Ángel Pérez (Madrid, 1954), portavoz del Grupo Municipal de Izquierda Unida de Madrid, atendió a Madridiario para tratar la situación política apenas unos días antes del debate del Estado de la ciudad.
Las encuestas dicen que el PP pierde la mayoría absoluta.
Eso dicen.
¿Nos las creemos?
No. Las encuestas marcan tendencias. De sus números me creo poco. Lo que pasa es que ahora, es verdad que hay una tendencia generalizada de que el Partido Popular puede perder en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Si no hubiera una explicación lógica, sería excéptico. Pero la hay: la crisis es muy dura, la está pagando la inmensa mayoría de la sociedad y el PP no hace políticas que puedan remediar esa situación. Sigue fiel las consignas de Merkel y los grandes bancos. La crisis la va a pagar la inmensa mayoría y eso debe tener un coste electoral.
Tampoco han funcionado las políticas del centro izquierda.
La crisis ha experimentado distintas etapas. En 2007, todo el mundo pensó, incluidos Zapatero y Rajoy que la crisis era un ciclo de dos o tres años, y ya llevamos siete. La gente responsabiliza al PSOE de una mala gestión de la crisis. De lo que se puede acusar al PP no es de eso, sino de una política que va en contra de la mayoría de la sociedad. Una cosa es equivocarse en el análisis y otra cosa es hacerlo de manera consciente.
¿Nos están llevando a la ruina conscientemente?
No creo que en política haya buenos y malos. No es una cuestión moral. Lo que pasa es que las exigencias de los grandes bancos y del poder europeo, que es básicamente Alemania, están exigiendo a España que transforme la deuda privada en deuda pública, porque es lo que les interesa. La crisis es esa transformación. Quieren que paguemos la deuda de los bancos entre todos. Y el PP lo está haciendo conscientemente. Probablemente piense que es lo mejor para salir de la crisis, para luego crear tres millones de puestos de trabajo a 500 euros al mes. Y quizás el PP piense que eso es lo mejor que nos puede pasar. Pero eso es lo mejor que nos puede pasar en ese modelo. Los que tenemos otro modelo sabemos que es perfectamente evitable. El problema que tiene el PP es que no puede gobernar su modelo liberal porque no hay igualdad entre las fuerzas libres del mercado que defienden. Los que tienen el poder no se lo permiten, y la libertad solo existe entre iguales.
El año pasado me decía que la extrema derecha cogería fuerza y que generaría su contrario. Al final, la izquierda crece sin extrema derecha.
En la izquierda siempre ha habido personas fuera de lo organizado. La derecha tiene más recogido el voto. El gran invento de Fraga fue agrupar la derecha en un gran partido y ese es el mapa político actual. Pero están sucediendo cambios profundos que tienen que ver con la economía, con la crisis y con la sociedad en todos los campos. Yo no sé si hoy día en España hay una izquierda y una extrema izquierda. Lo que hay es un cuestionamiento generalizado de los instrumentos políticos que han sido los artífices de la Transición. Al mismo tiempo, todavía no hay una alternativa capaz de tomar el mando de todo eso. Si nosotros entendemos el momento actual como una crisis que genera una minoría y que se beneficia de ella, y una mayoría que sufre la crisis sin haberla generado, tenemos la nueva división de clases. Es la inmensa mayoría de la sociedad la que debe organizarse y a la que debe responder la política. Y no vale, por ejemplo, un discurso de izquierdas para estar contentos con nosotros mismos. Hay que entender que hay que hacer un discurso lo suficientemente amplio para que toda esa gente que sufre la crisis sin haberla generado, llegue a un acuerdo de mínimos sobre cómo se articula ese Estado social que defendemos.
¿No corre el riesgo de que la política se atomice y el país sea más ingobernable?
La responsabilidad de los grandes partidos de izquierda es la de articular una respuesta política para esa gran mayoría. No caben discursos para estar contentos. Si algo ha aprendido la izquierda es la necesidad de estar abiertos a extenderte más allá de tus propias fronteras para generar mayorías sociales de cambio. Yo no voy a proponer mi sociedad ideal y mi programa máximo para ponerme de acuerdo con los demás. Tengo que buscar algo que me permita salir de la situación mediante acuerdos. El problema electoral es una consecuencia del planteamiento político. Si haces un planteamiento para ti o simplemente te conformas con crecer unos diputados, pues entonces estás llamado a tener algunos recursos más pero no a resolver las cosas Actualmente, a la izquierda nos falta un proyecto de país. Por eso pienso que es posible que pierda la derecha, lo que no está tan claro es que gane la izquierda.
¿Se refiere a hacer borrón y cuenta nueva?
