Quizás el legado más obvio serán las sedes y la cultura deportiva de la ciudad y sus habitantes. Madrid quedará como referencia internacional en numerosos deportes como el fútbol, el remo, el piragüismo o los deportes de raqueta y piscina gracias a los estadios punteros que aportará la aventura olímpica. Pero, sobre todo, se demostrará la posibilidad de utilizar los activos de la ciudad (la plaza de las Ventas, el parque del Retiro o Ifema, por ejemplo) como espacios susceptibles de transformarse en templos del deporte. Asimismo, las sedes temporales, tras los Juegos, pasarán a formar parte de un programa de reutilización solidaria de infraestructuras en países que lo necesiten. Los valores del deporte serán la base de un forma de vida más saludable y de una ciudadanía mejor educada.
También se pondrá en valor una forma de hacer las cosas: la de organizar eventos optimizando la inversión y el beneficio, y potenciando la intervención de la ciudadanía y los agentes privados, mediante filosofías como el patronazgo, el patrocinio y el voluntariado. Se apostará por la filosofía de las 'start-up' como base del modelo productivo.
La transformación de la ciudad será tangible desde un punto de vista local y global. La Villa Olímpica se convertirá en un nuevo barrio de viviendas sociales que girará en torno a las grandes infraestructuras deportivas. La transformación de la Peineta en estadio olímpico tendrá un 'efecto rebote' con el soterramiento de una parte de la M-30 y la recuperación de un ámbito junto al río Manzanares, mediante la demolición del estadio Vicente Calderón, culminando así la primera fase de Madrid Río. De la misma forma, todas las subsedes y ciudades dormitorio se beneficiarán de una mejora de infraestructuras clave.
El transporte multiplicará su eficiencia y extenderá sus redes. El Metro, el autobús y el tren llegarán a nuevos barrios, los aeropuertos aumentarán su tráfico, se incrementarán las conexiones en carreteras, se fomentará el desplazamiento peatonal y en bicicleta (300 kilómetros más de carril-bici), y se eliminarán barreras arquitectónicas.
Todo ese cóctel redundará en un aspecto final: la proyección de Madrid como ciudad internacional que sabe cómo hacer las cosas, como icono turístico, económico, social y cultural.