Resultaba casi obligado que Miguel Ángel Almodóvar, a pesar de ser confeso culé, eligiera como destino de la semana a Milán. La ciudad italiana que el pasado sábado fue como Madrid, gracias a la final de la Champions.
“Es un lugar precioso si se va a los lugares adecuados, porque estamos hablando de la ciudad más industrial de Italia. Pero para el mundo Milán es la ciudad del glamour, de la moda. Con su Duomo, probablemente la catedral gótica más grande de toda Europa.
Con una capacidad para recibir a 40000 personas, con 157 metros de longitud y donde nos encontramos con esqueletos ataviados con sus mejores galas. Y la estatua de San Bartolomé con la piel arrancada.
La famosa galería Vittorio Emmanuelle y su café Biffi, donde está lo más de lo más en cuanto a tiendas y sus techos abovedados. Y la Scala a la que hay que entrar porque por fuera es un edificio que no dice mucho.
El Castillo Sforzesco donde encontramos ocho museos muy importantes, como el egipcio. El convento del siglo XV de Santa María delle grazie donde se encuentra el cuadro de La última cena de Leonardo da Vinci.
La Piazza Mercanti, de lo más bonito, donde todos los edificios son medievales y su cementerio que es una belleza porque todas sus tumbas son obras de arte, acabando con la estación de ferrocarril de arquitectura de la época delirante de Mussolini.
Qué decir de su comida. La ensalada Caprese y con una cocina donde lo que domina es la carne porque son muy carnívoros. Sin olvidarnos de su famoso tiramisú”
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