Jorge Basanta y Eva Rufo. El primero es una de las sorpresas agradables del montaje. Su desdoblamiento como hijo de Kathie y como su esposo tarambana es brillante y divertido. Eva también muestra un gran aplomo y saca partido a un personaje que, aparentemente, tiene poca importancia, pero su presencia aporta un contrapunto inteligente a la frivolidad burguesa de Kathie. David San José es el músico, el pianista que subraya diversos momentos y acompaña eficazmente a su madre cuando canta.
Kathie y el hipopótamo entretiene y también divierte. Tras los saludos Mario Vargas Llosa se felicitó porque su texto, tres décadas después, no había quedado antiguo. Gran parte del mérito se debe al trabajo de un equipo artístico sólido y entregado que hace verosímil este retablo de costumbres burguesas.