“Durante mucho tiempo me odié por ser negro”, cuenta Moha Gerehou a Madridiario. Es la misma frase con la que arranca su primer libro, 'Qué hace un negro como tú en un sitio como este', un testimonio cargado de datos e informes con los que su autor pretende poner en conocimiento de la sociedad hasta qué punto el racismo está presente de manera estructural.
Moha Gerehou nació en Huesca en 1992, pero por su color de piel se le han cuestionado -y hasta los 8 años, negado- su nacionalidad: "No tuve DNI español, aunque había nacido aquí, hasta que a mi padre no le dieron la nacionalidad", explica a este diario. Esta fue, sin duda, una de las primeras muestras del racismo estructural que ha envuelto todo lo que este oscense ha vivido desde entonces y que desde fuera puede no identificarse como tal.
“Hay que tratar de entender que el racismo es una cuestión estructural que afecta desde el lenguaje hasta las muertes en el Mediterráneo, al igual que entendemos que el machismo va desde los piropos babosos hasta los asesinatos provocados por violencia machista”, comenta durante esta entrevista. Asimismo, Moha recuerda cuando su lucha contra el racismo tomó otro matiz: "Junto con un compañero colombiano, caminando por el campus una tarde, nos paró de manera aleatoria en Ciudad Universitaria solo por nuestro color de piel y dando por hecho que habiamos hecho algo malo. Fue una situación tan evidente de racismo, en un momento y en lugar tan inesperado que dije que tenía que hacer algo", recuerda.

Así, Moha dio un paso adelante y combinó sus estudios de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid -profesión que ha ejercido hasta hace escasos meses- con el activismo: "Primero participé en la elaboración de un informe sobre las redadas policiales por perfil racial y después me metí en SOS Racimo Madrid", asociación que luego presidiría entre 2016 y 2018. A partir de ese momento su lucha contra el racismo no ha cesado, lo que le ha llevado a participar en el libro colectivo Lost in Media: Migrant Perspectives and the Public Sphere. Y también le ha convertido en orador en los campus de las universidades de Siracusa y de Stanford en Madrid y a ser el autor del monólogo 'Cómo sería mi vida si fuera un negro de película'.
Esta semana ha presentado su primer libro el solitario, un trabajo -que como señala a este diario- "en un inicio estaba pensado para personas que sufren racismo, para gente que podría sentirse identificada y encontrar en él respuestas”, pero la realidad es que cualquier persona que quiera desgranar de qué forma opera esta problemática a su alrededor encontrará en su relato una “puerta de entrada” a la lucha antirracista. Porque el no ser racista no es suficiente: “Hay que ser antirracista”, sostiene Moha, que además apela "a las personas que igual no son activamente racistas, pero que también viven cómodas alrededor de un sistema racista".
Pregunta: ¿De dónde sale este libro?
Respuesta: Este libro sale de varias cosas. La primera, como una forma de sanación personal, en el sentido de que ahí expongo mucho de mi vida, cosas negativas que me han ido ocurriendo y al compartirlas siento que me permite cerrar heridas. Por otro lado, mientras escribía este libro tenía la idea de contar algo que a mi me hubiera gustado leer con 14 o 15 años, cuando no tenía respuesta a muchas de las cosas que me sucedían, por eso he intentado dar algunas respuestas a los dilemas de identidad o a situaciones racistas que uno puede vivir.
P: ¿Y que hay detrás de ese título? Recuerda mucho a la canción de Burning...
R: La verdad es que me enteré de que existía esa canción después de decidir el título del libro. Es una frase que hace referencia a que siento que detrás de muchas acciones y situaciones que me han pasado a lo largo de mi vida está el racismo, aunque no sea de forma explícita. Por ejemplo, cuando me preguntan de dónde soy y digo que de Huesca y alguien levanta las cejas, está la duda de que cómo voy a ser de esa ciudad si soy negro. Y creo que eso ocurre en muchos lugares en los que apareces, incluso hace unos días me pasó con un mensaje de Twitter de Cristina Seguí en el que venía a decir “qué hace el libro de este negro aquí, al lado del mio”... Es sobre esa sensación de que no tengo por qué estar aquí y yo vengo a reivindicar que sí, que tengo que estar aquí por derecho y por justicia.
