Madrid ensaya su propio Mayo del 68. A pequeña escala respecto a lo ocurrido en Francia hace cinco décadas, la capital alberga protestas ciudadanas contra la clase política y empresarial dominante. Detrás de las mismas, garantizan, no hay siglas políticas, sino un descontento acumulado durante años al que la crisis económica, los recortes sociales y las ayudas a los bancos han servido de detonante. Los manifestantes advierten que no se ponen límites a la hora de exigir una democracia real, aunque el horizonte a corto plazo sí está definido: las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo.
Porque acampar hasta el 22-M en la Puerta del Sol es lo que decidieron este martes los promotores del anterior reducto, el que había sobrevivido a la
manifestación del domingo, convocada por el colectivo 'Democracia Real Ya', y que la Policía Nacional
desalojó entre incidentes a las 5.00 horas del martes. "Vamos a aguantar. Vamos a usar los medios legítimos frente a quienes han usado medios ilegítimos [en referencia a los políticos y a los bancos] para que seamos nosotros quienes paguemos la crisis", explicaba uno de los portavoces del colectivo. "Esto es algo
histórico. No tenemos miedo, somos un movimiento pacífico y estas son nuestras armas", añadía otra levantando las manos con las palmas visibles. De esta forma arengaba a sus compañeros y se situaba frente a los numerosos efectivos policiales que vigilaban, a distancia, sus movimientos.
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La resolución de establecerse en el kilómetro 0, tomada a las 21.30 horas, fue el resultado de la concentración pacífica convocada en la misma mañana del martes tras el primer desalojo a través de las redes sociales
Twitter y
Facebook. Estas, con las etiquetas #yeswecamp, #nonosvamos o #acampadasol están siendo sus mejores herramientas. La repercusión hizo, incluso, que cadenas internacionales como la qatarí Al Jazeera o la mexicana Televisa, entre otras, diese cobertura a sus actos.
A la hora indicada, las 20.00 horas, miles de personas volvían a inundar la plaza más importante de la capital pancarta en mano, exigiendo un cambio drástico en la forma de hacer política, de gestionar la crisis y, sobre todo, de ejecutar la voluntad popular. Entre gritos de "
Lo llaman democracia y no lo es", "Que no, que no nos representan" y "Sin nosotros no sois nada", los asistentes reclamaban, por encima de todo, dos cosas: que cada voto tenga una representatividad real en las instituciones mediante la
reforma de la ley electoral y que quienes toman las decisiones miren "por el pueblo" y no por los mercados. Los insultos en este sentido al Partido Socialista, al Partido Popular, a Esperanza Aguirre -cuya sede de Gobierno, la Real Casa de Correos, estuvo fuertemente protegida por una docena de furgones policiales- y a empresarios como el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, también fueron una constante durante toda la tarde.
Para dar ejemplo de lo que es una decisión justa, los promotores -que insistieron en ser calificados como la suma de muchas voluntades- dieron a la concentración el carácter de una asamblea general. Micrófono en mano, preguntaron si la
acampada en Sol debería mantenerse toda la noche. A continuación, interrogaron a los miles de congregados sobre si el objetivo debía ser permanecer
hasta el día de las elecciones. La respuesta fueron dos síes absolutamente unánimes. A fin de organizarse y de recabar todo lo necesario para instalar el campamento (víveres, agua, tiendas de campaña, cartones), se propuso comenzar con "comités horizontales". La puesta en común se celebraría a las 23 horas. Para que la protesta no perdiese fuerza, ante a la posibilidad de un nuevo desalojo e independientemente de lo que ocurriese durante la noche, se acordó también la celebración de
asambleas diarias a las 20.00 horas en el mismo punto, la Puerta del Sol, hasta el día 22.
