|
Momento de la cornada del sexto toro a Castella. |
En la tauromaquia antigua, cuando el toro era fiero y los coletudos se limitaban a una lidia sobre los pies, lo fundamental era matarlos bien. Y los espadazos se cotizaban con el premio de trofeos. Ahora todo es distinto, fundamentalmente un bicorne preparado para que puedan brillar los coletudos en sus faenas más o menos artísticas que exige el público. No obstante, en esta época de pinchaúvas, bajonazos y miles de avisos, es un placer deleitarse con dos magníficas estocadas de verdad de verdad de la buena, cual aconteció con Sebastián Castella en su primer enemigo -el francés fue herido grave por el otro-, y Uceda Leal. Al margen de sus méritos, ambas ayudaron a que sus autores echaran en sus respectivos esportones una oreja. Morante, con el peor lote y poca entrega, volvió a fallar en Las Ventas.