P: ¿Es más importante que lea tu libro una persona que sufre de racismo o alguien que puede ejercerlo aunque sea sin saberlo?
R: Este libro tiene varios planos. Por un lado está el plano personal, en el cual otras personas que sufren racismo, y no necesariamente tienen que ser negras, se pueden sentir identificadas. Por otra parte, este libro también tiene un plano de documentación, con muchos datos e informes, que ayudan a comprender que el racismo es algo estructural y creo que en este sentido, las personas que no sufren racismo directamente, pero quieren saber cómo opera, pueden encontrar explicaciones desde un punto de vista de personas pero también estadístico o académico para enterder el racismo en España. Probablemente, tal y como yo lo he escrito, en un inicio estaba pensado para personas que sufren racismo, pero cualquier persona que esté interesada en conocer cómo opera el racismo en España puede encontrar aquí una puerta de entrada a toda la problemática.
P: Eres periodista y también activista contra el racismo. ¿La publicación de este libro a qué responde más?
R: Cuando dejé la presidencia de SOS Racismo Madrid fue un punto y aparte en mi carrera como activista, se cerró una etapa concreta. Pero en este momento y con el libro trato de utilizar tanto mi parte de periodista como la parte de activista contra el racismo para generar un conocimiento antirracista y tratar de hacer un periodismo que cuente con la perspectiva racial. Este libro sirve como el punto de partida de la unión de ambos perfiles que hasta ahora a veces estaban separados y es la constatación de lo que soy, de que tanto el periodismo como el antirracismo son parte de mi identidad.
P: El racismo en España no acapara muchos minutos de televisión ni tampoco demasiados titulares. ¿Es difícil ejercer de activista sin la repercusión mediática?
R: Creo que se está construyendo el propio camino con sus dificultades y contratiempos, pero se está construyendo. Si por ejemplo, nos comparamos con el movimiento feminista, con el empuje que tiene hoy en día, te das cuenta de que no ha sido de un día para otro sino que es resultado de muchos años y de mucha gente poniendo de su parte para crear conciencia feminista. Ahora es el momento de seguir el mismo camino desde el antirracismo e ir generando conocimiento. Es importante que con libros como este y otro tipo de material, como contenido en redes sociales, series, películas, etcétera., vayamos empezando a entender cómo funciona el racismo en cada uno de los ámbitos de nuestra sociedad.
Si bien es cierto que sigue siendo un tema minoritario, el hecho de que seamos las personas que lo vivimos las que estemos liderando este proceso hace que cada vez más gente que sufre racismo empatice un poco y sienta adhesión a la causa. Además, creo que lo hacemos de una manera en la cual, independientemente de que lo sufras directamente o no, puedas sentir que estás en contra de las injusticias como persona feminista o persona que lucha por los derechos humanos, porque el antirracismo también forma parte de todas estas luchas. En el momento en el que empecemos a entender que la lucha por la justicia social tiene que tener muchas aristas, desde el feminismo, los derechos LGTBI, la justicia climática, etcétera., y que tienen que encajar todas, comprenderemos que la liberación de unos tiene que ser la de todos y es ahí donde creo que se generará la mayor repercusión y atención de los medios.
P: Acabamos de pasar unas elecciones regionales, ¿ha habido algún partido que ha reivindicado el antirracismo de manera adecuada dentro de su programa o campaña?
R: Ha habido de todo. Evidentemente, tenemos el caso de Vox que de manera explícita no sólo no nos pone ante la perspectiva de avanzar en antirracismo sino que nos coloca en la perspectiva de tener que defender lo poco que tenemos. No solo no nos permite avanzar sino que nos pone en riesgo de retroceder. Por otro lado, tenemos los casos del Partido Popular y del PSOE, a los que vemos que el antirracismo desde luego no forma parte de sus agendas. Puntualmente creo que Unidas Podemos puede contar con algunas medidas, pero siento que sigue siendo una antirracismo muy blanco. Pone caras de personas racializadas, lo cual está muy bien y es justicia, porque no puede ser que tengamos asambleas regionales como la de Madrid que no se parezcan a la diversidad que existe en las calles. Sin embargo, el antirracismo se demuestra con acciones, se demuestra andando. Se demostraría, por ejemplo, legislando contra el racismo para saber a dónde dirigirnos cuando suframos un caso de racismo, por ejemplo.