No. Hay asuntos que está claro que hay que hacer en España. Por ejemplo, estamos en un país que no tiene un modelo educativo, sino que con cada Gobierno lo cambia y el debate está en que si ponemos o quitamos los crucifijos de las clases. Tendría que ser un pacto de Estado. También haría falta un pacto de Estado para mantener el patrimonio público mínimo: la Sanidad, la Educación, las pensiones... Hay pactos que espero que la izquierda que un día gobierne ponga sobre la mesa seis o siete leyes que son los elementos desde los que hay que partir para que esa mayoría que hoy se mueve, las diecinueve mareas multicolores, tengan una referencia política. Es decir, qué programa tienen que apoyar en un momento dado para que dejen de ser necesarias.
Pero es que a lo mejor no quieren que les instrumentalicen.
Pues entonces lo que tienen que hacer es presentar cada una su partido, con sus propuestas concretas, y que siga gobernando el PP. Esto es muy sencillo. Cada uno tiene derecho a su voto y su decisión. Las mareas, como todos los movimientos sociales, son legítimos y democráticos, pero sectoriales. Si no se defiende una alternativa política global, globalmente no se resuelven los problemas. Cada uno reivindicará los suyos ¿Cómo se unen todas estas reivindicaciones? ¿Cómo se defiende todo eso si no es con una alternativa política de mayoría que defienda todo eso de manera ponderada, medida y compensada? ¿Cada uno tirando de la parte de la bata que le corresponde? Creo que así lo que se termina generando es una enorme división entre los propios movimientos. Lo que tiene que haber es una opción política, que no digo que tenga que ser el PSOE o IU. Si no les gusta lo que hay, que hagan otro partido y le votamos los demás. Lo que no se puede decir es 'No a la política', 'No me representan' y además 'No me organizo', porque esas son las máximas que defiende el liberalismo a ultranza de nuestra sociedad: que se organicen los que están en el poder y que los demás estemos correctamente desorganizados, muy democráticamente, eso sí.
Usted apela a que la sociedad civil se mueva a través de partidos.
No, que se mueva a través de política.
Pero, al final, la política pasa por los partidos políticos.
Eso lo dices tú.
¿Vivimos en una partitocracia?
No. Vivimos en la Constitución y en el artículo 6 dice que la democracia en España se articula a través de los partidos políticos.
No me utilice la Constitución como un mantra.
¿Qué quieres? ¿Una maestrocracia? ¿Una médicocracia? ¿Una arquitectocracia? Deben gobernar los maestros, los médicos, los arquitectos, los fontaneros, los filósofos, los taxistas, etcétera... Porque todo el mundo tiene derecho a ejercer la política. Yo en mi origen soy químico. Y luego fui conductor de Metro. Pero cuando nací no le dijo la comadrona a mi madre 'Ha tenido usted un político'. Luego hay quien se dedica a la política. En mi caso, porque me tocó vivir una época en la que te tenías que dedicar a la política desde el momento en que vieses lo que pasaba. Yo me dedico a la política y es un hecho por el que no estoy dispuesto a pedir perdón. La política no es otra cosa que la visión global de la sociedad y de cómo se ponen en común y se sintetizan todos los intereses que son diversos. Si esta sociedad pretende salir de la crisis tirando cada uno de una parte de la chaqueta, no sale de la crisis, sino que perpetúa en el poder a los que tienen perfectamente claro qué chaqueta tienen y a quién se la quitan. Los movimientos sociales, por supuesto que deben existir, ahora bien, hay que distinguir su papel y cómo puede sintetizarse en una alternativa política. Yo no hablo de partidos. La izquierda tiene que sintetizar todos estos mensajes para formar una alternativa de gobierno. Porque protestar por protestar no sirve. Llevamos varios años con unos niveles de movilización como no se han visto en la historia. Y todavía no ha dimitido un ministro porque no hay coste político ¿Y porqué no? Porque no hay una alternativa política que esté detrás de esas 15 ó 20 mareas. Si la hubiese y la gente pudiese visualizarla como una alternativa de poder, el Partido Popular se tentaría la chaqueta antes de hacer todo lo que está haciendo.
O sea, que la izquierda no tiene chaqueta.
Sí tiene, pero que tiene dificultades históricas para unirse. Una de ellas es porque cada uno mira hacia dentro de su partido. Izquierda Unida es la opción política que más ha apostado por el punto de vista unitario. Siempre se ha encontrado con las dos almas del PSOE: la que piensa que Izquierda Unida es una formación necesaria para que la izquierda gobierne y la que piensa que es una fuerza que impide su mayoría absoluta. Yo espero que prime la idea de la izquierda por delante de las izquierdas, y que sea posible no solo decir qué hace mal el PP, sino decir qué es lo que hay que hacer.
Tienen la tercera alma que es UPyD.