Condena de la violencia
La acampada que arrancó este martes fue, al menos hasta las 0.00 horas, cuando
Madridiario se retiró de la zona, completamente pacífica. La Policía Nacional blindó la Puerta del Sol ayudada por la Policía Municipal y apoyados ambos por el Samur. Su presencia no fue requerida en ningún momento, según los mandos presentes en la zona. Siendo el kilómetro 0 un centro neurálgico del transporte madrileño por la presencia de la estación de
Cercanías y el
metro (con tres líneas conectadas en este punto), ambas funcionaron con absoluta normalidad según informaron los propios trabajadores. Cuando la afluencia de gente cortó el tráfico entre la calle Mayor y la carrera de San Jerónimo, los
autobuses de la EMT cambiaron la finalización de su recorrido a la plaza de Canalejas. Las que atraviesan la plaza fueron desviadas por la Gran Vía.
Entrada la noche, cuando la decisión de acampar ya estaba tomada, los portavoces ocasionales del campamento insistieron una vez más en que ningún partido político les da cobertura porque ellos
no respaldan a ninguna formación del arco parlamentario. "Es un movimiento del pueblo. Somos el pueblo y tenemos derecho a indignarnos. Somos más de los que creíamos y no estamos solos, porque hay manifestaciones como esta en otras 15 ciudades españolas", aseguraron a este digital. Tampoco olvidaron, como habían hecho por la tarde,
condenar cualquier manifestación violenta como las ocurridas durante el desalojo o las que sufrieron algunos medios de comunicación (entre ellos los periodistas y cámaras de EFE o Telemadrid) habían sido objeto) cuando cubrían la liberación de los detenidos en la manifestación del domingo. "Tenemos el poder y todo el mundo nos está mirando", advirtieron haciendo un llamamiento a la responsabilidad. Ello no impidió que se lanzasen proclamas como "Menos policías y más educación" o "No os tenemos miedo".
No solo jóvenes
A los asistentes a las tres manifestaciones populares -no convocadas por partidos políticos o sindicatos- que ha vivido Madrid en las últimas semanas se les ha considerado activistas jóvenes, quizá por la forma de la protesta (la acampada en los dos últimos casos) y porque la primera de ellas fue la del colectivo
'Juventud sin futuro'. Sin embargo, muchos adultos, mayores de 40 y de 50 años sostuvieron este martes pancartas contra el sistema capitalista, la clase política y por una democracia realmente participativa.
Entre los que charlaron con
Madridiario se encontraban Paqui y Alberto, padres de dos hijos para los que reclamaban "una democracia real, no esto en lo que se ha convertido España". "Nos están tomando el pelo. Esto no puede seguir así. El cotarro no lo dirigen los políticos sino los bancos y las multinacionales. Ya es hora de que la gente despierte porque estamos viviendo una democracia indigna", criticaron recogiendo el sentir de otros muchos. José Manuel, funcionario de la Comunidad de Madrid, relató como su hija ha realizado
cuatro meses de prácticas sin cobrar en un colegio privado. "Ahora la pagan 900 euros, ni si quiera le dan mil", denunciaba. A su lado, un trabajador de una conocida empresa pública del Ayuntamiento de Madrid que pidió no ser identificado se mostraba altamente sorprendido por la reacción de los madrileños: "Ha sido impresionante. Lo normal debería ser esto, no lo que estaba pasando, que con tanto joven en paro ninguno dijera nada. Y quiero decir que todo ha sido pacífico. El domingo solo hubo problemas cuando la Policía cargó contra algunos borregos, que siempre hay alguno", sentenció.
Lo que ninguno de los entrevistados por
Madridiario se atrevió vaticinar es si el 22-M el resultado que salga de las urnas dará la razón quienes protestan o a quienes sostienen que el nivel de indignación social es minoritario o no tiene capacidad de cambiar las cosas. “Veremos que pasa. Ojala pase algo. No podemos seguir así”, coincidieron muchos de ellos. Los políticos, por el momento,
no parecen estar por la labor de cambiar de rumbo.