P: Has dicho muchas veces que no vale con no ser racista, sino que hay que ser antirracista...
R: Sí, un ejemplo es como con la llegada de Vox y algunos de sus actos los partidos de izquierda se queden muy cómodos diciendo que condenan el racismo de la formación y ya está, como si eso les convirtiera en antirracistas. Pero no, condenar el racismo de Vox es un mínimo pero el antirracismo se demuestra con medidas. El caso de los menores migrantes y el cartel de Metro: me parece muy bien que los partidos salgan a condenar como hicieron el cartel, pero ahí el antirracismo real y más como partidos políticos que tienen capacidad de legislar, sería evitar que los menores migrantes tutelados estén en la situación de exclusión a la que están muchos sometidos. Muchos de estos menores, cuando cumplen 18 años, acaban viviendo en la calle porque se queda en un limbo en relación a su regulación, otros muchos son criminalizados mientras residen en los centros en los que viven casi en un estado carcelario, y es ahí donde se tiene que empezar a trabajar. Vox y otros partidos beben de la propia existencia de un racismo estructural.
P: En la lucha contra el racismo, ¿temes que se caiga en situaciones de discriminación positiva?
R: Hay una cosa que ocurre mucho. Cuando a veces una persona racializada llega a un determinado lugar o puesto automáticamente se le achaca que es por cuota o porque alguien se la quiere dar de diverso. Y eso es un problema porque te quita como una agencia propia. Es lo mismo que ha pasado con el feminismo y las mujeres, las famosas listas cremallera, por ejemplo. No es así, muchas veces eso es justicia, ni más ni menos. Lo que tenemos que entender es que lo “normal” no debería ser como es ahora, lo normal no es que tengamos instituciones públicas que no representen a la diversidad racial que tenemos en las calles, eso no lo podemos ver como normal, pero sin embargo lo hacemos.
Entender que estemos en puestos determinados como justicia y no como discriminación positiva es lo que se tiene que hacer, pero entiendo que por el camino habrá medidas que serán mejores y peores. Las cuotas a veces pueden ser buenas pero tienen sus riesgos, aunque yo estoy más dispuesto a convivir con esas contradicciones derivadas de tomar medidas que a vivir bajo esa circunstancia de normalizar la no diversidad racial.

P: ¿Pero cómo es que no nos llama la atención ni nos espanta que no haya personas negras o gitanas en las instituciones? ¿A qué se debe que lo hayamos normalizado tanto?
R: No se nos espera. Al final forma parte del proceso de inferiorización de las personas racializadas. En el momento en el que consciente o inconscientemente entendemos que las personas racializadas no tienen la capacidad de llegar a determinados sitios. Por ejemplo, una cosa muy habitual es entender que si alguien sufre racismo es porque es pobre, y que cuando tiene dinero ya no lo sufre. Eso no deja de ahondar en la idea de que las personas racializadas son pobres, pero Magic Johnson y Samuel L. Jackson se fueron de vacaciones a Italia y sufrieron un caso de racismo brutal a pesar de que son mega ultra millonarios y famosos.
Esa interiorización que viene derivada de un camino histórico nos sigue haciendo ver normal que las mujeres trabajadoras del hogar sean en su mayoría migrantes, nadie pone el grito en el cielo por eso porque entendemos que es el lugar que les pertenece. Encontrarse a personas migrantes siendo manteros no nos hace llevarnos las manos a la cabeza, pero cuando una persona negra de repente aparece en un puesto de poder nos preguntamos por qué, y es porque se considera que no es el lugar que le pertenece.
P: En Estados Unidos se habla constantemente del racismo por el nivel de criminalidad que hay hacia las personas negras. ¿Sientes que en España tiene que haber una muerte para que realmente nos demos cuenta de que existe racismo?
