El Gallinero es un poblado rodeado de autovías y montañas de basura donde las ratas y otros animales campan a sus anchas. Con infraviviendas que rondan los quince metros cuadrados, las condiciones de hacinamiento son extremas. No existe ningún sistema para la eliminación de excrementos, ni siquiera letrinas. El sistema eléctrico es precario y peligroso y el acceso al agua muy limitado. Las 95 familias contabilizadas sobreviven mayoritariamente de la mendicidad, ejercida por las mujeres principalmente, y el robo de cable de cobre, ejercido por los hombres. Los 298 niños que allí residen (dato de antes de verano sobre un total de 435 habitantes) se enfrentan a situaciones de violencia interna y de violencia externa, provocada por el derribo de sus viviendas por órdenes judiciales (el terreno es propiedad de la Junta de Compensación de Valdecarros). Esta es la radiografía del asentamiento que la ONG Save the Children y el Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia de Comillas ofrecieron en un informe presentado este martes.
Vea el vídeo de la intervención de Valica:
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