UPyD no es de izquierdas. Sale del PSOE porque no gana un congreso del PSOE. No es una decisión por la izquierda, sino una decisión por el derecho a vivir, que es muy lícito. Y según lo que veo de UPyD en el Ayuntamiento, que dicen que no son de izquierdas ni de derechas, con posiciones bastante reiterativas sobre la rentabilidad económica del Ayuntamiento y bastante en contra de las políticas públicas a través de empresas, no veo lógico que se diga que son de izquierdas. No creo que haya que debatir para siempre si el sector público tiene que ser público o no. Debe estar compensado. Unas empresas tendrán que dar beneficios y otros pérdidas. Habrá servicios que serán deficitarios y otros que no. Yo no me planteo un servicio de asistencia a domicilio para que sea rentable, a menos que ponga un asistente social por distrito y le cobro 50 céntimos por distrito a cada atendido. Si tengo una buena plantilla, formada y bien pagada que atiende a personas que habitualmente no tienen recursos, y lo quiero hacer desde lo público y no a través de una empresa que busca el beneficio, va a ser un servicio deficitario. Si tengo una empresa municipal de la vivienda, yo esperaría que diese beneficios. Y, al final, quiero un sector público compensado y no con un criterio de rentabilidad, porque eso no es una política de izquierdas.
¿Porqué tiene ese agujero tan enorme la EMVS?
Porque ha habido empresas públicas que han cargado con costes que correspondían al Ayuntamiento. Y se ha centrifugado deuda a través de compras ingentes de suelo y de una gestión desacertada. Es muy injusto plantear el ERE en la EMVS porque el coste laboral no llega al 15 por ciento. Esas deudas tienen que ver con las deudas a los bancos. Esa cuestión habría que intentar resolverla porque veo claro que un ayuntamiento tiene que tener una empresa de estas características para contener la especulación inmobiliaria. No comparto la idea de acabar con la EMVS.
Las administraciones están intentando resolver el problema de las duplicidades.
Hay tres empresas de vivienda. Hay que ver los servicios en función de la cercanía. En el caso de la vivienda, debería hacerlo el ayuntamiento porque tiene los suelos, conoce las necesidades y a los vecinos. También las escuelas infantiles, y de la manera más descentralizada posible. Mientras, se hace una Ley de Bases de Régimen Local que revitaliza las diputaciones, que pensábamos que eran organizaciones ya caducas, se les priva a los ayuntamientos de competencias y recursos, perdiendo entidad política. El mundo al revés.
El Ayuntamiento de Madrid está comprimiendo la administración a la vez que obtiene superávit.
Al final, la gran crisis significa la transformación de deuda privada en deuda pública. Y eso lo comienza haciendo el Gobierno con sus políticas. Privatizaciones, políticas fiscales de fondo que priman unos criterios sobre otros. Las comunidades autónomas hacen lo mismo con la Sanidad, la Educación y los servicios públicos. Los restos del Estado social estaban en los ayuntamientos: escuelas infantiles, centros de día, centros de mayores. Y hay que ir a por ellos. Por eso, se está haciendo la ley que se hace, que en vez de promover el pacto local previsto en una situación democrática normalizada, se introduce una situación cada vez menos democrática en lo económico, quitando competencias a los ayuntamientos y pasándoselas a las comunidades autónomas, que dicen que no van a poder prestar esos servicios si no se les da más dinero y el Gobierno, que dice que no hay más dinero y que hay que ajustarse. Lo que están diciendo es que esas políticas van a desaparecer. Y, por lo tanto, desaparece el carácter social del Estado. Al mismo tiempo, los ayuntamientos, que son entidades muy antiguas en lo democrático, pierden su entidad política porque al perder servicios, pierden relación con la ciudadanía. Es un desmontaje del Estado social y lo que va a impedir la segunda descentralización.
¿Cómo se afronta un año municipal tan complicado?
Lo que refleja Madrid Arena, salvando las distancias de la muerte de cinco jóvenes, me recuerda a lo que pasó con las licencias. Son las consecuencias de más de 20 años de poder. Un poder que ha llegado a considerarse intocable e incuestionable. Independientemente de las encuestas y de los costes políticos, es que en el caso de Madrid es un caso de salubridad democrática porque hay una forma de hacer que es estructural y que forma parte del carácter de los gobiernos del PP que se refleja en que da igual lo que haga porque la gente me lo perdona todo. Y yo creo que ese es el fondo del debate. Un año de estas características se afronta como hay que hacerlo, con la debida serenidad y seriedad para plantearse que hoy Madrid es una ciudad paralizada. Hacer oposición es trágico porque no te puedes oponer a nada porque no se hace nada. Todas las operaciones se han caído. Madrid está paralizada. Es una ciudad que hace siete años tenía unas expectativas que se podían discutir pero ahora lo que queda son operaciones de carácter privado como Canalejas, que se basa en el fachadismo. O sea, dejar la fachada y tirar el resto, como si la fachada no tuviera que ver con lo que había dentro. Eso refleja mucho del pensamiento de alguien.