R: En España tiene que haber una muerte en Estados Unidos para que hablemos del racismo en España, y el verano pasado con el caso de George Floyd se pudo ver. Tuvo que pasar una desgracia en Estados Unidos para que de repente los medios de comunicación se preguntarán qué pasa aquí en ese sentido. Tenemos una definición de racismo que está muy centrada en la esclavitud en los Estados Unidos y sus consecuencias, en el apartheid en Sudáfrica y en Adolf Hitler, nuestra concepción del racismo se centra en eso.
Hay que tratar de entender que el racismo es una cuestión estructural que afecta desde el lenguaje hasta las muertes en el Mediterráneo, al igual que entendemos que el machismo va desde los piropos babosos hasta los asesinatos provocados por violencia machista. Aquí tenemos un supremacismo blanco sustentado en la inferiorización y discriminación de las personas racializadas, y una vez que podamos entender eso no necesitaremos un caso Estados Unidos para poder hablar de racismo en España. Ya lo podremos ubicar dentro de lo que es y entender cómo nuestros amigos, vecinos, parejas o compañeros de trabajo viven en distinta medida las consecuencias de ese racismo.
P: Se dice que la Comunidad de Madrid es una región con mucha diversidad y muy abierta- Hemos escuchado hasta la saciedad que aquí se vive en “libertad”. Llevas muchos años viviendo aquí, ¿de verdad lo es?
R: Madrid, por ejemplo, tiene un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en el Barrio de Aluche, en el cual se priva de libertad a personas migrantes sin haber cometido un delito, solo por una falta administrativa, por no tener los papeles. Si alguien ahora se queda sin su DNI por cualquier motivo, estaría en la misma situación que estas personas y por la misma regla se les podría privar de libertad.
Madrid tiene por sus circunstancias, por ser una ciudad tan grande, mucha gente y es más probable que haya personas a las que no les importes, no te conozcan, no les interese saber quién eres, pero una vez más hay que volver a la raíz del racismo y a cómo se manifiesta en los distintos ámbitos. En el ámbito institucional, con la Ley de Extranjería, o a cómo se está tratando el asunto del racismo en los colegios, no existen protocolos para hacer frente al racismo y los profesores no tienen una formación específica. En este sentido, hará cosa de un año tuvimos un caso en el que se condenó a la Comunidad de Madrid por no haber protegido a una niña negra en un caso de racismo. Creo que la verdadera libertad en las personas racializadas se podrá ejercer cuando podamos desarrollar nuestros derechos y podamos convivir en una sociedad antirracista y en igualdad.
P: ¿Inclusión o integración?
R: Es un tema que explico en el libro haciendo el símil con la comida porque creo que se entiende muy bien. Cuando alguien migra a un lugar se entiende que automáticamente tiene que hacer lo que se hace en ese lugar. En España, cuando alguien llega por ejemplo de Gambia tiene que hacer lo que se supone que se hace en España, asumir las costumbres españolas, pero eso tiene varios problemas. Por un lado coloca una idea estereotipada de lo que es ser español, ¿Es acaso comer paella los domingos? ¿Comer tortilla de patata? ¿Ir a misa a las 12? ¿Ir a los toros? Todo esto son ideas estereotipadas, no todos los españoles hacen eso, ni están de acuerdo con hacerlo. Sin embargo, sobre las personas migrantes, desde la perspectiva de la integración, se establece que deben dejar atrás su cultura, sus costumbres y hacer exactamente lo que lo que se hace aquí en España. Te piden que te desprendas de lo que tu identidad para adoptar una identidad estereotipada, lo cual es un error.
La parte de la inclusión, que es de la que más se habla, que creo que puede estar más cercano a lo que buscamos, pero no dejo de pensar en cómo desde esa perspectiva hay una una cultura o una posición que es la que decide cómo se incluye a la otra. Si avanzamos un poquito más, podremos encontrar cómo tener dos culturas, dos formas de ver la vida, pero unos valores comunes de respeto o de derechos humanos, eso es lo bonito: entender que todos esos elementos se van llamando forman parte de lo que es el español, forman parte igualmente de lo que es el español, pero tenemos que entenderlo desde la igualdad.
P: Has dicho que durante muchos años te has odiado por ser negro
R: Creo que es fácil de llegar ahí, en el sentido de que por un lado ves todo lo que pesa sobre las personas negras históricamente. Esa percepción de las personas negras y africanas de seres incivilizados, incultos, sucios... todo siempre asociado a una perspectiva negativa. Por otro lado, creces viendo como algunos de los problemas que vas viviendo tienen que ver constantemente con el color de piel, ya sea en el colegio, en el equipo de futbol, en las relaciones de amistad o de pareja, y ves que un elemento en común te supone un problema para tu desarrollo, que es el color de piel. Todo eso al final te acaba poniendo en esa situación de pensar que si no fuera por este color de piel no pasaría por todos estos problemas, y ahí es cuando te rechazas y sientes que ojalá lo pudieras cambiar.
Eso es un gran fracaso de nuestra sociedad, que llegues a un punto de sentir tanto rechazo de lo que tú eres que al final lo acabes odiando. Ahí está el trabajo que se está haciendo ahora, que ser una persona negra no es malo, desprender a la sociedad de todos los estereotipos que pesan sobre la gente negra tras siglos de historia y reconocer que lo que nos pasa no porque mi color de piel sea negativo, sino porque hay una historia, un racismo estructural detrás, que es lo que está empujando a que te odies.

P: Ese proceso de “deconstrucción” no ha tenido que ser facil, ¿no?
R: No es fácil, pero la base es el conocimiento antirracista. Cuando ya empiezas a encontrar algunas respuestas de lo que te está sucediendo y empiezas a hablar con con otra gente que tiene una historia de vida parecida, cuando empiezas también a recibir imputs que te hacen ver que no hay nada negativo en el hecho de ser una persona negra, empiezas a tener una transición y a entender lo que eres. Para mí ha sido así y creo que para mucha gente es un proceso a veces difícil por las contradicciones y las dudas, pero también ha sido un camino único en el sentido de que he podido llegar a entender una parte importante de lo que me sucede, por qué me sucede y a partir de ahí trabajar para que no siga ocurriendo. El proceso es duro pero a veces bonito.
P: ¿Sientes que ha sido injusto?
R: Hay una cosa que digo en el libr: siento que es injusto que algunos nos pasemos una parte importante de nuestra vida, en mayor o menor medida, luchando contra un sistema que nos discrimina. Pienso en mi etapa al frente de SOS Racismo Madrid y de todas las quedadas que me he perdido o los momentos en los que quería descansar, por ejemplo. Pienso en los momentos en los que no pude igual disfrutar con libertad de lo que quería hacer porque tenía que dedicarme a la causa de que no me discriminen, y es bastante jodido tener que gastar mi tiempo, mis energías y emplazar parte de mi vida y mi todo para que no me traten así. Lo considero como bastante injusto y por eso creo que también es importante apelar a la gente que igual no es activamente racista, pero que también vive cómoda alrededor de un sistema racista y viendo lo que ocurre a las personas racializadas para señalarles que pueden hacer algo para compartir esa carga de luchar contra una sociedad racista.
P: Pero sabes que todas esas horas en las que tú te has privado de hacer cosas son para que muchos otros puedan hacerlas en libertad, ¿verdad?
R: Sí hombre, yo quiero pensar eso. O sea, yo creo que cuando uno es antirracista, es radicalmente optimista en el sentido de que tú crees que lo que estás haciendo va a ayudar a que las cosas vayan a mejor en mayor o menor medida. Entonces, sí, yo tengo esa sensación y además la gente me lo hace saber, que igual les gusta lo que hago, lo que escribo, lo que digo y eso me parece muy bonito. Creo que nos hagamos ese reconocimiento es muy importante para mantenernos activos, porque lo que nos queda es ese amor colectivo frente al odio, la discriminación, la exclusión. Nos queda ese amor colectivo de arroparnos, vamos a hacer que las cosas cambien.