A nivel municipal se están haciendo políticas para revitalizar la economía.
¿Aquí? ¿En Madrid? ¿Y en dónde es eso?
En el barrio de las Letras...
Sí, y en Serrano, y en Velázquez. Pero Madrid es mucho más grande. Hay que darse una vuelta por Villaverde, Carabanchel, Usera... Todas estas iniciativas, que no están mal, están dirigidas a favorecer el tejido económico relacionado con el turismo. Pero eso es solo una opción para la ciudad. La misma que encabeza el señor Adelson y su ciudad del juego ¿Esa es la opción de política económica? Ahora la política económica de la Comunidad y el Ayuntamiento depende de dos cosas: de Eurovegas y los Juegos Olímpicos. Es decir, de nada que los madrileños podamos decidir ¿Esa es una opción de gobierno? De gobierno dependiente. Nada de política industrial, nada de favorecer realmente a los emprendedores. Hoy dependemos de iniciativas que no son nuestras. No tenemos la capacidad de decisión sobre nuestro futuro porque no tenemos gobiernos que sean capaces de conectar con las políticas de futuro ¿Qué tiene de bueno Madrid para potenciar? Industria aeronáutica, ferroviaria, informática, electrónica, construcción, transportes. Hay que potenciar y formarnos en eso. Si en vez de eso, nos basamos en esa idea, vieja ya, de que toda oferta genera su demanda y viceversa, pues el mercado lo regula todo y luego te bombardearán en la tele con que no te tienes que preocupar porque puedes comer insectos.
El Plan General también pretende atraer inversión ¿Dará respuesta a las necesidades de Madrid?
Tiene palabras mágicas que pueden ser buenas o malas. Cuando se habla de su flexibilidad, de la utilización multiusos del suelo, no es mala idea. Pero esa idea depende de la capacidad de la iniciativa, inversión y planificación pública para marcar su política y acabar con las tentaciones del mercado. Si quien tiene la iniciativa es el sector privado, el plan se verá condicionado como el actual, que tiene unas 300 modificaciones. Es decir, un plan general de general desplanificación. De momento, Madrid tiene un problema que difícilmente va a resolver ningún plan, que es la diáspora de barrios abandonados a su suerte que generan un tipo de urbanismo costosísimo en materia de infraestructuras. Todo el mundo sabe que los barrios del sureste no se van a hacer o, por lo menos, no como estaban planeados. Hay que estudiar cómo se aborda la situación urbanística y el problema de la vivienda. La capacidad de absorber tantos pisos mientras hay que rehabilitar barrios antiguos ¿Cuál va a ser la capacidad real para rehabilitar? El plan general puede contribuir pero tiene un papel diferente al de 1997. Uno nació en el 'boom' especulativo y este en un momento de crisis en la que lo que se necesita es crear empleo. Tiene que ser un plan muy enfocado al desarrollo productivo. Y eso implica saber a qué se va a dedicar esta ciudad.
¿Porqué no plantean un Pleno monográfico para debatir un cambio de modelo?
No habría problema. Pero es que el modelo se plantea de manera sectorizada Pleno tras Pleno. Es más fácil hacerlo así porque en 15 minutos no da tiempo a explicar modelo. Madrid tiene un primer problema que es que carece de un plan regional de estrategia territorial, lo que facilita que llegue un americano buhonero y diga que quiere poner una ciudad del juego y le ofrecen cinco sitios para elegir. En un país civilizado le dicen dónde van las casas de juego, la logística de transportes, el cementerio o cualquier otra cosa. Y elige Alcorcón, saturando aún más la única autovía que atraviesa un barrio de Madrid y que ya está saturada ¿Eso es planificar? Es planificar el desastre. Y empezando por la planificación territorial, todo lo demás viene detrás. Eso es el liberalismo: el desarrollo del mercado según el mercado, lo que provoca que cada uno pone las cosas donde considera que las tiene que poner para obtener su máximo beneficio, y al final la ciudad no planifica nada. Ese es el plan general de 1997 y el no plan territorial regional. Si hay obstáculos, se varían los planes ¿Porqué en una ciudad como Madrid la Ley del Suelo no obliga a hacer los equipamientos a la vez que las viviendas en los nuevos barrios y sí centros comerciales? Por política. La del PP, no la nuestra. Claro que tenemos otra alternativa, pero da para muchos debates. Pero no están de moda los debates políticos. A no ser que hiciésemos un debate en la tele que se llamase 'Convénceme' y lo presentase Jorge Javier, no nos va a escuchar nadie.